Wednesday, January 11, 2012

El año de la verdad

El año de la verdad
Teodoro Petkoff
Miércoles, 11 de enero de 2012

La primera parte, no por breve, posee menos importancia que la segunda.
Se trata de una experiencia, la de las primarias para seleccionar el
candidato único y unitario de los adversarios del gobierno, que deberá
enfrentar, hasta nuevo aviso, a Hugo Chávez.

Llegamos pues, al año de la verdad. El año en el cual vamos a decidir
electoralmente parte importante de nuestro destino como país. El año
está dividido en dos partes. Una muy breve, que compete estrictamente a
la oposición, y otra más extensa, hasta octubre, que atañe a la nación
entera.

La primera parte, no por breve, posee menos importancia que la segunda.
Se trata de una experiencia, la de las primarias para seleccionar el
candidato único y unitario de los adversarios del gobierno, que deberá
enfrentar, hasta nuevo aviso, a Hugo Chávez. La suerte de la oposición
está estrechamente asociada al éxito de esta jornada.

Hasta ahora, salvo alguno que otro escarceo sin importancia, los
partidos de la oposición han dado una demostración de notable madurez,
con un comportamiento sereno, eludiendo provocaciones y manteniendo una
invariable línea democrática. Si el proceso, para el cual queda apenas
un mes, culmina tal como hasta ahora se ha desenvuelto, y la oposición
escoge su candidato sin brollos, ateniéndose al compromiso de respetar
al ganador y unirse todos en torno a éste, las perspectivas de victoria
comenzarán a tomar cuerpo. Porque vencer a Hugo Chávez es ya
matemáticamente posible.

De hecho, las últimas confrontaciones electorales han colocado en el
escenario una oposición que ha ganado tres de cinco, perdiendo las otras
dos por márgenes muy estrechos.

Pero una posibilidad matemática no es una garantía de victoria política.

Chávez es un poderoso adversario electoral, lleno de recursos y
completamente carente de escrúpulos. Derrotarlo requiere poner en
tensión todas las fuerzas políticas que se le oponen y superar toda
tentación triunfalista.

Además, ha comenzado a poner en juego el temible instrumento de la
intimidación. Sus recientes jugadas tácticas, apuntan en un sentido non
sancto. La resurrección de Diosdado Cabello, acompañado de su supuesta
fama de "duro", y la designación del general Henry Rangel Silva como
ministro de la Defensa hablan por sí mismas. No debe olvidarse que hasta
han emitido declaraciones en el sentido de desconocer un eventual
triunfo de la oposición. Aunque en esos acomodos haya alguna tela que
cortar, en especial el caso de Cabello, no atribuible exclusivamente a
la voluntad del Presidente, lo cierto del caso es que salta a la vista
la intención intimidatoria. Chávez se orienta, obviamente, a dar una
tónica militarista a su campaña electoral.

Pero no le va a funcionar. Esta vez Chávez enfrenta una oposición unida,
plenamente conciente de la necesidad vital de esa unidad, y que, para
decirlo de una vez, no le tiene miedo. Es una oposición fogueada en
trece años de lucha.

De manera que tenemos trabajo que hacer. Pero esta vez el camino es
claro y es recto. Ya tan sólo eso es una ventaja con respecto a la
enredada madeja que ha sido la historia de la oposición al chavismo. Por
lo tanto el temple con que debemos mirar el futuro inmediato tiene que
ser de asertividad, de confianza en nosotros mismos y, si cabe, de
alegría y fraternidad.

http://www.analitica.com/va/politica/opinion/3205837.asp

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