Wednesday, August 31, 2011

Contra la vieja política

Contra la vieja política
Ramón Piñango
Miércoles, 31 de agosto de 2011

Conviene a quienes se han embarcado en el juego de la perversa
polarización tomar conciencia de que hay un país opositor que no está
dispuesto a aceptar las bajas maniobras contra o a favor de nadie. Ese
país está pendiente de la política, apuesta por el éxito de la
oposición, pero se le hace intolerable el viejo o el nuevo sectarismo, o
que alguien actúe por propia iniciativa como excluyente portero de la MUD

La lista de precandidatos de la oposición está completa o casi completa.
Las primarias van hacia una clara y tal vez extrema polarización. Que
tal cosa ocurra no tiene nada de raro o malo en sí mismo. La
polarización es un frecuente fenómeno electoral. Sin embargo, puede ser
muy mala y perversa la forma en que se produce esa polarización, por la
conducta de quienes la propician para sacarle provecho a favor de los
intereses de un partido o de una alianza política. Una polarización mal
engendrada y peor parida puede tener consecuencias fatales para el
sistema político de la sociedad venezolana. Hay señales de que estamos
incurriendo en esta situación.

Hace rato comenzó el juego de intrigas y descalificaciones contra los
precandidatos que lucen con posibilidades de triunfo. Los argumentos son
bien conocidos. De una parte, suenan frases como: Es de derecha, es
excluyente, su partido es muy sectario, prepotente y sin raigambre
popular. De otra, resuenan señalamientos como: Es un recién llegado, no
tiene peso propio, huele a políticos de la Cuarta, quienes lo respaldan
son masistas y adecos. Si todo se quedara en un juego de frases, no
tendría mayor trascendencia. El problema es que esas frases, sumadas a
descalificaciones, zancadillas y al juego sucio en el cual no importa
hacer participar a actores del régimen o a comunicadores cómplices,
carcomen la convaleciente credibilidad de la políticos de la oposición
cuando más la necesitamos.

Conviene a quienes se han embarcado en el juego de la perversa
polarización tomar conciencia de que hay un país opositor que no está
dispuesto a aceptar las bajas maniobras contra o a favor de nadie. Ese
país está pendiente de la política, apuesta por el éxito de la
oposición, pero se le hace intolerable el viejo o el nuevo sectarismo, o
que alguien actúe por propia iniciativa como excluyente portero de la
MUD. ¿Qué puede hacer ese país? Ese país castiga, como lo ha mostrado
muchas veces, y lo hace de manera contundente excluyendo de la lista de
operadores políticos respetables a quienes su obvia tramposería los ha
descalificado.

Sorprende que unos supuestos líderes actúen cegados por la prepotencia.
En este país quienes participan en política son bien conocidos no sólo
por otros políticos sino también por quienes, sin serlo, por razones
profesionales o sociales están muy enterados de lo que hacen o no hacen
las personas que aspiran a liderarnos. Son notorios los errores
cometidos por viejos y jóvenes, las antiguas y nuevas marramucias, la
actitud de viejos zorros que fueron sorprendidos por el avasallante
triunfo de Chávez en 1998 y todavía siguen desconectados de la gente, el
autoritarismo de nuevas figuras disfrazadas del lenguaje de la
participación, el simplismo analítico de expertos tecnócratas. Nadie
está libre de pecado. Por eso impacta cuando alguien participa en
política con una actitud digna, de principios y posiciones claras, pero
humilde para reconocer errores y rectificar a tiempo. Por eso causa ira
cuando se utiliza el superficial argumento de la "antipolítica" para
descalificar las críticas a quienes pretenden gobernarnos.

La Venezuela de hoy es mucho más difícil de liderar, gobernar y
gerenciar que la de hace unos doce años, tanto por el daño causado por
la ignorancia del actual régimen como por la complejidad de una sociedad
que nunca ha podido enfrentar con éxito problemas como el de una
profunda y creciente desigualdad. En esta circunstancia, la vieja manera
de hacer política, practicada por gente con más o con menos de cincuenta
años de edad, carece de sentido. Es inaceptable y no puede ser
justificada con el argumento pseudo científico de "así es la política".

rapinango@gmail.com

http://www.analitica.com/va/politica/opinion/5806980.asp

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