Vladimir Villegas
Miércoles, 31 de agosto de 2011
La rapidez con la cual los órganos de justicia actuaron en el caso del
reportaje de Sexto Poder, en el que se ofende a las mujeres que
encabezan varios de los poderes públicos, contrasta con las respuestas
evasivas que en no pocas oportunidades dan los voceros del psuvismo,
cuando se les inquiere sobre el uso de los medios del Estado para el
agavillamento moral
El caso de Sexto Poder nos lleva nuevamente a reflexionar sobre temas
que han sido particularmente polémicos en estos años, como son la
libertad de expresión y el ejercicio responsable del periodismo.
Ambos valores no tendrían que estar en contradicción sino que deberían
ser complementarios, para que la sociedad nunca se vea en la dicotomía
de escoger uno en detrimento del otro. No estoy de acuerdo con el cierre
de medios y cualquier medida restrictiva de la libertad de un periodista
siempre es una mala noticia, independientemente de las causas que la
originen, pero tampoco creo en la solidaridad automática con quien
ejerza de manera irresponsable o inescrupulosa el periodismo. Esta
profesión no puede ser utilizada como canal para la guerra sucia, para
el irrespeto del otro, para la descalificación de quien piense distinto,
o de quien defienda proyectos políticos que en esencia sean opuestos al
que nosotros compartimos.
No puede haber una doble conducta frente al uso de los medios para la
guerra sucia, para el insulto o para estimular el odio. Y
lamentablemente, en la Venezuela de hoy se nota a leguas que existe ese
doble rasero. Para quienes comandan las instituciones del Estado
venezolano, los insultos, las vulgaridades, las difamaciones y las
incitaciones a la cayapa y al pase de factura contra la disidencia
política, sea de origen opositor o incluso de procedencia chavista, no
son tales sin son proferidas desde los medios que el Gobierno controla.
Allí reina prácticamente la impunidad, y veremos si se confirma esta
afirmación una vez que sepamos si pro cede la acusación contra el
conductor de LaHojilla por las ofensas a María Teresa Castillo, apenas
uno de los quizás cientos de casos de ciudadanos que han sido salpicados
por la venenosa saliva de ese individuo.
La rapidez con la cual los órganos de justicia actuaron en el caso del
reportaje de Sexto Poder, en el que se ofende a las mujeres que
encabezan varios de los poderes públicos, contrasta con las respuestas
evasivas que en no pocas oportunidades dan los voceros del psuvismo,
cuando se les inquiere sobre el uso de los medios del Estado para el
agavillamento moral. En definitiva, hay un doble rasero frente a este
tema. Nos incomoda el periodismo que adversamos, pero somos
complacientes y solidarios cuando la grosería, el chantaje mediático, la
descalificación y el insulto sin medidas proviene de algún "camarada",
palabra por cierto con la cual se llenan la boca unos cuantos pseudo
revolucionarios, que no más hace pocos años se postraban ante editores
expertos en producir basura. Dígame si no es así, señor Silva...
En relación al caso de Sexto Poder, para nada comparto el tenor de ese
escrito, en el cual se ofende a varias funcionarias. A algunas de ellas
las he criticado por su actitud frente las instituciones que dirigen,
pero jamás avalaré que se haga uso de un lenguaje escatológico para
cuestionar a nadie. Debemos dar ese debate sin prurito alguno y sin
visiones polarizadas que nos lleven a la misma conclusión de que el
periodismo de cañería vale cuando el excremento va dirigido a nuestros
adversarios, y es cuestionable cuando embadurna a uno de los nuestros. Y
fíjense ustedes que los extremos terminan pareciéndose. No hay
diferencia entre lo que se hace desde la pantalla del canal del Estado
en algunos de sus espacios y lo que se publicó en el semanario Sexto
Poder. Apelan a lo mismo, a los sentimientos más bajos, a la
descalificación de la persona, al lenguaje escatológico cuando no se
encuentran o no se quieren encontrar argumentos de peso, sustentados e
incluso decentes para criticar al otro...
Frente a ese tipo de periodismo marco distancia, y creo que la mayoría
de los venezolanos también.
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