Sunday, June 10, 2012

El presidente que no será presidente

El presidente que no será presidente
Fausto Masó
Domingo, 10 de junio de 2012

Con Chávez no gobernará el pueblo, nadie sabe quién gobernará si fuera
reelegido. Ni siquiera si completará su período. A partir del próximo
lunes convencerá a los venezolanos de elegir un presidente a medio tiempo.

El próximo lunes ocurrirá algo inaudito: un candidato con una enfermedad
terminal inscribirá su candidatura; otros presidentes latinoamericanos
rechazaron reelegirse cuando pasaron por una situación similar,
reconocieron que no estaban en condiciones de gobernar. Algo más
asombroso: muchos de sus seguidores no están engañados, apoyan aún más a
Chávez por su estado de salud, porque la conducta del propio candidato
expone abiertamente sus limitaciones: no haber asistido a la reunión de
la OEA en La Paz, tan importante para él, ratifica internacionalmente
que no hará nada, algún esfuerzo, que agrave su cáncer, ni actuará como
presidente a tiempo completo en ningún momento.

Chávez ha encontrado una solución al dilema que le plantea el cáncer
después de que le volvió a aparecer: gobernar a distancia, limitar al
extremo sus apariciones públicas, aparentar controlar al país cuando,
inevitablemente, se le escapa de las manos. Contra toda lógica no ha
permitido que otro sea el candidato del PSUV.

Después de mí el diluvio, parece pensar, y no se equivoca.

Cree que para ganar las elecciones le bastará con dar unos pasos frente
a una cámara de televisión o, como este lunes, hacer un esfuerzo mayor
para inscribirse en el CNE.

Como ya no hay la ilusión de que los dioses de la llanura y el Cristo de
La Grita hagan un milagro, se le pide al venezolano votar por Chávez con
los ojos cerrados, como esos místicos que exigían creer en Dios porque
era absurdo. Algunos de sus voceros en televisión vuelven a la necesidad
virtud, presentan al candidato del PSUV como un hombre que lo mismo
llora en público que no oculta su enfermedad, y con el que hay que
solidarizarse aún más por la enfermedad que padece.

Si el tema principal fuera el amor o el desamor hacia el Presidente, en
vez de si se encuentra en condiciones de seguir en Miraflores, Chávez
tendría una posibilidad de ganar, si, en cambio, discutimos su capacidad
de afrontar la inseguridad o el desastre eléctrico, perdería la elección
por 1 millón de votos.

Con Chávez no gobernará el pueblo, nadie sabe quién gobernará si fuera
reelegido. Ni siquiera si completará su período. A partir del próximo
lunes convencerá a los venezolanos de elegir un presidente a medio
tiempo. Está haciendo una apuesta tremendamente riesgosa, digan lo que
digan las encuestas, pero no necesariamente condenada a la derrota, y
que exige una respuesta de la oposición, no evadir el tema y rechazar el
chantaje emocional que se le impone a la nación.

Chávez ya está preparando este escenario surrealista; por primera vez
comparte su liderazgo, presenta un equipo político, mientras su
presencia política se desvanece, dejó de hablar del superhombre de
Nietzsche. Soportamos un apabullante culto a la personalidad como si no
se quisiera permitir a los venezolanos reflexionar, porque, si piensan
un segundo, el PSUV pierde las elecciones. ¿Se mantendrá esta situación
absurda hasta el 7 de octubre? ¿O sencillamente la votación que obtenga
Chávez demostrará que Venezuela no tiene ni pies ni cabeza? Nos abruman
con una realidad virtual para impedirnos ver lo que está frente a los ojos.

Votar por Chávez es peor que preferir una ilusión, es una locura, pero
paso a paso el oficialismo intenta imponer a un candidato que no gobernará.

Todo puede suceder en la dimensión desconocida en que vive el país.

Fausto.maso@gmail.com

http://www.analitica.com/va/politica/opinion/1444914.asp

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