Wednesday, August 31, 2011

Preguntas para el censo

Opinión| 31/08/2011

Preguntas para el censo

¿Qué pasó con esos niños huelepega que la cuarta república le dejó a la
revolución? ¿En qué se convirtieron cuando saltaron de la adolescencia a
la edad adulta? Si el Censo poblacional tiene incluida las verdaderas
interrogantes que aqujan al ciudadano en vez de la pazjuatada esa de que
le pregunten a una rubia de ojos verdes si se siente indígena o
africana, me anotaría a contestarle al empadronador

Cada vez que alguien lee las noticias de sucesos o queda atrapado en la
narración de los noticieros de radio o de televisión, cuando refieren el
drama de cadáveres que ingresan a la morgue los fines de semana, no
puede dejar pasar un hecho aterrador y asombroso: entre las víctimas de
la inseguridad la edad promedio fluctúa entre los 20 y 25 años.

Desde luego que Venezuela está poblada por una mayoría de jóvenes, y
esta simple constatación sería suficiente para despachar matemáticamente
el asunto. Pero no es muy sencillo. Siempre habrá, por ejemplo, quien
recuerde aquella promesa del entonces candidato triunfante Hugo Chávez,
quien la noche del 6 de diciembre de 1998, al saberse Presidente electo,
dijo "Yo, Hugo Rafael Chávez Frías, me prohíbo a mí mismo que haya niños
de la calle. Seré el primer culpable si hay niños de la calle en
Venezuela". Lo afirmó, por cierto, en la sala del Ateneo de Caracas que
años más tarde "expropiaría" para crear una escuela de arte
revolucionaria, de cuyos resultados nadie es capaz de informar nada.

No es mi intención atribuirle la totalidad del gravísimo problema de la
inseguridad al gobierno de Hugo Chávez, sabido es, como aseguran los
especialistas, que se trata de un fenómeno multifactorial, pero en el
que el componente político exhibe un alto grado de presencia. Cuando
estalló la crisis de El Rodeo, por ejemplo, no hubo quien no se
preguntara si esos reclusos y sus pranes, con edades entre 20 y 24 años,
serían los mismos niños de la calle que el Comandante juró insertar a la
sociedad, y que en un acto de desafío prometió, de no cumplir, cambiarse
el nombre.

Porque ¿qué pasó con esos niños huelepega que la cuarta república le
dejó a la revolución? ¿En qué se convirtieron cuando saltaron de la
adolescencia a la edad adulta? ¿Quiénes de ellos fueron rescatados por
algún organismo del Estado, si no es un secreto que en su "operación
desarme de las instituciones", este gobierno desmanteló el Inam y se
aferró a los dictámenes de la Lopna, pero no construyó centros de
educación para niños infractores? ¿Verdad que desespera darle vuelta a
la cabeza y establecer, porque no existen herramientas posibles de
estudio, que muchos de esos niños de la calle cambiaron la fría acera
por el pabellón azul de La Máxima, en Tocuyito?

¿A usted no le aterra pensar que esos pobres gamines fueron echados al
olvido, como se olvidaron de construir viviendas y reparar carreteras, y
cuando cumplieron los veinte años asumieron con una pistola en la mano
su propio destino? Si en el Censo poblacional que está por comenzar
tiene incluida tales interrogantes y en vez de la pazjuatada esa de que
le pregunten a una rubia de ojos verdes si se siente indígena o
africana, nos formularan este tipo de inquietudes que tienen que ver más
con nuestras vidas en peligro, yo, con el mayor placer, me anotaría a
contestarle al empadronador. Sin necesidad de cambiarme el nombre, ni
falsear el número de habitaciones de mi apartamento.

http://talcualdigital.com/Nota/visor.aspx?id=57827&tipo=AVA

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