Luis Betancourt Oteyza
Jueves, 27 de octubre de 2011
Desde que apareció en escena el para muchos de nosotros desconocido Dr.
Navarrete teníamos la sospecha de la gravedad de la enfermedad de Chávez
y su inminente desaparición física de este mundo; ahora el sorpresivo y
razonado diagnóstico del fugitivo nos confirmó nuestras sospechas. Nadie
oculta una buena noticia. Lo lógico era que ante una grave dolencia,
como es el cáncer, en la persona del inquilino de Miraflores, se
produjera un parte médico de sus tratantes y no las mentiras y evasiones
del paciente, siempre llamado al engaño y la patraña.
Esa ha sido su conducta en todo lo relacionado con su vida, pública y
privada, con el agravante, como todo mitómano, de que se ha creído
buena parte de su fábula. Su último regreso de Cuba, su verdadera
patria, se vio adornado de nuevas mentiras sobre una milagrosa curación,
desmentida por su semblante ante el alcahuete Moronta, y ya sus
dolencias no las encubre ni el interés de los cubanos para seguir
ordeñándolo sin pausa ni descanso.
En la Cuba de los Castro cunde el pánico y la urgencia por acopiar toda
clase de restos del naufragio, como clamó su otro chulo ecuatoriano,
Rafael Correa. Mientras, en el chavismo se perfilan dos tendencias muy
marcadas y lógicas. Los que se afanan en raspar la olla y quedar lo
mejor surtidos para lo que les viene, y los que se desvelan maquinando
cómo podrán conservar el poder, con la excusa de proseguir la gesta
comunista, para salvar el pellejo de una justicia inexorable en suelo
patrio o en La Haya.
El ejemplo de Gadafi no los entusiasma y ahora piensan que la revolución
armada no vale la pena y que la paz se puede ofrecer como salida en pago
de sus pecados. Saben que están equivocados y que los pueblos aguantan
pero cobran, al final cobran, sobre todo cuando se desvelan las
realidades ocultas y aparecen las verdades. Nada pudo salvar a Gadafi y
nada salvará al chavismo, como nada salvó al nazismo, al fascismo y al
comunismo del juicio de la Historia.
Cuando sale el sol todos vuelven a ver. Este panorama en lo que llaman
"el oficialismo" produce un vacío explicable: cada quien anda por su
lado, cuidando su botín, y nadie se ocupa del gobierno. Eso explica el
abandono sostenido de todas los intereses públicos: escuelas y
universidades, hospitales, puentes y carreteras, PDVSA, fronteras, la
reclamación histórica sobre el Esequibo, las policías y la seguridad
ciudadana, las cárceles, las industrias de Guayana, los puertos y
aeropuertos, el parque aeronáutico, las comunicaciones y la energía
eléctrica, los tribunales, los contratos colectivos del sector oficial,
la deuda y la inflación, el campo y las ciudades, los alimentos y
acueductos; en fin, todo lo que se supone es de interés del Estado, más
lo que abusivamente han absorbido en su empeño por liquidar a la empresa
privada como factor de poder social. Todo ha quedado a la deriva ante la
inminencia del fin, y ese fin es inevitable.
Si bien el vacío del chavismo es compresible no lo es el de la llamada
oposición. Ante la inminencia del fin del régimen chavista los
dirigentes opositores se comportan como si no estuviera pasando nada,
siguen como los músicos del Titanic empeñados en su vals de primarias y
no hacen una llamada a un alto y a la reflexión. No advierten la
urgencia de diseñar un régimen de transición a la emergencia que se
asoma y es indetenible ¿Estarán confiando en que el chavismo organizará
un relevo adecuado y que seguiremos nadando en las aguas de la
"normalidad"? No sé y no tengo respuesta, pero me temo que, muy a la
venezolana, "iremos viendo según vayamos andando", "en el camino se
enderezan las cargas", como dicen.
Creo que, desgraciadamente para todos nosotros, los ciudadanos de a pié,
como nos llaman, a uno y otro bando los madrugarán los hechos y
cualquier día de estos amaneceremos con una "Junta de Gobierno" que
tratará de poner orden en una sociedad confusa, de salvar vidas y
propiedades, mientras de ambos frentes surgirán los críticos en nombre
de una democracia desaparecida hace ya mucho tiempo de nuestras vidas
¡Qué Dios se apiade de nosotros y de Venezuela!
No comments:
Post a Comment