Elides Rojas
Miércoles, 26 de octubre de 2011
Desde hace más de 13 años, pues esta historia no comenzó en 1998,
después del engaño comunista a los electores. Comenzó antes. Comenzó con
los cubanos adoctrinando en las Fuerzas Armadas y poniendo a los
militares a conspirar
Nada raro lo que está ocurriendo. Son 13 años que tiene el país, o gran
parte del país, bregando con este combo de golpistas. Una billetera
gorda, una bien armada red de chulos internacionales que le lavan la
cara y se arrodillen cada vez que es necesario, unos poderes públicos
internos bien controlados y una red de malandros a todos los niveles
que, bien aceitados, permitan esa extraña liga de decencia y mafia que
acompaña a muchos de los gobiernos demócratas-tiranuelos de estos tiempos.
Sí, decíamos que nada raro por la sencilla razón de que todo estro está
anunciado, denunciado, discutido, peleado y finalmente aprobado en la
Asamblea, o donde sea, o decretado en la ley habilitante que
corresponda. Son las leyes del régimen. Es la conducta del régimen. Es
el objetivo final del régimen que comienza a terminar de delinear su
perfil. Pronto lo tendrá nada que esconder.
Pronto será la dictadura que siempre fue. De frente. Sin más tapujos. A
lo Castro, pero con el emblema del Siglo XXI como velo de inocencia.
Desde hace más de 13 años, pues esta historia no comenzó en 1998,
después del engaño comunista a los electores. Comenzó antes. Comenzó con
los cubanos adoctrinando en las Fuerzas Armadas y poniendo a los
militares a conspirar. Objetivo de Castro: apoderarse de la renta
petrolera y del país en su totalidad. Cómo hacerlo: por las armas,
desestabilizando, golpes de Estado o, como finalmente sucedió, la vía
electoral. Cómo gobernar: con títeres amaestrados.
Bajo qué sistema: el mismo de Cuba, dictadura comunista o con las
adecuaciones necesarias según tiempo y oportunidad. Y en eso estamos.
Chávez avanza en su proyecto, la gente protesta, Chávez retrocede,
Chávez vuelve con la acción rechazada y la impone. Todo el esquema que
ha montado bajo el mandato de Fidel Castro ha tenido sus momentos
críticos dentro de los venezolanos.
Ya casi nadie se acuerda cuando intentó desmontar el Congreso y, entre
acusaciones de golpista y tirano, se fue por la vía legal y consiguió
quien le diera la razón. La democracia y sus leyes le sirvieron, y le
sirven para tumbar al propio sistema. Claro que también la infinita
complacencia 0 ¿inocencia? de funcionarios y dirigentes de antes y ahora.
El jefe del régimen, entre cáncer y rumores, tiene todo para seguir
montado en el poder, menos la eficiencia de su gestión y la enorme
incapacidad de sus socios que a diario lo empujan al barranco que cada
día él mismo hace más profundo, sigue adelante en su papel de
representante de Castro por estos lados. Y, a pesar de la debacle que
les espera en las urnas electoral, todavía tiene las otras salidas para
mantenerse en el poder que el mismo castro le dio como plana.
Pero, en esencia y de lo que se trata ahora, es de advertir y hacer más
evidente lo que se ve, pero que como que no se siente. Mientras más
débiles estén estos militares, más dura será la lanza que empujan. Leyes
como la de costos y arrendamiento o las ilegales y abusivas sanciones
contra medios, como la impuesta contra Globovisión no son por
casualidad. Por eso pensar en un Leopoldo López rehabilitado es parte de
la inocencia democrática. Como aquella del poder originario del pueblo.
Ni Chávez ni los chavistas, ahorita, jamás reconocerían esa misma
sentencia que le dio base para la Constituyente en manos de otros que no
sean sus cubanos. Es parte del proyecto y, salvo que tenga que apartarse
como la ha hecho otras veces, será por un momentico. Están cayendo en
barrena, pero con la muy clara intención de quemar Roma si fuera necesario.
No comments:
Post a Comment