Gustavo Coronel
Domingo, 8 de enero de 2012
Lo que está pasando en PDVSA y sus conflictos con una multitud de
empresas en los centros internacionales de arbitraje no es para ser
tratado como un torneo deportivo. Es una verdadera tragedia que la lleva
a lo más profundo del foso del desprestigio.
ExxonMobil ha introducido dos reclamos contra PDVSA ante centros
internacionales de arbitraje, uno en París y otro en Washington. La
querella más restringida, la presentada en París, acaba de ser decidida
a favor de ExxonMobil por la cantidad de $908 millones, una suma cercana
al valor en libros de lo que ExxonMobil alegó le había sido expropiado
por PDVSA sin indemnización. La segunda querella, en el Banco Mundial,
en Washington, aún no ha sido decidida y, en vista del antecedente de
París, pudiera ir también en contra de PDVSA por un monto difícil de
pronosticar.
Lo que sorprende es la manera como estos juicios son vistos por agencias
noticiosas internacionales y por leídos analistas venezolanos. Son
vistos esencialmente como una contienda donde, simplemente, uno gana si
obtiene una gran compensación o pierde si la compensación es menor a la
esperada. No son vistos en su más amplia dimensión, por lo que
significan en materia de derecho internacional, de responsabilidad
corporativa y del significado real de la llamada soberanía nacional.
Lo que leemos en mucha de la prensa y de los blogs de analistas es que
para algunos PDVSA "ganó" y ExxonMobil "perdió", mientras que para otros
la cosa fué al revés, siempre en términos monetarios. El asunto se ha
tratado casi como un partido entre el caracas y el Magallanes. Por
supuesto, el dinero es importante pero los principios deberían ser aún
más importantes.
Por ejemplo:
(1), Un principio que se ha robustecido es que las desaveniencias entre
dos empresas, aunque una de ellas sea propiedad de un estado soberano,
deben ir a un arbitraje internacional independiente de las partes. Esto
es algo que el régimen de Chávez ha tratado de desconocer, en el nombre
de una pretendida soberanía nacional que no es tal. Esa pretensión de
Chávez se acabó y, aunque siga hablando de ello, los contratos firmados
con empresas extranjeras tienen todos una claúsula de arbitraje
internacional (los Chinos sobretodo le dieron un palo cochinero al
concepto de soberanía que pretendía Chávez, incluyendo en sus
controversiales contratos de préstamo con Chávez severas claúsulas de
este tipo).
(2), Otro principio que ha sido reforzado con esta decisión es el de la
responsabilidad corporativa. Si una empresa pretende escudarse detrás de
su condición de empresa del estado soberano, eso no le funciona. Si hace
algo impropio en el campo de sus relaciones con otras empresas debe
pagar por ello.
(3), Otro principio que está en juego en este asunto es el del buen
nombre de una empresa, un buen nombre que es esencial si esa empresa
desea hacer negocios internacionales, obtener financiamiento externo y
atraer socios para sus proyectos. Ganar o pagar poca indemnización en un
conflicto ofrece una ilusión de ganancia porque la verdad es que, con
cada conflicto, sufre la credibilidad y el atractivo comercial de la
empresa. Hoy dia PDVSA enfrenta casi 20 litigios internacionales. En los
centros de la industria petrolera mundial debe ser percibida como una
pandilla de malandros. Y, en efecto, de lejos lo parece pero de cerca lo es.
Lo que está pasando en PDVSA y sus conflictos con una multitud de
empresas en los centros internacionales de arbitraje no es para ser
tratado como un torneo deportivo. Es una verdadera tragedia que la lleva
a lo más profundo del foso del desprestigio
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