FERNANDO OCHOA ANTICH | EL UNIVERSAL
domingo 8 de enero de 2012 12:00 AM
Un importante sector de venezolanos tiene, con toda razón, poca
confianza en los procesos electorales que se realizan en nuestro país.
Digo, con toda razón, porque es imposible no tener dudas sobre la
legitimidad y legalidad de un resultado electoral, cuando unas
elecciones presentan, y han presentado siempre, las inmensas
irregularidades que caracterizan los procesos electorales en Venezuela.
Voy a analizar este tema, lo más ampliamente posible, para darle
respuesta de esta manera a la trascendente carta pública que me hizo
llegar uno de mis lectores, el ingeniero Fernando J. Lugo B., criticando
algunos aspectos de mi anterior artículo, "Las mentiras de Hugo Chávez",
y reclamándome mi optimismo en la victoria del candidato de la oposición
democrática y la segura derrota de Hugo Chávez en las elecciones del 7
de octubre de 2012.
El ingeniero Lugo plantea con gran perspicacia su certeza de que
Venezuela no tiene destino "si las elecciones se realizan bajo el actual
esquema", pasando de inmediato a enumerar sus profundas dudas en la
imparcialidad del Consejo Nacional Electoral, un organismo controlado
totalmente por el oficialismo al estar constituido por cuatro rectores
militantes del chavismo y solo haber un representante de la oposición.
De inmediato cuestiona la forma irregular como se ha estructurado, sin
ninguna posibilidad de control de la oposición, la base de datos que se
utilizará en las elecciones de 7 de octubre. Termina preguntándose si
"existirá el consenso suficiente para defender la voluntad expresada por
el pueblo en las urnas" ante la decepción en el liderazgo que surgirá
como consecuencia de no haber denunciado estas irregularidades.
Los planteamientos del ingeniero Lugo son muy pertinentes y merecen todo
mi respeto, pero soy de los que creo que el problema de la ilegitimidad
del régimen chavista no surge realmente de las irregularidades que
pueden existir el día de las elecciones sino del irrespeto a la
Constitución Nacional y al permanente abuso de poder que, de manera
constante, realiza el régimen y, en particular, Hugo Chávez. Si usted
analiza objetivamente el problema se dará cuenta de que el fraude
electoral no ocurre en el conteo de los votos ni mucho menos. Hable
usted con los testigos de la oposición y verá que siempre ratifican que
no existe diferencia entre los votos que están en la urna y el acta que
emite la máquina. Allí no está el problema. La debilidad de la oposición
surge de su incapacidad de movilización y su falta de acceso a los
sectores populares.
Analicemos estos once años de historia para determinar la forma en que
el chavismo se ha fortalecido. En los primeros años de gobierno,
principalmente en el año 2002, el chavismo y la propia figura de Hugo
Chávez se fue debilitando por su incapacidad para enfrentar los grandes
problemas nacionales. Esta realidad, más los abusos de poder del
chavismo, nos condujo al 11 de abril. El radicalismo y la falta de
sentido político de los militares permitieron el regreso de Hugo Chávez
al poder. Esa derrota facilitó una primera purga en la Fuerza Armada. La
oposición, ante los permanentes abusos del régimen, tomó la decisión de
organizar una huelga general, con el apoyo de amplios sectores de Pdvsa.
Había grandes posibilidades de éxito, pero el radicalismo impuso la
tesis de la huelga indefinida que condujo a la derrota y a la purga de
Pdvsa.
Después de estos fracasos, la oposición tomó el camino del referendo
revocatorio. Lamentablemente, la dirigencia de ese momento no logró
obligar al CNE a realizar el referendo revocatorio en la fecha que
correspondía. Ese tiempo, más el mejoramiento de la situación económica
y las misiones le permitieron al chavismo triunfar electoralmente. El
resultado mostró un cambio muy importante en la opinión pública: el no,
59,54%; el sí, 40,74%. En lugar de analizar con sentido crítico el
resultado, se denunció fraude, preparando el ambiente para la posición
abstencionista que nos condujo al gravísimo error de no ir a las
elecciones parlamentarias. Le entregamos en bandeja de plata todo el
poder a Hugo Chávez. De todas maneras, los sectores democráticos
rectificaron al regresar, en las elecciones de 2006, al camino electoral.
Ese camino nos ha dado dos victorias fundamentales: el rechazo a la
reforma constitucional del año 2007 y el triunfo en las elecciones
parlamentarias de 2010. Ahora nos toca enfrentar las elecciones
presidenciales. No va a ser fácil, ante los constantes abusos del
chavismo, pero si los sectores democráticos, como ya es realidad, van
unidos existen posibilidades ciertas de triunfar. Habrá, sin lugar a
duda, algunas tentativas de fraude, pero hay que saber que el problema
no es el resultado que dé el CNE. Si los venezolanos mayoritariamente
tienen la convicción de la derrota de Hugo Chávez, cualquier intento de
fraude abriría una crisis política de consecuencias impredecibles. En
ese momento, aunque algunos generales hablen tonterías, la Fuerza Armada
tendría la última palabra. Su obligación es cumplir y hacer cumplir la
Constitución Nacional.
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