Sunday, August 28, 2011

Dieterich

Dieterich
Américo Martín
Domingo, 28 de agosto de 2011

El fracaso del régimen es tan universal que nada puede hacerse ya con
él, salvo aprovechar las elecciones para cambiarlo pacífica y
constitucionalmente. Además las reflexiones de Dieterich y El Troudi
resultaron inconsistentes. El sistema de producción e intercambio de
equivalentes que propusieron no pudo con el mercado, el precio, el
beneficio, el dinero y la estrechez mental de la nomenclatura.

...al convertir Chávez a Gadafi en un héroe socialista y bolivariano,
todo el asunto asumió aspectos cantinflescos" Heinz Dieterich

1 Tuve con Dieterich un breve y cordial intercambio epistolar iniciado
después y no antes de que apareciera un libro que escribimos Freddy
Muñoz y yo, cuyo título es Socialismo del siglo XXI: ¿huida en el
laberinto? (editorial Alfa, 2007).

No sé si con posterioridad a nuestro intercambio, Dieterich tuvo acceso
a este escrito, ni si fue ese hecho el que lo interrumpió. Tanto Freddy
como yo habíamos hecho un crudo análisis de su obra, digamos, clásica:
Hugo Chávez y el socialismo del siglo XXI, editada por primera vez en
Venezuela en 2005.

En aquel momento este prolífico escritor admiraba al presidente Chávez,
como igualmente a Fidel Castro, y más que eso era uno de los artífices
de una teoría socialista que, para desvincularse del colapsado
socialismo real, se denominó del siglo XXI. Había creído descubrir que
el proceso dirigido por Hugo Chávez abría la posibilidad de aggiornar el
pensamiento de Marx, y de erradicar la enfermedad de la centuria, como
en su opinión la definió Simón Rodríguez: una sed insaciable de riqueza
bajo tres formas de delirio: traficomanía, colonomanía y cultomanía.

Chávez "no sólo trasciende el alcance geopolítico de la praxis de
liberación de Simón Bolívar sino que actúa a semejanza de Napoleón
Bonaparte". ¿Tenía necesidad de incurrir en tales ditirambos este hombre
culto, independiente y, pese a la estúpida calumnia de un diputado
oficialista, de certificada integridad?

2 Podría decir que lo comprendo. Dieterich es un intelectual inquieto
que vio con ojos de inocencia la posibilidad de construir con Chávez un
sistema comunista, científico y emancipador, tal vez como se lo
explicaba Marx a Weydemeyer el 5 de marzo de 1852: "la lucha de clases
lleva necesariamente a la dictadura del proletariado, y esa dictadura no
representa más que una transición... hacia una sociedad sin clases
sociales".

Por cierto, Dieterich no es incondicional de Marx y como se fue viendo,
menos de Fidel y Chávez.

Basa su adhesión al nuevo socialismo en los avances de la ciencia
contemporánea, y precisamente en ese punto chocó con una muralla de
intereses creados, mezquindades e ignorancia que lo llevaron a la
ruptura con el presidente Chávez. Quería que Chávez convocara a la
vanguardia del pensamiento científico socialista, "pero en lugar de dar
ese paso, gastó millones de dólares en un elefante blanco de
intelectuales elitistas, cuyas proclamaciones no interesan a nadie".

¿Por qué sin embargo Freddy y yo decidimos rebatir las teorías
esgrimidas por este exponente del extraño socialismo pregonado sin el
menor rigor, por el presidente Chávez? Porque en un aspecto que
explicaré, superaba a otros dudosos ideólogos del proceso.

Escarbando en escritos de socialistas gubernamentales, lo que
encontrábamos era retórica condenatoria anticapitalista, ingeniosa en
algún caso, pero sin nada que decir del socialismo que lo sustituiría.
Ninguno ofrecía una senda racional, un sistema con rasgos propios, en
fin, algo tangible, aparte de frases altisonantes contra el ancien
regime, a cual más enérgica. Para la condena emotiva, a ratos mitinesca,
el 90% de los intelectuales chavistas; en cambio, para aportar salidas
sistémicas, sólo Dieterich y El Troudi. Hay desde luego otros con
criterio propio como Rigoberto Lanz, pero cada vez son más duros en la
crítica contra la gestión del gobierno, al punto de no ser discernible
ya la acera en la que se ubican.

3 Y el resultado fue que esos dos pensadores terminaron, uno,
decepcionado porque "Hugo Chávez perdió la oportunidad de hacer posible
una sociedad postcapitalista". ¿Y el otro? ¿Y Haiman El Troudi?
Obsesionado por la planificación, a su juicio imposible sin una
minuciosa y perfecta contabilidad social, convenció por un momento al
caprichoso líder, quien compró la tesis de la planificación como un
nuevo y vistoso juguete. Con su manera compulsiva y atrabiliaria de
mandar, se lanzó por la autopista planificadora. "Queda desterrada la
anarquía en la planificación y exijo a todos los entes del Estado su
inmediato acoplamiento a esta ley, a las directrices de esta comisión".

La Comisión era la Central de Planificación (CCP). Sería ésta la clave
para construir por fin el socialismo siglo XXI. Y su presidente,
naturalmente, fue El Troudi. ¿Alguien se acuerda de la CCP? ¿Y qué decir
de su presidente? Terminó planificando humildemente el desplanificado
Metro de Caracas. De manera que si uno rompió, al otro lo rompieron. Por
su honradez merecían mejor suerte.

El fracaso del régimen es tan universal que nada puede hacerse ya con
él, salvo aprovechar las elecciones para cambiarlo pacífica y
constitucionalmente. Además las reflexiones de Dieterich y El Troudi
resultaron inconsistentes. El sistema de producción e intercambio de
equivalentes que propusieron no pudo con el mercado, el precio, el
beneficio, el dinero y la estrechez mental de la nomenclatura. Fueron
más de 70 años de ensayos en un vastísimo territorio. Intervinieron los
intelectuales marxistas más brillantes y los gobernantes más osados,
pero todo terminó en tragedia. "El modelo de Cuba no le sirve ni a los
cubanos", dejó caer Fidel, después de 50 años de esperanzas desvanecidas.

La ventaja del presidente Chávez es que ignora esa historia. Está
naufragando y no lo sabe.

http://www.analitica.com/va/politica/opinion/9831011.asp

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