José Rafael López Padrino
Miércoles, 26 de octubre de 2011
Se nos pretende vender esta chapucería como un proyecto al servicio de
los trabajadores y de los excluidos sociales cuando en realidad
representa una continuidad
A pesar de todos los rótulos ideológicos y del ropaje socialista que
suele exhibir el proyecto que encarna el tte coronel, el mismo no pasa
de ser un ensayo bonapartista plebiscitario.
Categoría política empleada por Marx a partir del ejemplo histórico de
Luis Bonaparte, quien encabezó un golpe de Estado en Francia (1851). Se
nos pretende vender esta chapucería como un proyecto al servicio de los
trabajadores y de los excluidos sociales cuando en realidad representa
la continuación del proyecto hegemónico capitalista, pero con ribetes
socialistas. Un proyecto basado en un capitalismo de Estado explotador,
un nacionalismo reaccionario, el estrangulamiento de las luchas de los
trabajadores y de los movimientos sociales, etc., no tiene nada en común
con la utopía del viejo Marx, y sólo representa una falsificación
histórica como muchas otras del siglo pasado caracterizadas por
populismos despóticos gobiernos militarizados, represión y violación de
los derechos humanos. Socialismo no es estatismo y mucho menos si ese
Estado es capitalista.
Más allá de la utilería ideológica, la bastarda revolución bolivariana
promueve la servidumbre intelectual, el desprecio y descalificación a la
opinión ajena y la sumisión frente al líder del proceso: el
comandante-presidente. Aspectos totalmente incompatibles con un
socialismo emancipatorio y contra-hegemónico. La construcción de una
democracia socialista nunca ha sido, ni será en torno a la voluntad de
un caudillo. Los cortesanos y domesticados seguidores del inquilino de
Miraflores, ignoran u obvian por conveniencias personales, que los
verdaderos cambios sociales no dependen de los deseos de un mesías, o de
los dislates de un aspirante a reyezuelo, sino del poder popular
organizado, con capacidad de deliberación y decisión.
El socialismo bolivariano está lleno de ambigüedades, de elementos
ideológicos contradictorios. Manipula y deforma los hechos con la más
absoluta ausencia de escrúpulos. Una clara demostración del uso de la
falacia y del secuestro de la verdad fue el informe presentado por la
delegación venezolana durante el Examen Periódico Universal de las
Naciones Unidas celebrado recientemente en Ginebra. Han incorporado
propagandísticamente el principio goebbeliano de la "mentira
afirmativa", es decir falacias revestidas de la más absoluta convicción
a fin de propiciar matrices inexactas de opinión ("Una mentira mil veces
repetida puede convertirse en verdad", Joseph Goebbels).
Obviamente estos proyectos despóticos, militaristas y totalitarios
representan verdaderas falsificaciones ideológicas que nada tienen que
ver ni con Marx, ni con su concepción originaria socialista. El
socialismo humanista propuesto por Marx no plantea la figura de un
mesías predeterminado por la providencia para que dirija o reprima a las
masas. El bonapartismo bolivariano es un engaño despótico, disfrazado de
lucha por espacios de libertad y de soberanía.
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