Eduardo Casanova
Sábado, 29 de octubre de 2011
Ojalá que este mensaje les llegue con fuerza a Ramón Guillermo Aveledo y
a todos los que tienen verdaderas responsabilidades en la tarea de
rescatar la democracia en Venezuela. No me gusta en absoluto criticar a
la MUD
Ojalá que este mensaje les llegue con fuerza a Ramón Guillermo Aveledo y
a todos los que tienen verdaderas responsabilidades en la tarea de
rescatar la democracia en Venezuela. No me gusta en absoluto criticar a
la MUD.
Creo que lo han hecho muy bien y han logrado un equilibrio magnífico. Su
actuación en las elecciones parlamentarias fue muy buena y logró que en
realidad, por vez primera, se sintiera que hay peso y valor entre los
defensores de la democracia. Y lo mismo puede decirse del camino hacia
las elecciones presidenciales del 2012.
Pero las elecciones no son la totalidad de la vida política de
Venezuela. Son una parte muy importante, sí, vital, pero hay mucho más.
El cáncer de Chávez, por ejemplo, es un hecho importantísimo frente al
cual la democracia venezolana no puede mantenerse ausente. Todo el mundo
sabe que Chávez tiene cáncer, y todo apunta a que se trata de un cáncer
muy agresivo, muy grave, que en poco tiempo lo va a matar. En forma
sibilina los amos del poder han ocultado, o han tratado de ocultar la
verdad.
Pero los indicios son demasiados e irrebatibles. La cantidad de
quimioterapia que todos sabemos que ha recibido (cinco sesiones
seguidas, lo que da una idea de la gravedad del caso), la caída del
pelo, la hinchazón, las prolongadas desapariciones, el miedo que hasta
lo ha hecho apelar al mismo José Gregorio Hernández que su gente
decapitó hace poco, las lloronas manifestaciones de superstición y
religiosidad a las que ha apelado, lo que declaró un médico en ejercicio
que fue cercano al paciente, la ridícula reacción del gobierno de poner
a declarar a tres médicos que se ganaron el remoquete de "los tres
chiflados", uno hermano de un ministro importantísimo del régimen, otro
director de un hospital cuyo director tiene que ser incondicional del
régimen, y el tercero militante comunista de viaje data, y ninguno de
los tres con el más mínimo conocimiento del caso, las locuras que han
dicho, todo hace pensar que el paciente está muy mal, y casi hay
consenso en el gremio médico acerca de lo que va a pasar: en un plazo
relativamente breve, Chávez estará muerto.
¿Llegará a las elecciones? Eso no lo sabe nadie. Lo que sí se sabe es
que está haciendo un esfuerzo por tratar de llegar, ganarlas y dejar a
un heredero que garantice que seguirán haciendo las barbaridades que han
venido haciendo desde hace trece años. Pues bien, la MUD no puede
permanecer silente ante esos hechos. Debe denunciarlos, debe
pronunciarse, debe romperle el juego al régimen.
Debe hacer saber al país la verdad. Debe poner ante la población una
batería de médicos serios, competentes, bien informados, que haga
conocer a todos la verdad. Debe lograr que por todas las venas, las
arterias y los vasos capilares de la población venezolana se sepa que
Chávez y los chavistas están tratando de engañar nuevamente a los
millones de incautos que todavía pueden creer en ellos. No es suficiente
con que los articulistas democráticos lo digamos. La población tiene que
ver y oír a un grupo sólido de profesionales de la medicina y a un grupo
sólido de políticos importantes que digan la verdad, que hagan ver a
todos que Chávez está cerca de la muerte, y trata de ganar, muerto, su
última batalla. Como el Cid Campeador, pero sin honor ni gloria.
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