Gustavo Coronel
Viernes, 26 de agosto de 2011
Los venezolanos podemos, como sociedad, evolucionar hacia estadios
superiores de ciudadanía. Requeriremos toda una política de estado
diseñada inteligentemente y ejecutada con perseverancia para convertir
al gentío en ciudadanos..
Alma de limosneros... sociedad sin futuro
Ser ciudadano es más que ser habitante.
C=h+sd+ss; C es Ciudadanía, h es habitante, sd es sentido del deber y ss
es solidaridad social.
En el Japón, después del terremoto y del tsunami que causó muerte y
destrucción, los ciudadanos japoneses han devuelto a sus dueños el
equivalente de U.S. $78 millones recuperados de bolsos y carteras
encontrados en las calles, así como unos $30 millones que se encontraban
en cajas de seguridad que flotaban en el mar después de la tragedia,
además de barras de oro y antiguedades.
Esto contrasta con la actitud de otros pueblos en presencia de la
tragedia. Hace unos meses se volcó en una carretera nuestra un camión de
cochinos, aprisionando al conductor y a su ayudante en la cabina. Los
testigos de la tragedia se abalanzaron sobre el camión, no para ayudar a
las víctimas, sino para salir, cada quien, con "su" cochino al hombro.
Algo similar sucedió en la autopista Caracas-Valencia, esta vez con un
cargamento de racimos de cambur. Nadie se preocupó por las víctimas sino
por llevarse "su" racimo (ver foto arriba).
Esta diferencia entre la actitud del japonés y del venezolano no es
accidental aunque tampoco sea cromosómica. Es un producto cultural. En
el Japón hay una mayoría de ciudadanos, nosotros todavía somos un
gentío. El japonés ha cultivado la cultura del Bushido, nosotros la
cultura del "cuanto hay pá eso". Les aseguro que no es lo mismo.
Los venezolanos podemos, como sociedad, evolucionar hacia estadios
superiores de ciudadanía. Requeriremos toda una política de estado
diseñada inteligentemente y ejecutada con perseverancia para convertir
al gentío en ciudadanos. Se puede hacer. Otros países lo han hecho.
Dejémonos de hablar bolserías y de usurpar el nombre de Bolívar para
cualquier arepera y emprendamos la tarea de cambiarnos el alma, a fin de
dejar de ser pordioseros y llegar a ser ciudadanos en plena posesión de
nuestro espíritu.
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