Luis Ugalde
Viernes, 7 de octubre de 2011
La ministra confiesa que el gobierno tiene ideología "socialista" y la
quiere imponer violando la Constitución. La respalda el nuevo rector de
la Universidad de la Fuerza Armada, el hacendado general, que con
fervor de neo converso, avanza aclarando la ecuación socialista-comunista
La ministra de Educación comienza el año escolar ordenando, "Tenemos que
reproducir la ideología de un Estado socialista". Esa es, según ella, la
obligación de los cerca de 25.000 centros educativos y más de 300.000
educadores del país. Lo de "socialista" es disfraz de piel de oveja para
el lobo comunista a la cubana. Pero resulta que en Venezuela no hay
ningún Estado socialista; apenas un gobierno de ideología comunista
deseoso de acabar con la Constitución democrática, porque en esta ni
siquiera se nombra el "socialismo".
La ministra confiesa que el gobierno tiene ideología "socialista" y la
quiere imponer violando la Constitución. La respalda el nuevo rector de
la Universidad de la Fuerza Armada, el hacendado general, que con
fervor de neo converso, avanza aclarando la ecuación
socialista-comunista: "Estamos comprometidos a formar en la Unefa a los
ciudadanos socialistas y comunistas del futuro".
Anticonstitucionalmente, pero quieren hacerlo. Cada vez es más frecuente
el descaro del Presidente, ministros y algún que otro general, al
proclamar su pretensión anticonstitucional de imponer un Estado
comunista. Si el Estado de verdad fuera "socialista" a la cubana, no
podrían darse ni las próximas elecciones "burguesas", ni los partidos
"títeres del imperio", ni la propiedad privada de viviendas y empresas,
ni medios de comunicación, libres y plurales, ni escuelas multicolores,
ni universidades autónomas, ni libertades ciudadanas. Un solo caudillo
iluminado, una sola TV, una sola escuela y un sumiso amén de todos.
El Estado venezolano se define por su Constitución, a la que debe
someterse el gobierno: "El gobierno de la República Bolivariana de
Venezuela y de las entidades políticas que la componen es y será siempre
democrático, participativo, electivo, descentralizado, alternativo,
responsable, pluralista y de mandatos revocables" (Constitución art. 6).
Están claros en la Carta Magna la naturaleza del Estado y los valores
ciudadanos que debe enseñar la escuela: "Venezuela se constituye en un
Estado democrático y social de Derecho y de Justicia, que propugna como
valores superiores de su ordenamiento jurídico y de su actuación, la
vida, la libertad, la justicia, la igualdad, la solidaridad, la
democracia, la responsabilidad social y, en general, la preeminencia de
los derechos humanos, la ética y el pluralismo político" (art. 2).
Valores humanos que debemos enseñar y practicar en la escuela y en la
sociedad, aunque no le guste a la ministra; cosa que está prohibida en
la sociedad cubana, que impone la fracasada ideología comunista. Por eso
en 2007 los "revolucionarios" quisieron cambiar la Constitución
venezolana. Como bien dijo el general ideólogo Müller Rojas: con esta
Constitución no se puede implantar la revolución comunista; por tanto
hay que cambiarla. Pero la propuesta de cambio fue derrotada por los
venezolanos en el referéndum. Luego, anticonstitucionalmente, el régimen
ha ido aprobando leyes propias de sociedades totalitarias y de la
constitución derrotada.
Unidad democrática. Por eso es un hecho de extraordinaria importancia y
de gran esperanza la reciente firma del compromiso de unidad democrática
entre todos los candidatos y diversos representantes de la sociedad que
quieren un futuro democrático en Venezuela. Salvar la Democracia por
encima de todo, de manera que los egos sean uncidos al carro de la
unidad y no corran como caballos desbocados al desastre.
Unidad en apoyo total a quien gane las primarias, y decididos a formar
un gobierno de unidad nacional con los mejores talentos, luego del
triunfo presidencial de 2012. Unidad imprescindible para la restitución
de la democracia inclusiva guiada por la Constitución vigente, con
defensa de la vida contra la violencia, y contra la ineptitud
gubernamental y corrupción reinantes. Unidad para el desarrollo en
libertad que convoca a toda la sociedad, mucho más allá de los partidos
firmantes; con trabajo productivo y oportunidades, en diálogo y
pluralidad descentralizada y con eficaces políticas sociales de inclusión.
En estos tiempos de frustración, el escepticismo sólo se vence
demostrando con hechos que la unidad nacional es vida sin exclusión y
que el cambio político va en serio, frente al pasado de hoy y de ayer.
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