Thursday, December 29, 2011

Ante el 2012: Balance y perpectivas

Ante el 2012: Balance y perpectivas
Antonio Sánchez García
Jueves, 29 de diciembre de 2011

No es necesario devanarse los sesos intentando comprender la falsa
objetividad de encuestas de marketing político, hechas a la medida del
cliente, para conocer el estado de la opinión pública. Basta con
aprovechar este tiempo de vacancia y sentarse a reflexionar sobre
nuestras percepciones.

No dudamos en considerar que el régimen autocrático ha alcanzado su fase
de agotamiento y, exhausto, se enfrenta a la inevitabilidad histórica de
su desaparición. Y tampoco dudamos en considerar que importantes
sectores que lo respaldan comienzan a asumir la consciencia de su
inevitable desplazamiento.

1.- No es necesario devanarse los sesos intentando comprender la falsa
objetividad de encuestas de marketing político, hechas a la medida del
cliente, para conocer el estado de la opinión pública. Basta con
aprovechar este tiempo de vacancia y sentarse a reflexionar sobre
nuestras percepciones. Sumar y restar de las opiniones recogidas en los
lugares de encuentro social tan habituales en las fiestas decembrinas y
hacerse un balance. Mi conclusión es, para mi propia cosecha,
irrebatible: el carburante de anhelos y esperanzas depositadas en el
proyecto encarnado por el teniente coronel de ejército que nos
desgobierna desde hace 13 largos años se ha agotado. Chávez no
representa una sola esperanza para sus ya esquilmados seguidores y no
puede ofrecerles más de lo que ya les ha dado: una muy arbitraria
redistribución del ingreso, misiones en bancarrota y un espectáculo de
gobierno que ya se hace tedioso y degradante. En un escenario
internacional que empuja a la democratización de todos los regímenes
dictatoriales.

He allí el balance: un gobierno altamente ineficiente, corrompido hasta
la médula, que sobrevive del saqueo inmisericorde de los recursos
fiscales que reparte a la discreción de sus necesidades de respaldo
social; del manejo autocrático y dictatorial de las instituciones,
particularmente del sistema judicial que le permite el control de las
disidencias mediante el secuestro de la libertad y la amenaza de la
ruina a pequeños y medianos empresarios; del brutal sometimiento
ideológico de las fuerzas armadas; la escandalosa complacencia
internacional siempre ávida del provecho que pueda sacarle a una nación
que esquilman tomándola por estúpida y - last but not least - del margen
de maniobra política que le permite una oposición decidida a no
enfrentarlo por medios violentos y frontales – como aconseja la
primavera árabe- , sino pacíficos y electorales, como recomienda la cordura.

Nada que temer ante un año controlado. Pero un temible
panorama para un año de definiciones cruciales, convulsionado por un
proceso electoral que mantiene en la nebulosa y el desconcierto a las
huestes del gobierno y ha ido calentándose para un electorado
democrático habituado a las contiendas presidenciales a un año plazo.
Por primera vez, tras trece años de anomia, el país discurre sobre los
contendores, apuesta sus fichas a los distintos precandidatos, hace
cábalas y aprontes partidistas y sube la presión de sus esperanzas como
lo hiciera durante cuarenta años, todavía vigentes en los usos y
costumbres de una sociedad que se democratizó a tal extremo, que se
permitió el lujo de apostar todos sus bienes a una catástrofe anunciada.
Tal vez inconscientemente confiada en que sabría devolverse del precipicio.

Ello significa, en rigor, que el futuro podría,
eventualmente y hasta nuevo aviso, ser dirimido sobre el terreno de
nuestras preferencias, bajo reglas ciertamente complejas, algunas de
ellas tremendamente aviesas, injustas e inequitativas, pero en donde se
excluye por ahora la posibilidad de un golpe de Estado, el fraude odioso
y descarado o el saqueo de las urnas. Por lo menos por ahora y hasta
donde nos alcanza la vista. El cazador que armó su trampa comienza a
verse cazado. Podría terminar acorralado en el campo que ha preparado
con tanto esmero, sin otra salida que aceptar la inexorable realidad de
los hechos. Todo lo cual, desde luego, si la oposición aprende de una
buena vez, como en las viejas películas de vaqueros, a dormir con un ojo
abierto. Y la bala pasada.

2

Contra todo pronóstico, la multiplicidad de candidatos y la
compleja variedad de sus opciones han venido a fortalecer el proceso de
Primarias y a garantizar la presencia activa y vigilante de los sectores
más críticos de nuestra sociedad civil y política. María Corina Machado,
Diego Arria y Pablo Medina, sin desmerecimiento de los otros tres
precandidatos, representan la voz más crítica de nuestra sociedad civil
respecto de la validez y vigencia de los procesos electorales. Lo cual
influirá, sin ninguna duda, en el extremo cuidado en el manejo del
proceso por parte de las actuales autoridades. Un tema que aún no
adquiere la debida relevancia, pero que al calor del enfrentamiento
electoral asumirá cada día mayor relieve. De ello está claro el
gobierno, pero también la MUD. Es un primer tema que deberemos ir
debatiendo y actualizando en cuanto culmine el proceso de Primarias.
Poner bajo la lupa de nuestros especialistas en informática,
estadísticas y procesos electorales – que los tenemos con reconocimiento
internacional – el REP y toda la parafernalia con que el régimen ha
sabido camuflar su ministerio de asuntos comiciales.

Tampoco la ampliación de los lapsos para efectuar la
medición atentó contra el proceso. Muy por el contrario. A mes y medio
de nuestras elecciones, ya quisieran muchos contar con más tiempo para
más y mejores debates y un mayor afiatamiento de los equipos de campaña.
Y lo que ha lucido como la auténtica barrera a todas nuestras
aspiraciones, las dificilísimas condiciones para forjar una unidad
auténtica y verdadera, parecen estar en vías de resolverse
favorablemente. He recibido en estos días navideños una tarjeta de
salutación que me ha conmovido hasta los huesos, cristiano y creyente
como todo buen venezolano: seis reyes magos visitan al bebé que nace: la
Venezuela democrática. Sostenida en brazos por una de esas seis
estrellas que asisten unidos al nacimiento, María Corina Machado. Los
otros cinco son nuestros precandidatos. Jamás hubiera imaginado nuestro
querido Pablo Medina verse instalado en un metafórico pesebre en el rol
de uno de los Reyes Magos.

El respeto mutuo, la consideración con que se han tratado
los precandidatos y sus partidos, la alta conciencia respecto de las
ingentes necesidades y problemas que deberemos enfrentar en todo orden
de cosas: seguridad interna, levantamiento prácticamente desde cero de
un sistema de salud y educación públicos, control de daños causados por
el asalto de la barbarie, recuperación de nuestro ruinoso aparato
económico, incluida la devastada industria petrolera, reconstrucción
nacional en el orden institucional, político y moral, reconquista del
respeto internacional y cuidadoso desmontaje del aparato de control
paramilitar y subversivo dejado como herencia por un caudillo
autocrático para quien sólo valdrá la temible sentencia de Luis XV Après
moi, le déluge, - después de mí, el diluvio - , constituyen tareas que
ningún político, ni aquí ni en ninguna parte del mundo, podrá acometer
sin el concurso de un vasto movimiento socio político imbuido de alto
sentido colectivo, patriótico y nacional. Es la tarea que enfrentamos.

3

Los exitosos procesos de transición conocidos,
particularmente el de España desde el franquismo y el de Chile, desde la
dictadura pinochetista, se cumplieron sobre la base de un gran acuerdo
nacional de las fuerzas democráticas. Ambos contaron no sólo con el
antecedente del primer gran proceso de transición exitoso, el de las
fuerzas progresistas venezolanas que dieron inicio a la democratización
de Venezuela a partir del 23 de enero de 1958, sino también con el
respaldo solidario, activo y concreto de los gobiernos venezolanos
correspondientes. Simultáneamente con el respaldo que el gobierno de
Carlos Andrés Pérez le brindara a Felipe González en su esfuerzo por
coordinar las acciones del socialismo democrático español, se desarrolló
en Caracas el primer gran encuentro de las fuerzas opositoras chilenas.
Fue en el mes de junio de 1975. Era la primera vez que convergían las
fuerzas que integraran en el pasado la Unidad Popular y altos dirigentes
de la Democracia Cristiana chilena, que directa o indirectamente
coadyuvaran a la instauración del régimen dictatorial en septiembre de
1973. Fue el primer paso hacia la Concertación Democrática sellada más
de una década después. Venezuela cuenta con una larga experiencia en el
terreno del difícil tránsito de las dictaduras a las democracias. Así
muchos de los beneficiarios lo hayan olvidado.

Ambos procesos de transición fueron posibles gracias al
explícito o tácito convenimiento de algunos de los sectores que estaban
siendo desplazados del Poder, conscientes de la inevitabilidad y
necesidad histórica del cambio. En España, por destacados dirigentes del
franquismo como el mismo Adolfo Suárez, primer presidente democrático de
la transición. En Chile, por importantes políticos conservadores y
algunos de los miembros de la junta militar de gobierno, que fueron
figuras claves para desmontar el intento de Pinochet por desconocer los
resultados del plebiscito que le fuera adverso. No dudamos en considerar
que el régimen autocrático ha alcanzado su fase de agotamiento y,
exhausto, se enfrenta a la inevitabilidad histórica de su desplazamiento
y desaparición. Y tampoco dudamos en considerar que importantes sectores
que lo respaldan comienzan a asumir la consciencia de su inevitable
desplazamiento.

Todo proceso es inédito, todo desenlace es originario. Pero
todos ellos guardan y contienen elementos comunes. El venezolano no será
una excepción. Se verifican importantes cambios en el seno de la
Nomenklatura: la súbita reaparición de Diosdado Cabello en el escenario
político, no sólo el más conspicuo representante de la boliburguesía
sino el de mayor armadura castrense, y el eclipse de los factores
civiles de la ultraizquierda castrista, enviados a frentes de combate
donde podrían encontrar sus grandes derrotas, demuestra que Chávez
comienza a actuar ante el previsible futuro, incluso de su propia
desaparición. Cabe, por ello, a nuestros principales operadores
políticos comenzar a pensar en los pasos necesarios para asegurar una
transición pacífica mediante un sólido Pacto de Entendimiento Nacional,
en bien de la República. Y tender los necesarios puentes que nos
permitan atravesar por sobre la más crítica y turbulenta circunstancia
de nuestra historia contemporánea.

sanchezgarciacaracas@gmail.com

http://www.analitica.com/va/politica/opinion/4172622.asp

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