Juan Páez Ávila
Sábado, 1 de octubre de 2011
Si la ciencia médica cubana ha alcanzado los avances que le asignan los
partidarios de la revolución cubano venezolana, o si los ¨babalaos¨
tienen el poder divino que le reconocen algunos creyentes en los
misterios de la magia, tanto los que rodean a Fidel como al Comandante
Chávez, es posible que nuestro presidente recupere la salud y las
energías para continuar al frente del Ejecutivo, pero el ¨milagro¨ lo
que no podrán realizar los cubanos es dotarlo de la fortaleza del
portaviones político que en los primeros años de su gobierno lo
convirtió en un gran elector.
Un buen cristiano debe desear que el Presidente Hugo Chávez mejore su
salud en el menor tiempo posible, pero el portaviones que en diferentes
elecciones disfrutaban candidatos a gobernadores, alcaldes y diputados
propuestos por el dedo del gran elector de otros tiempos, ya no
funcionará. Todo indica que la avería es tal, que Chávez será derrotado
en las elecciones presidenciales de 2012, y pasará a la historia como un
hombre audaz que se sirvió de las Fuerzas Armadas para montar durante
años una conspiración y tratar de asaltar el poder, y aunque fracasó, se
aprovechó de una coyuntura en la que la dirección política de la
democracia perdía el rumbo de una obligada reforma, y no resistió la
confabulación de la antipolítica, en la que ricos y pobres apoyaron al
teniente Coronel golpista, para que ganara las elecciones de 1998.
En el mundo en que vivimos es posible que Hugo Chávez, si se
salva del cáncer que amenaza su vida, pueda preservar una importante
influencia en la política nacional, si quien lo sustituye en la jefatura
del estado no cuenta con la experiencia en el manejo de una sociedad
en crisis y el conocimiento de la grave realidad del país que va a
recibir, para enfrentar amenazas de nuevas conspiraciones e impulsar una
política de desarrollo y bienestar de la mayoría de la población
venezolana.
Y aunque los aprovechadores del desbarajuste que constituyó el
gobierno de Hugo Chávez se enriquecieron ilícitamente hasta el hartazgo,
tenderán a aprovecharse también de las bondades de la democracia,
algunos tendrán que responder ante la justicia nacional e internacional
por la comisión de delitos que no prescriben. Sin la condición de
portaviones, serán muy pocos los que continúen acompañando al Comandante
Chávez, aunque no será necesario que enarbolen las banderas de patria o
muerte, sino las de patria, más democracia y vida.
Afortunadamente la Mesa de la Unidad Democrática representa,
hasta hoy, el símbolo de la recuperación de la Venezuela dividida,
destruida en su infraestructura física y carcomida en lo moral. Si esa
unidad se mantiene por dos o tres períodos constitucionales y entre los
venezolanos priva la sensatez de elegir, para un primer y único período
al candidato de más experiencia, reservándose los demás para los
siguientes, todos podremos vivir en paz y buscar el progreso sin
exclusiones.
Después de 13 años de gobierno, aupado desde un principio por
los ilusos de la antipolítica, que buscaban una cara nueva para oponerla
a los partidos políticos tradicionales, están de regreso y muchos, si no
la totalidad, adhiere a la política de la Mesa de la Unidad Democrática,
apoyan a los candidatos de los partidos y se suman a la búsqueda de una
transición que nos permita sustituir un régimen autocrático que pretende
llevarnos al socialismo totalitario impuesto por los hermanos Castro a
Cuba, por una democracia participativa en la que todos seamos
verdaderamente protagonistas, respetuosa de la propiedad privada y de
las libertades en general.
El desengaño es de tal naturaleza prominente, que se reafirma
la convicción de que la democracia, con todas sus imperfecciones,
susceptibles de corregir con el esfuerzo y participación de todos, es
una forma de gobierno y de vida a la que no debemos renunciar en ninguna
circunstancia. Es factible que esto que afirmo en el anterior párrafo,
quede patentizado con el regreso de los restos de Carlos Andrés Pérez,
el Presidente que derrotó el 4 de febrero de 1992, el golpe de estado
encabezado por el Teniente Coronel Hugo Chávez, dando un ejemplo de
coraje, de valor cívico para defender la democracia, reconocido por muy
pocos como Eduardo Fernández, y desconocido por una mayoría
circunstancial anacrónica y equivocada que se confabuló para provocar su
renuncia. En estos años, como afirmó en un programa de TV Henry Ramos
Allup, Secretario General de Acción Democrática, todos hemos aprendido a
valorar la democracia y a comportarnos como demócratas.
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