José Suárez Núñez
Miércoles, 26 de octubre de 2011
La actual Pdvsa tiene que desaparecer. No para despedir a todo el mundo
como hizo el actual gobierno, ni para que regresen todos los que se
fueron o sacaron porque ha pasado una década de este desorden
Arévalo Guzmán Reyes, ex director de Pdvsa, considera que el nuevo
gobierno debe hacer una auditoria de Pdvsa
Asimismo dice que debería asociarse con transnacionales para que retorne
la producción a 14 mil pozos cerrados
Cuando el presidente Hugo Chávez abandone el poder tendrá más
importancia que nunca el petróleo. El día siguiente, el nuevo gobierno
tendrá un ingreso aproximado de 160 millones de dólares diarios para
cubrir sus gastos, estimando que exporte 2 millones de barriles diarios,
a un promedio de 80 dólares el barril.
Es muy importante saber cómo operar el negocio, y distribuir la
gigantesca masa de dinero que ingresa al país. La administración del
presidente Chávez ha conducido el negocio como una inmobiliaria que
cobra la renta todos los meses, pero los nuevos descubrimientos
mundiales en áreas petroleras que consideraban exhaustas, las nuevas
tecnologías y los nuevos actores indican que el método chavista está
agotado.
El ingeniero Arévalo Guzmán Reyes, el número dos después de la
nacionalización al frente del Ministerio de Minas e Hidrocarburos y
luego director de Petróleos de Venezuela, advierte que lo primero que se
debe hacer durante la transición de un cambio de gobierno es la
contratación de las principales empresas auditoras del mundo, incluyendo
a la KPMG que dispone de toda la información actual, para escrutar las
actividades de exploración, producción, transporte, comercio y los
contratos internacionales, para que hagan un diagnóstico del negocio.
Se debe actuar con cautela y responsabilidad, porque Pdvsa está acosada
por múltiples deudas monetarias y demandas internacionales. También
deben participar los colegios de ingenieros petroleros, geofísicos y
geólogos, para que aporten sus conocimientos y experiencias.
La actual Pdvsa tiene que desaparecer. No para despedir a todo el mundo
como hizo el actual gobierno, ni para que regresen todos los que se
fueron o sacaron porque ha pasado una década de este desorden. Hay que
pagarles todo lo que le deben, pero no deben pensar que el puesto que
dejaron los está esperando.
NO VOLVER AL PASADO Arévalo señala que deberá modificarse la Ley de
hidrocarburos y buscar socios para impulsar el negocio. No repetir con
los problemas que nos trajo el artículo 5, porque nos pasamos 10 años
después de la nacionalización para subir la producción de 2.2 millones
de barriles diarios que dejaron las transnacionales para elevarla a 2.8
millones de barriles diarios. Vinimos a encontrar resultados en 1986 con
el descubrimiento de El Furrial.
"Yo opino que se debe paralizar el proyecto de la Faja del Orinoco, y
sacar los números de nuevo con un criterio comercial y no político,
porque el actual es irreal y lento", considera Arévalo.
Hay que plantear una sociedad frontal con las empresas transnacionales
que tienen músculo financiero, tecnología novedosa y gerencia operativa.
Eso lo hemos perdido. No vamos a cometer los mismos errores de 1976.
Sacar a licitación con las grandes corporaciones todos los campos que
sean necesarios para reactivar 14.000 pozos cerrados capaces de
producir, e intensificar la exploración de las áreas convencionales la
cuales han olvidado, ante el "dorado" de la Faja del Orinoco.
Hay que hacer contratos firmes y a largo plazo con las compañías, porque
hay nuevos campos por donde nunca han pasado los taladros. Un objetivo
importante es que pequeñas empresas venezolanas operen campos, así como
las internacionales expertas en campos marginales. El financiamiento
para operarlas se paga con la propia garantía del valor del petróleo.
Hay que dividirlos en campos maduros y campos nuevos.
INFRAESTRUCTURA OBSOLETA Reactivar la actividad de Citgo. La gente no
compra petróleo, compra gasolina y diesel y ese es un ingreso
importante. El crudo sólo no sirve, hay que procesar productos para
exportación.
Arévalo agrega que la infraestructura está en el suelo.
Por suerte no se han producido desastres en las refinerías, las
obsoletas redes de oleoductos y gasoductos. Eso se puede negociar con
contratos a compañías de expertos. También hay que olvidarse de esa
cifra que se utiliza para todo: 70 para el gobierno y 30 para la
empresa. Eso no es soberanía, es un desconocimiento del negocio.
Sobre PetroCaribe, Arévalo opina que no es una empresa sino una
organización política, porque no se ha dado cuenta de que lo que vende
va a parar a las transnacionales, porque el petróleo y productos que
Pdvsa entrega, con el financiamiento y los trueques se convierte en
descuentos que reciben los gobiernos y las transnacionales porque el
consumidor final no recibe descuentos, y los productos los venden a
precios internacionales.
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