Jóvenes emigrantes
Juan Páez Ávila
Martes, 5 de junio de 2012
Que aproximadamente el 48% de los jóvenes venezolanos, entre los más
estudiosos y mejor preparados en nuestras universidades, manifieste en
diferentes encuestas que quieren irse del país, debería ser preocupación
tanto del gobierno como de la oposición. De las autoridades
gubernamentales, porque seguramente tienen alguna responsabilidad en la
desconfianza que han creado con sus políticas públicas que no han
generado condiciones para su arraigo en territorio nacional; y de la
oposición, que aspiraba ganar elecciones el 7 de octubre, por lo que
significa la descapitalización humana, científica, técnica y humanística
de una nación, que lo tiene todo para impulsar un desarrollo económicos
sostenido, para lo cual debe crear condiciones favorables para un mejor
nivel de vida, de los que todavía permanecen en suelo patrio, sino
también para provocar el regreso de la mayoría de los que se han ido.
En más de un millón de jóvenes profesionales se calcula que han emigrado
de Venezuela en los 12 años de gobierno de Hugo Chávez, buscando nuevos
y fructíferos horizontes que les garanticen un mejor futuro, que no
encuentran en nuestro país, como consecuencia no sólo del atraso
económico sino también por la discriminación política que ha establecido
el régimen del Comandante Presidente, contra quienes aparecen en la
lista Tascón, como contra quienes se niegan a identificarse con el
partido oficial.
Una de las primeras causas generales de las grandes tragedias
que impiden que las naciones del llamado Tercer Mundo puedan avanzar
hacia un desarrollo sostenible, que genere bienestar a la mayoría de
sus pobladores, es la emigración de miles de sus hombres y mujeres muy
bien capacitados en sus universidades, porque no encuentran estímulos
para poner en práctica sus conocimientos especializados. Incluso los que
logran realizar postgrados en universidades del primer mundo, se ven
forzados a regresar a esos países que generalmente los reciben, no sólo
con los brazos abiertos, sino también con un trabajo adecuado a sus
niveles de calificación profesional, sueldos acordes con el costo de la
vida y hasta con vivienda apropiada para alojar decentemente a su
familia, y poder dedicarse a trabajar en el menor tiempo posible.
Algunos países desarrollados les garantizan estabilidad en el
empleo, porque ya conocen el grado de competencia de quienes han cursado
estudios en sus mejores universidades públicas o privadas y saben del
aporte que pueden darle a sus empresas y a la nación misma. En el mundo
de hoy, en la era del conocimiento, no sólo preparan a sus nacionales
para que contribuyan a un progreso permanente de sus economías, sino que
no satisfechos con semejante garantía de futuro y bienestar, reclutan
en el resto del mundo aquellos cerebros que la improvisación y atraso de
sus gobernantes y planificadores no son capaces de retener con sueldos
dignos de sus niveles de educación.
Y algunos países en desarrollo, de esos llamados emergentes, que
avanzan hacia alcanzar una economía competitiva en nuestro tiempo, como
los agrupados en el BRICS, Brasil, Rusia, India, China y Sudáfrica
atienden con prioridad la educación de sus jóvenes, los envían a las
universidades de las naciones altamente desarrolladas a culminar
estudios de cuarto y quinto nivel, y al regresar a sus territorios los
ubican en los puestos, previamente seleccionados para un mayor
rendimiento. De allí su prosperidad indetenible.
.En nuestro país aterra leer que en la última década han emigrado cerca
de 5.000 médicos, porque no pueden sobrevivir con sueldos de hambre y
sin insumos para cumplir sus funciones. El gobierno revolucionario se
ufana de haber expulsado de su trabajo y obligado a emigrar a más de
20.000 ingenieros petroleros. Por razones de espacio cabe preguntarse
¿dónde estarán los físicos, los matemáticos, los científicos en general
egresados de nuestras universidades? en una época en que la única gran
revolución que ha tenido éxito es la del conocimiento, la del dominio
de la ciencia y la tecnología que cambian vertiginosamente cada uno o
dos años, haciendo obsoletos viejos paradigmas demagógicos, como aquel
de los pueblos son los grandes revolucionarios que impulsan el progreso
de la humanidad.
Mientras nuestras naciones estén dirigidas por políticos ignorantes en
materia de investigación científica y tecnológica, que se genera en las
universidades y en los laboratorios de las grandes empresas
transnacionales del mundo, como lo percibió DENG XIAO PING, el gran
estratega Chino que provocó el más importante viraje en el progreso de
su país, no saldremos del subdesarrollo.
jpaezavila@gmail.com
http://www.analitica.com/va/politica/opinion/5418751.asp
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