Monday, June 25, 2012

La victoria de Henrique Capriles es posible aunque no inevitable

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"La victoria de Henrique Capriles es posible aunque no inevitable"
Carlos Blanco
Lunes, 25 de junio de 2012

No es real el escenario de un CNE que certifique abiertamente que
Henrique Capriles ganó las elecciones y que posteriormente los jefes
chavistas se alcen con un grupo de militares y de civiles armados. Si el
CNE dice que Chávez perdió le ocurrirá como a Pinochet con el referéndum
de 1988, que cuando quiso alzarse era tarde porque ya varios líderes
militares sabían que había perdido.

¿Y si no quieren?

Como ustedes saben hay un sector del régimen emperrado en no entregar el
poder a como dé lugar. Está constituido por aquellos que siguen el
consejo del venerable Fidel, según el cual las revoluciones solo hacen
elecciones que ganen, como en su momento se lo manifestó al tarambana D.
Ortega en la elección que le ganó Violeta Chamorro. Más adelante, el
entonces anciano en ciernes lo repitió en Venezuela.

La lógica es simple: una revolución no puede entregarse al vaivén de las
masas, las que son influenciadas por partidos burgueses e imperialistas.
El Stalin que todo jefe chavista lleva en el alma determina que sólo hay
dos tipos de seres humanos: los míos y los agentes de la CIA,
conscientes o no; en consecuencia, ¡cómo se va a poner la revolución en
las mentes nubladas y manos horribles del enemigo!

Los métodos para resistir la voluntad popular son variados. En tiempos
de Pérez Jiménez cuando la oposición ganó las elecciones en 1952,
sencillamente los mandos militares decidieron no reconocer los
resultados e instalaron al coronel en la presidencia y se acabó. Pero
ahora no se puede hacer eso. Ahora hay que ganar las elecciones o, al
menos, parecer que se ganan.

No es real el escenario de un CNE que certifique abiertamente que
Henrique Capriles ganó las elecciones y que posteriormente los jefes
chavistas se alcen con un grupo de militares y de civiles armados. Si el
CNE dice que Chávez perdió le ocurrirá como a Pinochet con el referéndum
de 1988, que cuando quiso alzarse era tarde porque ya varios líderes
militares sabían que había perdido y así lo expresaron a la prensa antes
de reunirse con el Comandante en Jefe chileno.

No existiendo posibilidad real de que el CNE diga una cosa y que Chávez
y su grupo pretenda contradecirla, es obvio que la estrategia del
régimen está dirigida a impedir que el CNE diga algo diferente a que
Chávez ganó. Por lo tanto, la oposición está en la obligación de
resolver dos problemas en vez de uno: tener los votos e impedir que por
los caminos verdes desaparezcan, no se cuenten o les sean añadidos al
caudillo por obra y gracia de la mano virtual.

SOBRE EL RECONOCIMIENTO DEL RESULTADO. Dicho que no es viable alzarse
frente a un resultado emitido por el CNE, el Gobierno se ha propuesto
que no haya dudas de cuál será. Es oportuno decir que lo que el régimen
quiera no es inevitable que ocurra, pero es bueno estar advertido del
sentido de su trabajo.

Chávez una y otra vez le reclama la oposición que manifieste su voluntad
de acatar el resultado electoral y ésta, remolona, no lo dice con
claridad. ¿Por qué? Claro como el agua: lo que se le pide a la oposición
es que acepte la victoria del Presidente que eventualmente se produciría
en el marco del ventajismo, el Registro Electoral manoseado y
fraudulento, las reubicaciones inconsultas de electores e
intencionalmente disruptivas, creación de centros electorales con escaso
acceso opositor y otras lindezas. En síntesis, el gobierno le dice a la
oposición que acepte de antemano el resultado electoral enmarcado en el
ventajismo y el fraude. De lo que recuerde este narrador, solo Ramón G.
Aveledo ha dicho que si Chávez quiere ese compromiso también él debe
comprometerse a que cese el ventajismo abusivo sin precedentes y la
manipulación. No hay respuesta oficial.

Si la oposición encabezada por el candidato se planta en la idea de que
se reconocerá cualquier resultado siempre y cuando las elecciones sean
libres y limpias se podría meter en una apuesta elevada, históricamente
majestuosa y definitiva. Sería decir: te reconozco si ganas elecciones
limpias, pero no te reconozco si ganas elecciones fraudulentas.

La mayor parte de las encuestas dice que Chávez está por arriba, pero lo
sorprendente es que hay un porcentaje de indecisos que puede llegar
hasta un tercio de los electores. Sin convertir estos instrumentos en
los oráculos que han pretendido ser, hay una realidad y es que la
polarización produce bandos opuestos radicales pero también hay
electores que por temor, hastío, prudencia o cualquier otra motivación
no revela sus preferencias. Allí tendría Capriles amplias posibilidades
de capturar un tajo mayoritario de indecisos como para ganar. Es decir,
su victoria es posible aunque no inevitable.

EL TEMA ESENCIAL DEL GOBIERNO ES EL CNE. Si Chávez ganara con los votos,
en un marco de ventajismo radical aceptado por la oposición, ningún
pataleo creíble cabría el 7 de octubre. En otro contexto, si ganara con
votos producto del fraude, del ventajismo, del abusivo uso de los
recursos del Estado lo cual incluye el aparato comunicacional público, y
con las maquinaciones del sistema electoral, la única forma de enfrentar
una falsa victoria es mediante la denuncia orgánica desde ya, del
escamoteo en marcha. No se trataría, entonces, de denunciar esta o
aquella irregularidad -cosa que hacen cada vez más los opositores- sino
de denunciar cómo esas irregularidades forman parte de un plan para
impedir, ilegalmente, la posible victoria opositora, lo cual le daría
autoridad política y moral a Capriles para denunciar todo el proceso y
solicitar activo respaldo popular.

Por cierto, en este punto cabe un inciso. La idea de que hay que
quedarse quietos porque se van a ganar las elecciones pero que si el 7-O
las pillan entonces se llamará al pueblo a la calle, es totalmente
irreal. A una sociedad que se le anuncia una victoria segura no se la
llama en un día para que se enfrente a un fraude; lo más probable es que
no salga, pero si sale a la calle -en esas condiciones de improvisación-
los mismos que han robado las elecciones no tendrán remilgos a la hora
de reprimir con todo; una dirección responsable no someterá a la
sociedad a ese albur.

La otra opción es que Capriles gane y que en el tejemaneje dentro del
CNE alguien pretenda que los datos se cambien al estilo del plebiscito
de Pérez Jiménez en diciembre de 1957. En ese caso, la oposición ya
tendría toda la información, lo mismo que los militares
institucionalistas y las fuerzas organizadas, y se podría producir la
situación del referéndum constitucional de 2007 cuando el régimen de
Chávez fue paralizado por la combinación de la actitud decidida y
planificada de los partidos en el CNE, el movimiento estudiantil y los
militares, estimulados por quien había sido hasta hace poco su jefe, el
general Baduel.

CONCLUSIÓN. La única forma de que la oposición cuaje la posibilidad real
de victoria es con una denuncia política del plan del Gobierno, no sólo
ni tanto de desconocer un resultado electoral favorable a Capriles, sino
de la voluntad oficial de impedir, por la vía del CNE, del RE, de las
mesas, de la intimidación de miembros del Plan República, de grupos
paramilitares, de las mesas para "espacios chavistas", que se
materialice una votación efectiva, mayoritariamente dirigida a Capriles.

Twitter @carlosblancog

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