Tulio Hernandéz
Lunes, 9 de enero de 2012
El tirano que degrada con su presencia la tierra venezolana se halla
desde el año 2005 al frente del Gobierno de su país. Y, desde entonces,
a la manera de los cubanos de Fidel, ha convertido a Venezuela en una
especie de segunda sede de su gobierno desde donde hace suculentos negocios.
El segundo domingo de 2012 habrá un tirano más en territorio venezolano.
Otro de la estirpe de mandones de nuevo cuño, por suerte en precoz
decadencia, que, a la manera de Putin, han venido a renovar el rostro de
los totalitarismos de siempre convertidos ahora en autoritarismo del
siglo XXI, y los han maquillado con legitimidad electoral.
El tirano que hoy degrada con su presencia la tierra venezolana se halla
desde el año 2005 al frente del Gobierno de su país. Y, desde entonces,
a la manera de los cubanos de Fidel, ha convertido a Venezuela en una
especie de segunda sede de su gobierno desde donde hace suculentos
negocios, cocina estrategias internacionales para desarrollar su feroz
odio antioccidental y, sobre todo, como bien lo ha demostrado la
periodista Fabiola Zerpa en una excelente saga periodística publicada en
este mismo diario a finales del año pasado, encuentra apoyo económico
del Gobierno bolivariano y busca materias primas como el uranio que
requiere con urgencia en su carrera armamentista nuclear.
El lector ya debe saber que hablamos de Mahmoud Ahmadinejad, el hombre
que condujo la sangrienta represión contra los iraníes que protestaban
el fraude electoral cometido en las elecciones presidenciales del año
2009, gracias al cual sigue aún en el poder. El mismo que ordenó
encarcelar miles de opositores, centenares de los cuales han sido
vejados sexualmente por sus carceleros en represalia a sus posturas
ideológicas.
El que poseído por su fanatismo religioso sin límites sostiene
públicamente que el holocausto judío nunca existió. Y el mismo que ha
predicado sin pudor alguno que es necesario borrar de la faz de la
tierra a todos y cada uno de los habitantes de Israel, por lo que muchos
suponen que el armamento nuclear en el que, sin duda, trabaja podría ser
utilizado para ejecutar ese deseo.
En asuntos de fanatismo y perversión el hombre del que hablamos tiene
pedigrí. Fue uno de los más importantes instructores de los Basiji
Mostazafan, organización fundada en 1979 por el ayatolá Jomeini en medio
de la guerra Irán-Irak. Los campos minados eran un problema para el
Ejército iraní. Se intentó limpiarlos utilizando asnos, ovejas y perros.
Pero los animales al escuchar una explosión huían. Entonces decidieron
utilizar personas de pequeño tamaño y crearon los basiji, brigadas de
niños que, armados de una llave de plástico en el cuello que les
aseguraba su entrada en el paraíso, ofrecían sus vidas en la tarea de
hacer estallar las minas. Eso sí, los jefes tenían el cuidado de
envolver previamente a los niños en alfombras para evitar que sus
cuerpos se dispersaran una vez que la explosión los sacara de este mundo
sin escala hacia la eternidad.
Además del pueblo judío y la cultura occidental, Ahmadinejad tiene otras
obsesiones. Una de ellas son los homosexuales, a los que su régimen
persigue sin descanso. No por casualidad una página web española
defensora de la diversidad sexual, luego de una consulta abierta, acaba
de declararlo "Homofóbico del año 2011" entre otras razones por haber
declarado que Irán era un país libre de homosexuales.
La otra es el temor al poder crítico de la creación artística,
especialmente del cine. Los cineastas son perseguidos con procedimientos
y dictámenes propios de la Edad Media. El gran director Jafar Panahi,
figura de gran peso en la cinematografía europea, fue condenado a seis
años de cárcel y a veinte sin poder realizar una película, bajo el cargo
de "hacer propaganda contra el régimen". La actriz Marzieh Vafamehr fue
también condenada, el año pasado, a un año de prisión y noventa
latigazos por el delito de "actuar en una película vulgar". Y por los
menos treinta cineastas más se hallan en el exilio huyendo del calabozo
que les aguarda en Teherán.
Este currículo tenebroso será ocultado por estos días en los medios y
las declaraciones oficiales. Para los rojos Ahmadinejad, al igual que
los cuadros de la ETA y de las FARC, Gadafi y Hussein, son héroes de la
lucha contra el imperio.
Dime con quién juegas a la guerra nuclear y te diré quién eres.
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