Sunday, June 24, 2012

Revolución censura XXX

Revolución censura XXX
Argelia Ríos
Domingo, 24 de junio de 2012

La apoteosis del villanaje nacional tiene ya su cosecha próspera en toda
la sociedad.

No solo se miente sin decoro en estos tiempos de revolución. Además del
uso procaz del engaño y la mendacidad, "el proceso" ha renunciado a
todas las majestades con que el poder suele ornamentarse, buscando
probar que es el pueblo quien ejerce el mando. En ese afán, las
autoridades bolivarianas renunciaron a hacer de su conducta un catecismo
ejemplarizante y se han asimilado al estilo perdulario con que ellas
identifican a la gente más llana.

La hipocresía que barniza su relación con las masas, no solo envuelve
las falsedades de una pobre obra de gobierno inflada por los fuegos
artificiales de la propaganda oficialista. En ella cuenta también la
escenificación teatral de los caporales socialistas, que -con impecable
histrionismo- simulan ser parte del lumpen, apelando a los diccionarios
de la obscenidad y la insolencia.

Antes de que la iniquidad se convirtiera en moneda de uso corriente, los
voceros revolucionarios proclamaron con altavoces el fin de los dobleces
en el manejo de los asuntos públicos. Por entonces, y haciendo de
cronista del naciente proyecto bolivariano, José Vicente Rangel
encomiaba la abolición de las solemnidades del poder, al que había
ascendido, según solía decir, una clase política despojada de faroles y
postines.

Pero lo que anunciaban los carteles iluminados del "proceso" era en
realidad la proscripción de los escrúpulos y la aclamación de la
rapacería, cuyas variadas manifestaciones conformarían más tarde los
ceremoniales de una revolución transgresora que sublima las fachadas más
sórdidas de la política. Fue así como se impuso el lenguaje torvo y
pendenciero con que el poder se desnudó ante los ojos del país, que hoy
luce habituado a la exhibición morbosa de sus intimidades más repulsivas.

Arquetipo de un estilo licencioso que terminó entronizándose en los
quehaceres del poder, el "proceso" bolivariano no solo degradó la
actividad y el discurso político doméstico: la apoteosis del villanaje
nacional tiene ya su cosecha próspera en toda la sociedad, una parte de
la cual se conduce como si estuviera adoctrinada, no con las ideas del
mentado socialismo bolivariano, sino con los ademanes toscos con que sus
inspiradores han contaminado el carácter y la naturaleza del país.

Tal vez es esa la clave de la profunda violencia que nos amenaza a
diario y que abarca una lapidaria división originada en el bandolerismo
de la palabra... Por eso, lo que decidiremos en octubre trasciende de la
escogencia de un presidente. La encrucijada es aún más seria: una vía
representa el "salto adelante" del vandalismo y la depravación, y la
otra, un nuevo manual de urbanidad política para Venezuela. No vale
equivocarse.

Argelia.rios@gmail.com

http://www.analitica.com/va/politica/opinion/3540102.asp

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