José Dionisio Solórzano
Miércoles, 26 de octubre de 2011
En muchas ocasiones los jefes de campañas o asesores políticos guiados
por los ítems de mayor impacto que aparecen en los distintos métodos de
evaluación de la opinión pública escogen los temas de de campaña de tal
o cual candidato, sin cotejarlos con el perfil del candidato, la
ideología de éste y la percepción que de él poseen los públicos metas,
contribuyendo de esta forma a la creación de una brecha comunicacional,
que en muchas ocasiones mella las posibilidades del asesorado de obtener
una valoración positiva de los votantes y por ello perder las elecciones.
Cuando se determinar el o los mensajes de campañas se tienen que
estudiar los niveles de credibilidad que nuestro candidato posee con
respecto a cada uno de ellos y si estos están acordes con el perfil del
líder y con el concepto de la campaña. Si no existe armonía entre todos
los elementos corremos el riesgo de que la idea que se crea en la mente
de nuestros electores sea la errónea al percibir a nuestro candidato
como errático, falso o con incertidumbre. Se crea un ruido
comunicacional terrible.
Para ejemplarizar el punto recordaré el caso de la campaña presidencial
venezolana del 2006: Se presentaron del lado de la oposición tres
candidatos Manuel Rosales, gobernador del Zulia, Julio Borges diputado
nacional y coordinador central del partido Primero Justicia (PJ) y
Teodoro Petkoff ex ministro del Planificación y director de un medio de
comunicación impreso, el caso de los dos primeros llevados por las
encuestas que decían que para derrotar a Hugo Chávez se necesitaba
construir a un nuevo Carlos Andrés Pérez, se vistieron con jean,
arremangaron sus camisas hasta los codos abrieron los brazos y el
primero dijo "Atrévete" y el segundo "Progreso Popular", entonces aplicó
la siguiente fórmula:
1-. En el caso de Manuel Rosales que venía de Acción Democrática (AD),
partido de Carlos Andrés Pérez, que era socialdemócrata, poseía un
elevado nivel de desconocimiento y gracias a ello podía vender una
imagen como un hombre popular, entonces el mensaje era creíble, cierto o
por lo menos la opinión pública lo juzgaba así; mientras que…
2-. Con Julio Borges era lo contrario, gracias a su alto nivel de
conocimiento el país tenía una opinión sobre él, "serio, justo,
conservador, duro contra lo impropio, con mucha moral" , podíamos decir
que la imagen que proyectaba era diametralmente opuesta al recuerdo de
Pérez, más bien lucia como un Rafael Caldera. Al aplicar la receta de
las encuestas sin la previa valoración, su proyección se percibía como
"falsa, plástica o artificial", ya que no se conectaba con la
información previa que los públicos poseían del líder y porque su
discurso panterior no tenia ilación con el nuevo tema y concepto de
campaña. Borges se derrumbó y aún hoy casi seis años después no se ha
podido recuperar de aquel error.
Debido a esto quienes son jefes de campaña, directores comunicacionales
de procesos electorales, o asesores de imagen deben tener muy presente
que los discursos no se pueden elaborar tan solo con los ítems más
destacados sin que estos sean evaluados y comparados con otros factores.
En ocasiones puntos segundarios en los estudios de opinión pueden ser
más útiles.
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