Alexei Guerra Sotillo
Jueves, 27 de octubre de 2011
Son diversas las tesis y las voces que, con variados argumentos y
matices han abordado el tema del liderazgo carismático
Quizá el carisma sea hoy, el término pleno de mágica e inasible
atracción que se emplea para ensalzar las deseables bondades de un
liderazgo que, en nuestra lejana historia patria, se asemejaba más a la
figura del "caudillo" providencial que, con o si simpatía, movilizaba
montoneras, hombres y armas en la lucha por el poder político en la
Venezuela post-independentista del siglo XIX.
El carisma es de tal suerte ese rasgo anhelado en cualquier persona que
aspire a dirigir una organización o mucho más si pretende navegar las
turbulentas y atrayentes aguas de la política.
Ya en el plano de la gerencia, Alfredo Ángel refiere la opinión del
recordado Peter Drucker, quien decía que todos los líderes exitosos que
había conocido en su vida tenían un rasgo en común: no eran carismáticos.
El debate nos traslada forzosamente al complejo ámbito de la cultura,
espacio en el cual según la latitud geográfica y societaria en la cual
nos encontremos, los conceptos, las ideas y costumbres suelen cambiar de
sentidos y significados.
En nuestra polarizada cotidianidad venezolana, dos grupos sobresalen
entre otros por su postura ante Chávez: mientras uno lo sigue
fervorosamente, el otro lo detesta y se pregunta por las razones, luego
de 12 años, de ese apoyo.
El psiquiatra Franzel Delgado Sénior, en una excelente entrevista
concedida a Gloria Bastidas para El Nacional (23-10-2011) aporta
argumentos a considerar para tratar de entender la permanencia de
importantes niveles de apoyo popular a Hugo Chávez.
"Chávez es un hombre con una personalidad sociopática, y las
personalidades de este tipo tienen una capacidad de manipular, de
engañar y de estafar muy grande (…) el chavismo opera como una secta
(…). Antes las sectas sólo tenían una connotación religiosa, hoy no.
Pueden ser de muchas mujeres, separatistas, políticas o de cualquier
orden, siempre y cuando cumplan con los criterios universales que han
establecido los académicos. ¿Qué es una secta destructiva? Un grupo
organizado que emerge en el seno de una sociedad con las intenciones de
destruir las instituciones y valores y obligarles a asumir los de la secta".
Al enumerar Delgado Sénior las características de una secta destructiva,
las interpretaciones fluyen y se multiplican:
1) Tienen una estructura piramidal.
2) Guardan una sumisión incondicional al líder, a quien se le debe
obediencia absoluta pues se considera predestinado a cumplir una misión.
3) Anulación de la crítica interna y prohibición del pensamiento individual.
4) Persecución de objetivos económicos enmascarados bajo una ideología
destinada sólo a reforzar el poder del líder.
5) Manipulación de los adeptos para lograr los fines de la secta.
6) Ausencia de control de una autoridad superior.
7) Fabricación de palabras, frases y consignas para descalificar a
quienes no pertenecen a ella, que son considerados inferiores.
8) Uso de un color y vestimenta particular para identificarse y darse
fortaleza de grupo.
9) Prohibición de abandonar la organización, y quien lo hace es
severamente penado.
El psicólogo Axel Capriles afirma además en esa misma línea de análisis
que "llevados por el carisma del héroe, las personas marginadas de
nuestra sociedad se han identificado con sus elementos psicóticos
mostrando claramente la irracionalidad de la posesión."
En este contexto, el reto para el candidato de la oposición que resulte
ganador de las primarias de 2012 está no solamente referido al grotesco
ventajismo oficial del gobierno, o a las jugadas que, en la
incertidumbre sobre la salud presidencial, pretenda aquel implementar,
como expresión de temor ante una oposición unida y coherente en
paulatino crecimiento. Se enfrentará ese candidato a todo ese andamiaje
cultural que, en cierta medida, ha construido desde el conformismo y la
sumisión la actual realidad de el poder en Venezuela.
Todo lo anterior nos lleva a afirmar con poco espacio para la duda, que
vivimos y padecemos realmente, bajo el influjo de una Secta República.
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