Enrique Pereira
Viernes, 28 de octubre de 2011
Los médicos de este país y los educadores, para sólo nombrar a dos
gremios que siendo pueblo, no merecen los favores de la revolución, han
sido castigados a las migajas que este gobierno les entrega a duras
penas, después que sus zapatos han pateado la calle en actos de protesta
Eso piensa el que te conté. Mejor será que lo vuelven a guardar en la
sombrita.
El show de ayer en la Academia Militar es el acto más grotesco que he
presenciado desde que este gobierno agarró el coroto. Ahora una parte de
la sociedad revolucionaria –muy trabajadora- en palabras de Esteban,
merece un aumento descomunal para compensar sus escaseces. Me refiero a
los militares, que se hicieron acreedores a un aumento de cincuenta por
ciento y la liberación de las cuotas iniciales para la compra de sus
viviendas y vehículos. Se pisan los pies unos a otros, se pagan y se dan
los vueltos y aun así, será difícil entender que los hace merecedores de
ese favor "gobiernero", que se les niega a maestros y médicos. ¿Será que
hay fuego en el 23?
Mil milloncitos de dólares para el resto del año, en uso del más
descarado populismo que ya no pueden ocultar. Vestidos en sus apretados
uniformes, hicieron el intento de hacernos ver lo mucho que consideran a
los militares y entre disertaciones acerca del capitalismo y sus
maldades, el comandante dejó rodar los favorcitos que buscan votos y
paciencia en una fuerza armada que consolida unos cien mil hombres. El
miedo es libre. Mantenerlos tranquilos requiere de actos heroicos de su
comandante.
Creo que nos toman por pendejos cuando nos tratan de explicar el porqué
de estas medidas.
Los médicos de este país y los educadores, para sólo nombrar a dos
gremios que siendo pueblo, no merecen los favores de la revolución, han
sido castigados a las migajas que este gobierno les entrega a duras
penas, después que sus zapatos han pateado la calle en actos de
protesta. Ellos no son pueblo, ellos no soportan la revolución. Ellos no
visten verde oliva, ni portan las armas de la nación. Ellos no se queman
la vida en el desempeño de su misión. Los libros y los bisturís parecen
no tener capacidad de tumbar gobiernos.
También nos toman por bobos cuando anuncian que la continuación de la
Cota Mil estará terminada en cuatro años, sin ni siquiera haber
comenzado la vía alterna a La Guaira, que ofrecieron en 2006 cuando se
les cayó el viaducto. Pena debería darles un año después de meter a la
gente en refugios, seguirles ofreciendo maquetas y mentiras, en lugar de
soluciones. Se cansa uno de escuchar que la especulación acaba con la
leche y el aceite y también me tiemblan de rabia los cojones cuando los
escucho decir que la culpa de las cárceles la tienen los gobiernos
anteriores.
¿Será que piensan que vamos a seguir engordando a estos ineficientes
gobernantes y escuchando sus prolongados cantos llenos de esperanza, de
futuro y de promesas?
Las elecciones serán el año que viene. Lo que parecía una arruga ahora
se les ha convertido en un mondonguero que no encuentran como esconder.
Cada día que pasa, con cada acción que acometen, confirman lo que todos
los venezolanos –los que ellos creen pendejos- estamos presintiendo: no
ganarán las elecciones.
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