Tuesday, August 30, 2011

Hugo y Benito

Publicado el lunes, 08.29.11

Hugo y Benito
Pedro Corzo

El histrionismo de Hugo Chávez tiene semejanzas con el de Benito
Mussolini. El déspota italiano también disfrutaba mucho del espectáculo,
sus actuaciones públicas podían ajustarse a una pieza teatral sin muchos
esfuerzos.

Pero en honor a la verdad, el mandatario venezolano supera a su
predecesor. Chávez tiene menos inhibiciones, y por eso le da igual
participar en un partido de pelota o interpretar "Yo soy el Rey", sin
especificar si su monarquía es absoluta o constitucional.

Chávez también gusta humillar a los más altos funcionarios de su
gobierno. Hace que un general se disfrace de Simón Bolívar, reúne a
varios de sus ministros más importantes para hacer ejercicios e
inclusive su vicepresidente le puede servir como caballete para exponer
"una obra maestra".

El mandatario incurre en el ridículo, pero también obliga a sus más
importantes funcionarios a caer en una bufonería que les degrada a
ellos, y a toda la nación venezolana.

El gobernante venezolano disfruta el baño de multitudes. Mussolini lo
hacía desde el palco de Venecia y Chávez desde el balcón del Pueblo de
Miraflores. La adicción al culto a la personalidad les une. Chávez gusta
impresionar a los espectadores y por eso cae en lo burlesco con
frecuencia. Una de sus diferencias con el dictador italiano estriba en
que Mussolini era un actor serio, dramático, y el venezolano, las más de
las veces, se comporta como un bufón.

Hugo Chávez impulsa un populismo muy parecido al que en su momento
practicó Mussolini. Sus promesas van más allá de las posibilidades de
cumplirlas. Su discurso está orientado a satisfacer las quimeras más
absurdas, ya que desde su perspectiva lo importante no es hacer, sino
decir lo que la gente quiere escuchar.

Ambos gobernantes encontraron sociedades en las que fueron valorados
como capaces de resolver todos los problemas que enfrentaba el país.
Contaron con un amplio apoyo de las clases populares y el respaldo de
amplios sectores de la clase dirigente, incluyendo los medios de prensa.

Mussolini practicaba un nacionalismo y militarismo extremo, función en
la que Chávez le imita a la perfección. Pues ha invertido miles de
millones de dólares en fortalecer las fuerzas armadas y en la creación
de una milicia que tiene muchos parecidos con las Camisas Negras, que
sirvieron con eficiencia al dictador italiano.

El nacionalismo de estos individuos no confronta con su proyección
hegemónica. Buscan influenciar en todos los movimientos políticos de la
región y llevar al poder en cada país del hemisferio a los que comparten
sus puntos de vista. Si en alguna medida Mussolini pretendió reconstruir
el imperio romano apropiándose de Albania y territorios africanos, el
bolivarianismo de Hugo Chávez pasa por una Gran Colombia que esté bajo
su control, aunque para ello tenga que aceptar los procónsules que elija
cada país.

Otro factor común es que Mussolini se buscó de aliado a Adolfo Hitler y
Hugo Chávez se ha convertido en un incondicional de Fidel Castro. Sin
dudas que el tipo de relación entre Alemania e Italia eran diferentes a
las que sostienen los gobiernos de Cuba y Venezuela, porque Chávez,
aunque soporta el totalitarismo insular, está subordinado emocionalmente
a Fidel Castro, lo opuesto a la dupla Hilter-Mussolini.

Hugo Chávez dirigió un golpe de Estado pésimamente organizado, que a
pesar del fracasó, le proyectó nacionalmente. Por su parte los tontos
útiles, subestimando al golpista, confiaron que podían beneficiarse de
las dolorosas consecuencias del suceso.

Mussolini protagonizó la Marcha sobre Roma, y tomó el poder. Aquello fue
también una especie de golpe, porque la base popular de su protesta le
dio la victoria.

Mussolini se tomó su tiempo para crear un gobierno fascista. Chávez hizo
otro tanto para tener un régimen rojo rojito.

Chávez, como su mentor Fidel Castro, tiene la habilidad de convertir los
más rotundos fracasos en éxitos, porque siempre encuentran enterradores
que les hagan el trabajo sucio. Si Chávez tuvo la sangrienta pifia del
golpe de febrero de 1992, Castro tuvo su cuartel Moncada y el naufragio
del Granma.

Por supuesto que hay factores comunes a todos los déspotas, llámense
Adolfo Hitler, Fidel Castro, Mao Tse Tung o Vladimir Lenin.

La persecución y el sectarismo les identifican. En ellos está la pasión
antes que la razón. Silencian a quienes les denuncian por abusos de
poder o simplemente por malas decisiones. La intimidación y la
difamación junto al soborno o el chantaje, están siempre presentes en
sus mandatos. El delirio de grandeza les conduce a procurarse grandes y
poderosos enemigos, aunque al final de cuentas quienes pierden son los
pueblos que desgobiernan.

Periodista de Radio Martí.

http://www.elnuevoherald.com/2011/08/29/1013912/pedro-corzo-hugo-y-benito.html

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