Maruja Tarre/El Universal
Sábado, 27 de agosto de 2011
Tanta mentira descarada, al inicio de una campaña electoral, sólo indica
mucho temor por parte de los que se creen amos del poder.
Llevo semanas oyendo en los discursos del Presidente, en los medios de
comunicación oficiales, así como en los debates de la Asamblea Nacional,
múltiples y peregrinas teorías sobre supuestas conspiraciones de la MUD.
Dos cartas, totalmente inocuas, se convierten de repente en pruebas
fehacientes de los contactos de la oposición venezolana con sus
financistas internacionales. La justa preocupación por el destino de las
reservas internacionales del país es, según el chavismo, demostración de
traición a la patria y deseo de desestabilizar los entes monetarios
nacionales. Unos mensajes por Twitter de Roger Noriega, son la evidencia
flagrante del intervencionismo del Departamento de Estado.
Yo había oído historias sobre la teoría goebbeliana según la cual una
mentira mil veces repetida se convierte en verdad. Pero nunca había
visto cómo dicha teoría se pone en práctica. Los parlamentarios
chavistas, con las cartas de la MUD sobre financiamiento a la OEA en sus
manos, desvirtuaban totalmente su contenido. Las denuncias de
funcionarios del BCV sobre el traslado de los lingotes de oro
súbitamente se convertían en informaciones de la CIA. Roger Noriega, sin
ningún vínculo con la administración Obama, se transformaba en factótum,
empleado del Departamento de Estado, de "la gusanera cubana" y de los
servicios secretos; líder espiritual de la oposición y agente del
narcotráfico.
Todo esto sería risible por su infantilismo primitivo, si no fuera
repetido a diario por el gobierno y por el Presidente mismo, acompañando
sus "denuncias" de epítetos inadmisibles en una contienda democrática.
Tanta mentira descarada, al inicio de una campaña electoral, sólo indica
mucho temor por parte de los que se creen amos del poder.
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