Rafael Díaz Casanova
Sábado, 1 de octubre de 2011
La situación venezolana, cuando la analizamos desde sus puntos de vista
sociales, económicos y políticos, se nos puede asemejar a un complicado
rompecabezas de aquellos que con muy pequeñas piezas, muy parecidas,
contienen mil de ellas. Muy difícil.
Nos devanamos los sesos tratando de hacer una lista de materias que
puedan ordenarnos las ideas. Se nos agolpan y confunden.
Antes de acometer esa tarea quisiéramos establecer algunas premisas:
Este régimen está comandado por una persona astuta que tiene mucha
información, poco estructurada. Ha explotado su carisma y tiene
emborrachado a un sector importante de la población. El presidente
admira y protege a quienes colaboran ciega e incondicionalmente con él y
desecha a todo aquel que trate de presentarle reflexiones. El régimen ha
acometido acciones que fueron negadas por un referendo y que están
reñidas con los dictados de la constitución que el mismo régimen se
diseñó e hizo aprobar. El régimen tiene secuestrados todos los poderes
de la nación y sus funcionarios no hacen nada que no venga instruido
desde el Palacio de Misia Jacinta. El presidente, cuando pronunció su
discurso inaugural y su írrita juramentación, expresó que para adelantar
sus ideas hacía falta destruir todo cuanto existía y que luego
construiría sobre las cenizas. Se le perdieron los planos de
construcción, que nunca preparó.
Tratando de poner algún orden, aunque sea cronológico, en las
barbaridades que sufrimos, debemos pensar que hubo un lapso de
"aproximación" y tanteo. En aquellos tiempos se comenzó por agredir los
sistemas de comunicación e información. Se discriminó y eliminó a los
periodistas venezolanos de todas las fuentes oficiales de noticias
públicas. Se limitaron las "ruedas de prensa" a periodistas
internacionales, especialmente si eran afectos a la ideología que se
trataba de propagar. Se hizo aprobar por la Asamblea Nacional una ley
"Resorte" que maniató a todos los medios existentes y se adelantaron
interpretaciones legales que permitieron el cierre de Radio Caracas TV y
de un número muy importante de emisoras de radio.
No podemos ignorar la lucha que desde el año 2000 se comenzó en el campo
de la educación. Ya tan temprano, se trató de aprobar una ley de
educación que, entre otras arbitrariedades, anteponía al Estado ante los
padres de los educandos. Una masiva reacción de la ciudadanía fue
suficiente para que se viviera uno de los grandes "recules" del
gobierno. Se cambió la estrategia.
Sucedido el referendo del 2 de diciembre de 2007 que todavía no tiene
resultados definitivos reconocidos por el CNE, se acomete una corta
etapa de "reflexión" e inmediatamente se llega a la conclusión de que la
"complicidad" de TODOS los poderes públicos permitiría dar el zarpazo y
cambiar todo cuanto se quisiera, no por la vía institucional que había
sido negada, sino mediante la aprobación de leyes que coliden de manera
flagrante con lo establecido constitucionalmente.
No podemos dejar de mencionar, dentro de nuestro desorden, que
paralelamente se acometió la destrucción del aparato productivo
nacional, comenzando por la agricultura y la cría y continuando con las
industrias y el comercio. Todo esto acompañado de un injustificado
control de cambios que acogota y constriñe a todas las actividades
privadas de la nación.
Tampoco podemos soslayar los pasos dados para "estimular" la emigración
de los ciudadanos que tengan pensamientos distintos a los preferidos por
el régimen. Estas acciones han provocado que hoy vivan más de un millón
de connacionales regados en toda la geografía mundial. Un paréntesis nos
permite anotar que este es el problema que a largo plazo, tendrá las
peores consecuencias en la salud nacional.
Ahora, perdido todo vestigio de pudor y ante las consecuencias de una
enfermedad presidencial indeterminada y ante los avances de la
oposición, el régimen trata de aprobar urgentemente, todo cuanto le
conviene y le urge a sus aviesos pensamientos.
Las actitudes de la oposición son, desde nuestro punto de vista,
prudentes; están a la espera de la solución electoral por la que todo
ciudadano de bien tiene cifradas las esperanzas.
Venezuela se encuentra, desde comienzos del siglo, abonando una guerra
civil que hasta ahora es de baja intensidad. Ojalá logremos sortearla.
Caracas, septiembre 26 de 2011
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