Fausto Masó
Domingo, 30 de octubre de 2011
Se cura el cáncer en cuatro meses? ¡Milagro! Aunque invisibles, las
células malignas continúan al acecho. Si después de dos o cinco años de
repetidos exámenes no hay trazas del cáncer, se habla de curación. Si
reapareciera el tumor, o surgiera uno nuevo, no sería fatalmente mortal
Para ganar elecciones, claro. Todo sirve.
Después de superar el abatimiento inicial, Chávez incorporó el tumor a
su estado mayor de campaña, junto a Federico Nietzche y a José Gregorio
Hernández. Tremenda combinación. Nietzche hubiera dicho que él no era
nitzcheano.
¿Se cura el cáncer en cuatro meses? ¡Milagro! Aunque invisibles, las
células malignas continúan al acecho. Si después de dos o cinco años de
repetidos exámenes no hay trazas del cáncer, se habla de curación. Si
reapareciera el tumor, o surgiera uno nuevo, no sería fatalmente mortal;
con un tratamiento a tiempo, el paciente lo superaría. O no, porque hay
tumores, algunos, los menos, incurables. ¿Cuál es el caso de Chávez?
Tanto misterio intriga a los venezolanos.
Algo queda claro: Chávez usa políticamente su mal; desarrolló
tranquilamente el cuento de su enfermedad sin que le preguntaran,
insistentemente, si estaba en condiciones para ocupar Miraflores otros
seis años, si al votar por Chávez no estamos votando por quién lo
reemplazará. Por esa razón, para demostrar que seguía vivo, despachaba
"normalmente" con sus ministros desde La Habana, llamaba por teléfono,
bailaba, cantaba en televisión.
Sin aclarar, con un parte médico, serio y científico, el pronóstico de
su padecimiento. Puro teatro, gran teatro.
Su manejo político de la enfermedad ha sido impecable, lo que no quiere
decir que se haya curado, ni tampoco que continúe enfermo. Usa, como
siempre, la falta de transparencia. No pidió compasión; nadie escoge a
un líder porque lo sepa enfermo. Se presentó como un héroe que desafía
un mal terminal. Visitó al Cristo de la Grita, quiere construir un gran
monumento a José Gregorio.
Lo acusan de comunista, dice ser discípulo de Cristo. Convirtió la
enfermedad en tema político, mientras acusaba a la oposición del pecado
que estaba cometiendo.
Hasta ahora le ha dado resultado. Quizá en junio del próximo año, en un
clima de histeria, gente llorando, confiese que el tumor ha reaparecido
y exija votar por su heredero, ¿Su hija? ¿Nicolás Maduro? ¿Su hermano? O
quizá, para esa fecha, las encuestas anuncien su derrota irremediable. O
quizá, con Chávez vivimos en un perpetuo quizá, sepamos que el gran
manipulador ganará las elecciones y que viviremos siempre con una espada
de Damocles encima, la reaparición del tumor. Quizá, quizá, quizá, quizá
sí o quizá no.
¿Le permitirá la enfermedad evitar que se derrumbe la autopista al
litoral?, ¿una inflación del 35%?, ¿defender la soberanía nacional?,
¿lograr que vuelvan las inversiones privadas?, ¿darle empleo a los
pobres? Las últimas leyes los condenan a empleos mal pagados en la
administración pública.
Adiós a la inversión con la ley de arrendamiento y la de ganancias
justas, a menos que el reglamento de ambos instrumentos, no sería la
primera vez, disminuya su virulencia.
A Chávez el cáncer le sirvió como la muerte de Néstor Kirchtner a
Cristina, sólo que en Argentina creció la economía gracias a los
exportadores de granos del sector privado.
Argentina no tiene petróleo, ¿afortunadamente? El barril a 100 dólares
permite financiar -por un tiempo- el socialismo del siglo XXI. Se está
acabando la manguangua. ¿Le bastará el discurso, la habilidad de un
enfermo terminal, hasta octubre de 2012?, o ¿la amenaza contra
Globovisión anuncia que a falta de dinero quedará el palo como
instrumento de persuasión ideológica? Quizá sí, quizá no. Defendamos a
Globovisión, al empleo, a los pobres.
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