Luis Eduardo Muro
Domingo, 30 de octubre de 2011
En este panorama de grandes compromisos por la inmensa deuda externa
venezolana, con importantes requerimientos de importación, y con una
exportación petrolera muy comprometida con convenios de pago y programas
especiales de descuento y financiamiento, ya la devaluación no es un
buen negocio
Graves consecuencias sobre el empobrecimiento generalizado de la población
Desde los años 80, se ha hecho frecuente en nuestro país el uso de la
devaluación como mecanismo para el incremento de los ingresos fiscales
del gobierno de turno.
La práctica ha continuado, pero la realidad económica actual es muy
distinta y los resultados de las devaluaciones son cada vez más pobres.
El negocio de la devaluación cada día es peor.
En los 80, la mayor parte de los ingresos fiscales del país provenían de
los aportes de la industria petrolera (en divisas). En ese momento los
ingresos fiscales por impuestos no eran muy importantes dentro del
presupuesto, el Gobierno no era un gran importador y la deuda externa se
mantenía alrededor de los 30.000 millones de dólares. Una devaluación en
esa realidad multiplicaba los ingresos del Estado, pero no tenía
impactos muy importantes en los gastos, era un buen negocio.
Hoy en día la importancia de los ingresos que aporta la industria
petrolera ha mermado. En el presupuesto de 2012 las entradas por
recaudación de impuestos, cobrados en bolívares, representan el 51% de
los ingresos, mientras que el aporte del petróleo solo es el 22%.
Además, el Estado ha acumulando deudas en divisas por casi 90.000
millones de dólares y se ha convertido en un gran importador,
contabilizando cerca de un tercio de las importaciones del país.
En este panorama de grandes compromisos por la inmensa deuda externa
venezolana, con importantes requerimientos de importación, y con una
exportación petrolera muy comprometida con convenios de pago y programas
especiales de descuento y financiamiento, ya la devaluación no es un
buen negocio.
Todo esto sin mencionar las graves consecuencias sobre el
empobrecimiento generalizado de la población, que han provocado las
devaluaciones en todo momento. Razón suficiente para nunca más devaluar.
¡Hay que desterrar para siempre la devaluación!
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