Emilio Nouel
Sábado, 31 de diciembre de 2011
Imagino a todos los gobernantes latinoamericanos y de otros países
carcajeándose ante tal desvarío, producto de una visión típica del
paranoide que cree que el mundo se mueve por conspiraciones. Es la misma
que ve en cualquiera o en todas partes a un perverso adversario o un
plan malévolo orquestado para hacernos daño.
Ciertamente, si hay algo que le sobra a Chávez es su capacidad infinita
para hacer el ridículo ante el mundo. Y lo hace con toda naturalidad,
sin el menor rubor, como si nada. No tiene empacho ni medida para
proferir cualquier disparate por muy estrambótico que sea. Es la misma
capacidad que muestra al decir las más grandes mentiras sobre las
supuestas realizaciones de su gobierno.
Y sin embargo, hay gente que le cree tales absurdos, no sólo la sencilla
y desinformada que podríamos excusar.
Un ejemplo de estos disparates es la hipótesis risible que lanza
recientemente acerca de la causa de la inusual ola de políticos enfermos
con cáncer en Latinoamérica. La presunción que asoma no puede ser más
estrafalaria.
Ha declarado, refiriéndose al cáncer que ha atacado a LULA, ROUSSEF,
KIRCHNER, LUGO y a él, que "Es muy difícil explicar lo que nos ha estado
aconteciendo a alguno de nosotros en América Latina… es muy, muy
extraño". Y se pregunta: "¿Sería extraño que hubieran (los
norteamericanos) desarrollado una tecnología para inducir el cáncer?
Lo que quiere dejar el señor Chávez en la cabeza del que lo oye, aunque
advierte que no desea formular "una acusación temeraria", es la idea de
que puede haber una conspiración –adivinen de quién- para acabar con las
vidas de los que él considera luchadores que se oponen a los designios
del imperialismo yanqui.
Pero la conjetura, lo confiesa él mismo, no es de su propia cosecha. Su
mentor y guía, el tirano Fidel Castro, ya se lo había advertido.
"Cuídate, Hugo, los medios del imperialismo son inescrutables. Ten
cuidado con lo que comes. Una pequeña aguja que te inyecten…y zas¡…
acaban contigo"
Imagino a todos los gobernantes latinoamericanos y de otros países
carcajeándose ante tal desvarío, producto de una visión típica del
paranoide que cree que el mundo se mueve por conspiraciones. Es la misma
que ve en cualquiera o en todas partes a un perverso adversario o un
plan malévolo orquestado para hacernos daño. La del que cree en
invasiones de extraterrestres, en los complots de masones, en la versión
de que Simón Bolívar fue asesinado o en los protocolos forjados de los
sabios de Sion.
Esta declaración, si fuera la única, no sería tan preocupante. Pero no
es así.
En otras ocasiones ha acusado a su enemigo jurado, EEUU, de provocar
movimientos tectónicos a gran escala con una supuesta arma secreta de
la que dispondría la marina norteamericana. Todos recordamos la versión
bufa sobre las causas del sismo que devastó a Haití en el 2010. Entonces
llegó a declarar que era un "Claro resultado de una prueba de la marina
estadounidense" y agregó: "en el resultado final de las pruebas de estas
armas está el plan de los Estados Unidos de la destrucción de Irán a
través de una serie de terremotos diseñados para derrocar a su actual
régimen Islámico". Chávez ha dicho también que la intervención por
razones humanitarias aprobada por el Consejo de Seguridad de Naciones
Unidas, de EEUU y otros países en Libia, tenía como objetivo apoderarse
del agua de este último país. Semejante disparate sólo se explica por un
patológico prejuicio rayano en el delirio.
En los días que corren, ha tenido el descaro de afirmar que las
multitudinarias manifestaciones contra el comprobado fraude electoral
cometido en Rusia por el gobierno de Putin es una maniobra
desestabilizadora del imperio yanqui. Y lo mismo ha dicho en los casos
de Libia o Siria. Su inescrupulosidad no es más que cinismo.
Pareciera que estos disparates son comunes a este tipo de gobernantes.
Resulta curioso constatar que un tirano amigo del presidente Chávez, el
iraní Mahmud Ahmadinejad, ha formulado acusaciones igual de
extravagantes. En mayo de 2011, denunció que los países europeos
estarían produciendo artificialmente fenómenos atmosféricos que
impedirían la generación de lluvias en Irán. Declaró que ellos "impiden
a las nubes llegar a otros países, entre ellos Irán", y las zonas más
afectadas son aquellas situadas "en los países que más asustan a
Occidente por su capacidad para iniciar civilizaciones y culturas
influyentes".
Por su parte, conocemos las permanentes "ocurrencias" de Evo Morales,
pupilo de Chávez. Hace afirmado que comer pollo genera homosexualidad.
Textualmente: "cuando los hombres comen esos pollos, tienen desviaciones
en su ser como hombres". En otra ocasión afirmó: "la calvicie (...) es
una enfermedad en Europa; casi todos son calvos, y esto es por los
alimentos que comen…"
Mayores muestras de dislate en unos hombres públicos no podrían concebirse.
Afectado o no por sus padecimientos, en esta materia Chávez es genio y
figura.
Tanto la proclividad enfermiza a la mentira compulsiva y grosera como la
paranoia que le alimentan quienes ordeñan para su propio interés los
dineros públicos, se han convertido en su perdición. Por lo pronto, es
el hazmerreir del planeta.
EMILIO NOUEL V.
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