Sadio Garavini di Turno
Jueves, 27 de octubre de 2011
En las últimas encuestas, se nota una subida de la popularidad del
Comandante hasta niveles del 57% aproximadamente, basada en la simpatía
hacia el enfermo. Sin embargo, cuando se pregunta, en la misma encuesta,
si se tiene la intención de reelegir a Chávez, después de 14 años de
gobierno, el 51% responde negativamente y alrededor del 40% positivamente
Ya falta menos de un año para las elecciones presidenciales, quizás las
elecciones más relevantes de la historia contemporánea de Venezuela.
Recordemos que el régimen obtuvo 63% del voto popular en las
presidenciales del 2006, pero bajó a 54% en las regionales del 2008 y al
48% en las parlamentarias del 2010.
Pero, esta reducción del voto popular no se reflejó de una manera lineal
en la popularidad de Chávez, según las encuestas. En efecto, el nivel de
popularidad tuvo altibajos durante todo el período, con cimas y simas.
También hay que entender que la popularidad no es intención de voto.
En las últimas encuestas, se nota una subida de la popularidad del
Comandante hasta niveles del 57% aproximadamente, basada en la simpatía
hacia el enfermo. Sin embargo, cuando se pregunta, en la misma encuesta,
si se tiene la intención de reelegir a Chávez, después de 14 años de
gobierno, el 51% responde negativamente y sólo alrededor del 40%
positivamente, el resto no sabe o no responde.
La fortaleza del régimen en estos años se puede sintetizar en la
ecuación: carisma+petróleo+debilidad y atomización de la alternativa
democrática. La Mesa de Unidad (MUD) ha logrado prácticamente eliminar
el tercer factor de la ecuación, pero, evidentemente, el régimen tratará
de debilitar de nuevo a la Unidad.
Entre las tácticas del gobierno está fomentar la división entre los
grupos y candidatos de la MUD y "favorecer" el surgimiento de candidatos
de "oposición" fuera de la MUD, antes, pero sobretodo después de las
primarias. Otra táctica es promover una matriz de opinión derrotista y,
por tanto, tendencialmente abstencionista, entre los votantes de la
oposición. Ese es el objetivo de los militares chavistas cuando
declaran que las FAN no reconocerán un resultado electoral adverso al
Caudillo.
Las FAN reflejan la realidad del país y si este vota en contra de
Chávez, la abrumadora mayoría de los militares escogerán el futuro. Lo
mismo harán la mayoría de los jueces y un número relevante de diputados
y gobernadores chavistas, recuerden lo que pasó el 12 de abril del 2002.
Así pasó también, "mutatis mutandis", en la Filipinas de Marcos, en el
Chile de Pinochet y en la Nicaragua de 1990.
El petróleo a precios altos sigue siendo una gran fortaleza del régimen.
Sin embargo, está compensado por el descomunal nivel de ineficiencia,
incapacidad y despilfarro del gobierno y la espantosa corrupción que
convierten en insuficiente la aparente abundancia de recursos, en
disminución también por la reducción de la producción petrolera y el
acelerado crecimiento del consumo interno de combustibles.
El carisma de Yo-El Supremo es una característica irracional y sigue
estando presente en buena parte del electorado. Sin embargo después de
12 años, el momento de auge está definitivamente "a sus espaldas". Pero,
creo necesario subrayar que la política no es sólo razón, sino también
"corazón", emociones, pasión y sentimientos.
Los factores irracionales tienen un papel fundamental en política. Para
la movilización política no hay que hablarle sólo a la razón del hombre.
Su parte irracional necesita de música, símbolos, mitos y liturgia.
Así lo han entendido los movimientos totalitarios contemporáneos. En
cambio, entre los sectores democráticos, existe una aversión hacia los
factores irracionales. Esta inhibición del pensamiento democrático tiene
su origen en uno de los "infantilismos" de la Ilustración, que quiso ver
en lo irracional la suma de todos los males y en la razón la llave
maestra de la felicidad.
Por eso, muchos partidos democráticos se han convertido en grupos
asépticos, sin "mística", dominados por un pragmatismo incapaz de
movilizar al hombre integralmente. En períodos históricos estables y
pacíficos, los partidos y movimientos sin mística, pueden mantenerse "en
vida" por mucho tiempo.
En épocas críticas, en cambio, cuando la lucha política de agonal tiende
a convertirse en existencial, se desmoronan ante las primeras
adversidades o son conducidos mansamente al matadero por sus enemigos.
La Unidad debe redescubrir y movilizar los aspectos irracionales del
hombre.
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