Wednesday, January 11, 2012

Los déspotas y su antiimperialismo

Ahmadineyad, Chávez

Los déspotas y su antiimperialismo

¿Por qué hoy la noción del antiimperialismo ha pasado a ser solo
patrimonio de dictadores, tiranos y autócratas, es decir, de la escoria
del planeta?

Fernando Mires, Oldenburg (Alemania) | 11/01/2012

"Debe sufrir mucho Venezuela bajo la bota norteamericana para que ese
caballero abrace con tanto cariño al tirano persa" —me dijo una de esas
personas que no tiene la menor idea de política y con las cuales, por
salud mental, nunca hay que perder contacto. "Qué va a sufrir señora"
—contesté—, "Ese caballero no solo ha incrementado las ventas de
petróleo a EEUU; además ha doblado las importaciones con respecto a ese
país". "Entonces ¿por qué es antiimperialista?" —preguntó—. Estuve a
punto de decirle que lo llamara por teléfono, pero opté por encogerme de
hombros. Ahí me di cuenta, y por enésima vez, que las preguntas más
ingenuas son las más difíciles de responder pues vienen de ese lugar que
toda ideología ignora. Ese lugar se llama "sentido común".

¿Por qué Chávez y sus epígonos del ALBA son antiimperialistas? La
pregunta lleva a otra más ingenua: ¿Por qué los gobiernos
antiimperialistas de América Latina son los menos democráticos del
continente? Y esa, a su vez, a una tercera pregunta todavía más ingenua:
¿Por qué las dictaduras más horrendas de la tierra —entre varias:
Mugabe, Kim Jong, Gadafi, Hasad, los Castro, Ahmadineyad— han sido y son
antiimperialistas?

Parece haber, efectivamente, una relación sórdida entre despotía y
antiimperialismo. Compruébelo usted mismo: mientras menos democrático un
gobierno, más antiimperialista es. Si yo creyera que la historia se rige
por leyes, ésta sería, sin duda, una de ellas.

Historias del imperialismo hay cientos, si no miles. No hay, en cambio,
según mi conocimiento, ninguna historia del antiimperialismo. Debería
haber, pues ahí nos daríamos cuenta cómo la que fue una vez noble idea
tuvo un origen democrático, origen que en el transcurso de la historia
fue pervirtiéndose más y más, hasta llegar a ese estadio lamentable que
hoy ofrece.

Si tuviéramos que escribir esa historia, no deberíamos partir de Karl
Marx pues el sabio alemán nunca desarrolló ninguna teoría
antiimperialista. Todo lo contrario: para Marx la expansión del capital
cumplía una función civilizadora. Y quien no crea, revise por favor los
artículos que Marx escribió en el Reihnische Zeitung (1842) en torno a
la "necesaria" colonización de China e India por Gran Bretaña.

Nos daríamos cuenta, además, que los primeros teóricos del
antiimperialismo eran profundamente democráticos. El inglés John Hobson
era liberal, el médico austriaco Rudolph Hilferding, socialdemócrata, y
Rosa Luxemburg, una demócrata radical. Lenin, quien también provenía de
la socialdemocracia, fue marcado por las tesis evolucionistas de
Hilferding hasta el punto de que su trabajo "El Imperialismo fase
superior del capitalismo" (que en otros idiomas fue traducido como "fase
final" o "última etapa" del imperialismo) es una copia fiel del
"Capitalismo Financiero" de Hilferding.

Podríamos también observar cómo Stalin usó el concepto "imperialismo" de
acuerdo a las necesidades externas de su imperio. En la fase
"izquierdista" Stalin impuso la tesis relativa a que socialdemocracia y
fascismo eran las dos caras del imperialismo. Durante el periodo del
"pacto de no agresión" (1939), la Alemania nazi dejó de ser para Stalin,
imperialista. Volvió a serlo después de que Hitler traicionara a Stalin.
Durante la Guerra, Stalin no designó como imperialistas a sus aliados y
EEUU fue evaluado desde la URSS como nación "progresista".

Del mismo modo podríamos comprobar cómo la frase "imperialismo
norteamericano" fue pronunciada por primera vez por Stalin y no por
Eduardo Galeano. Ocurrió el año 1948 cuando el presidente Truman se
pronunció en contra de la expansión de la URSS en Europa. Stalin es, en
ese sentido, el autor de dos tesis esencialmente antimarxistas: la del
"socialismo en un solo país" y la del "imperialismo en un solo país".

Y no por último: nos asombraríamos al indagar cómo, desde China, Mao
impuso la tesis del "social-imperialismo" representado según él —!qué
ironía!— por la URSS. En los primeros escritos maoístas el "social
imperialismo" ruso era, en efecto, parte del imperialismo mundial. Luego
pasó a ser, en la opinión de Mao, "la parte fundamental del imperialismo
mundial". Después de la famosa entrevista entre Mao y Kissinger (1972),
el "imperialismo norteamericano" dejó de existir para los chinos. Hasta
ahora, por lo menos.

Al finalizar la Guerra Fría el concepto de imperialismo parecía
condenado a muerte. Quien consiguió revivirlo, ya no teórica sino
emocionalmente, fue el presidente Bush al cometer uno de los errores más
grandes de la política exterior norteamericana: la invasión a Irak
(sobre ese tema me referiré en un próximo artículo).

¿Por qué hoy la noción del antiimperialismo ha pasado a ser solo
patrimonio de dictadores, tiranos y autócratas, es decir, de la escoria
del planeta? ¿Será porque los déspotas necesitan de un enemigo externo
para justificar su poder? ¿Será porque necesitan una razón externa para
reprimir, explotar y masacrar a sus pueblos? ¿Será por resentimientos
sociales en contra de todo lo que es moderno, democrático o simplemente
libre? ¿Será por sus propios complejos de inferioridad? ¿Será por el
anti-norteamericanismo lindante en el racismo que profesan? ¿O
simplemente por ignorancia? ¿O será debido a ese inevitable delirio
persecutorio que, como si fuera un cáncer, se apodera de la mente de
cada dictador?

Mi tesis es la siguiente: ninguna de esas suposiciones es "la causa".
Pero todas juntas, y a la vez, son "la causa".

Este ensayo apareció originalmente en POLIS, el blog del profesor
Fernando Mires. Se reproduce con la autorización del autor.

http://www.cubaencuentro.com/internacional/articulos/los-despotas-y-su-antiimperialismo-272759

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