Francisco Alarcón
Sábado, 27 de agosto de 2011
Hoy es una nueva agresión contra la propiedad privada, mañana será una
obligación humanizar y reconstruir estas instituciones con gente de
vocación y honesta, borrar la idea de la mente de nuestros compatriotas
que los hospitales están abandonados y los "médicos" no atienden sus
consultas por tratarse de un servicio gratuito.
A pesar de los elevados costos de las clínicas privadas y de los
ampulosos honorarios de los médicos particulares, estos siguen siendo la
mejor opción para atender la salud de los venezolanos.
Ahora le tocó el turno a estas instituciones como parte del programa
comunista de desaparecer la actividad privada. Chávez y su gobierno
copian ya sin ningún ambages el modelo cubano y quieren cuanto antes
apoderarse de los vestigios de propiedad privada que aun existe. Sin
embargo, las clínicas y los profesionales de la medicinas en libre
ejercicio son a quienes recurren los seguros afectos al régimen, es allí
donde remiten a los miembros de las misiones, milicianos y afines.
Comenzaron a revisarle las estructuras de costos, no como una medida
sana para solucionar ciertos problemas como aligerar los ingresos a las
emergencias, o facilitarle los dólares necesarios para la importación de
consumibles y equipos; sino para ir minando la existencia de la medicina
privada, en vez de aguijar la libre competencia para que aminoren los
costes y sus tarifas al público. Seguramente sancionaran algunas y
vendrán las nefastas medidas de regulación de precios, y comenzarán a
fallar estos servicios a los que, gran cantidad de personas de cualquier
condición social tienen acceso. Empero, el gobierno nunca rindió cuentas
de lo gastado en traer a los cubanos y de las inversiones en los módulos
de Barrio Adentro, tampoco regularizó la situación de estos ciudadanos
con inciertas cualidades de médicos, ni siquiera les obligaron como a
los venezolanos que estudian en el exterior a realizar sus equivalencias
de manera que, no se ponga en duda si son o no médicos graduados o
camilleros.
Debemos reconocer que la idea de los CDI no es mala y su práctica
tampoco, ocupando un lugar significativo en las barriadas, su atención
es solidaria y gratuita; los cubanos en muchos casos se han sabido ganar
el afecto de sus pacientes. Tampoco podemos olvidarnos que en las
clínicas privadas algunos médicos asumen la profesión como un lucrativo
comercio sin que prive la menor ética ni sensibilidad. Concluyendo que
no siempre el ejercicio privado es bueno ni todos los CDI son malos.
Lo importante es que deberá tomarse en cuenta estas dos condiciones de
la medicina nacional y la importada, y que las clínicas privadas en
libre competencia logren bajar sus costos, el mercado los obligue a
mejorar en eficacia y atención al público, y que los CDI cumplan con las
leyes venezolanos del ejercicio profesional.
Sin embargo, las declaraciones de la Ministro de sanidad parecieran
estar dirigidas a que en Venezuela en dos o tres años no existirán
clínicas privadas, cavilando en el comunismo y no en las necesidades de
salud del pueblo. Cuando el país retome su democracia habrá que
reflexionar en torno a esto para que la salud esté al alcance de todos,
y no sea una modalidad excluyente para quienes no pueden recurrir a los
servicios privados. Aunque en el pasado se crearon todas las
infraestructuras para la salida del problema, ellas no fueron
suficientes cuando la mala gerencia se impuso y quizá también la falta
de vocación de algunos "batas blancas" desdibujó el sentido de lo que
significa ser medico. Hoy es una nueva agresión contra la propiedad
privada, mañana será una obligación humanizar y reconstruir estas
instituciones con gente de vocación y honesta, borrar la idea de la
mente de nuestros compatriotas que los hospitales están abandonados y
los "médicos" no atienden sus consultas por tratarse de un servicio
gratuito.
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