Luis Pedro España
Jueves, 29 de diciembre de 2011
El Gobierno ha vuelto a lanzar programas sociales para grupos
vulnerables. Nuevamente sus acciones son aisladas y carentes de
justificaciones. Supone que atender a las madres adolescentes, los
adultos mayores o los niños de hogares pobres es suficiente razón para
que deban recibir ayudas.
El asunto no es si lo obvio debe ser atendido, el problema es por qué
estos y no otros venezolanos, que también están en condición de
vulnerabilidad, no se les brinda ayuda, como por ejemplo, los jefes de
hogar menores de 25 años, las madres solteras o las personas pobres que
viven solas.
Un artículo no alcanza para definir una verdadera política de atención a
los grupos sociales vulnerables, pero unas líneas centrales podemos trazar.
Veamos.
La transición demográfica por la que está pasando Venezuela supone un
proceso de envejecimiento, el cual nos está convirtiendo de un país de
niños a un país de jóvenes y, en el futuro cercano, con una proporción
de adultos mayores cada vez más importante. Esto hace que nuestras
demandas sociales estén cambiando de problemas materno-infantiles a
problemas juveniles y de la tercera edad. Lo mismo ocurre con los más
necesitados de ayuda, nuestros grupos vulnerables están cambiando.
Los grupos sociales vulnerables, esos que parece acabar de descubrir el
gobierno nacional producto de las necesidades electorales, debe incluir
a los venezolanos que su por condición social o biológica confrontan
mayores riesgos.
La población en situación de calle, grupos étnicos minoritarios y los
que habitan en zonas de frontera de baja densidad poblacional o zonas
dispersas, así como la población víctima de desastres naturales, están
definidas por sus propias características de vulnerabilidad. Sin
embargo, existen otros grupos más grandes, cuya condición de riesgo debe
ser definida.
Se trata de la población juvenil, adulta mayor y mujeres cabeza de
hogar, cuya condición de riesgo y subsiguiente vulnerabilidad no puede
ser dejada a un censo o lista de personas que se consideran necesitados
de la ayuda gubernamental.
En razón de lo anterior, en los grupos vulnerables deben precisarse que
se considerará a jóvenes, madres jefes de hogar y adultos mayores en
condiciones de riesgo. En el caso de los jóvenes, ellos estarían en
condición de riesgo o bien porque están en situación de pobreza, o bien
porque puede que esté comprometida su transición a la vida adulta, dado
que ni estudian, ni trabajan.
Por su parte, el riesgo para los adultos mayores viene dado por su
condición de jefes de hogares en situación de pobreza.
Del lado de las jóvenes también debe considerarse al embarazo precoz
como una condición de riesgo, tanto para la madre como para el niño.
Cualquiera sea su condición socioeconómica, la preñez prematura la
incorpora del lado de los grupos sociales sometidos a riesgo.
Ya entrando en los tradicionales grupos vulnerables tenemos a los
hogares en pobreza extrema, según el tamaño del centro poblado, ya que a
menor grado de urbanización la severidad de la pobreza es mayor y,
dentro de ellos, se debe privilegiar a los hogares pobres con madres
solas jefes de hogar, o jóvenes menores de 25 años, o adultos mayores de
60 años.
Los grupos en riesgo, y en consecuencia objeto de programas sociales de
transferencias monetarias dada su condición e vulnerabilidad social, serían:
1.- Hogares pobres de centros poblados medianos y semi-rurales y hogares
pobres extremos de las grandes ciudades: 1.838.770 hogares (32,65%). Por
tratarse de una cifra tan elevada, casi un tercio de los hogares, habría
que jerarquizarla, según uno o varios de los siguientes criterios que,
como se entenderá, no son mutuamente excluyentes: hogares en pobreza
extrema con niños o adolescentes menores de 15 años: 423.986; hogares en
pobreza extrema con adultos mayores: 145.014; hogares en pobreza extrema
con madres adolescentes: 17.054; hogares en pobreza extrema, cuyos jefes
de hogar tienen menos de 25 años: 42.598.
2.- Jóvenes en situación de riesgo (ni estudia, ni trabaja): 1.268.112.
De esta población 68,1% está en condición de pobreza.
3.- Madres sin pareja (independientemente de si son o no jefes de hogar)
en condición de pobreza: 551.352, de ellas 116.2174 están en pobreza
extrema.
4.- Madres adolescentes 79.710 madres menores de 19 años, de las cuales
79,1% están en condición de pobreza.
5.- Adultos mayores en condición de pobreza estimados en 695.313.
Estos tamaños poblacionales los calculamos desde nuestras propias
estadísticas y levantamientos de información (Segunda Encuesta Nacional
sobre la Pobreza en Venezuela de la Ucab, 2007). Lógicamente cuando
dispongamos de los datos censales estas cuentas podrán afinarse mejor,
cuestión que deberá hacerse, dado que, como hemos dicho, no se puede
dejar a la voluntad de los potenciales beneficiaros pertenecer o no a un
programa de transferencia.
Hacerlo de esa manera, es decir, no identificar la población
beneficiaria sino dejar a la solicitud de estos ingresar en la lista de
quienes recibirán las transferencias, no hace sino acentuar el carácter
electorero de la medida.
El Gobierno está convirtiendo una herramienta de política social en un
instrumento para la compra de conciencia. Dignificar la política social
pasa por quitarle el fuerte lastre político que ella tiene en la
actualidad, pero como se entenderá, eso será el reto de los próximos
gobernantes, los actuales no pueden, la necesidad de perpetuidad puede
más que la meta del desarrollo social.
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