Lunes, 26 de diciembre de 2011
Para ganar todo día cuenta y hay que estar muy alerta porque el 2012 va
a ser mucho más que una carrera con saltos de obstáculos
Pasada las fiestas navideñas y en espera de año nuevo la tendencia
natural de todos nosotros es la de escaparnos de la realidad, tomar aire
y enfrentar el destino a partir del mes de enero. Lamentablemente en
nuestro país no todos pueden ni quieren desconectar. Unos porque las
circunstancias se lo impiden, otros porque no hay tregua posible para
mantenerse en el poder.
Los primeros son las víctimas de las circunstancias, son aquellos que
tristemente no pueden reposar de su quehacer diario porque el alto costo
de la vida no se los permite. Los otros son los que hacen y harán lo
posible y también lo imposible para no entregar el poder del que hoy
disponen. Se trata de ese género de políticos que no conciben que pueda
haber vacaciones, que no consideran que no deben descansar sino tampoco
creen necesario que la gente descanse de ellos.
En la revolución rusa, tanto Trotsky como Lenin tomaban vacaciones, lo
mismo hacia Stalin en su dasha en Crimea. El propio Hitler se tomaba sus
días de reposo en Berchtesgaden y no se diga de Fidel que destinaba su
tiempo libre a la pesca submarina.
Pero nuestro prohombre de la revolución solo descansa en las visitas
oficiales en los rincones del mundo a los que su fértil imaginación lo
conducen. Pero por ahora pareciera que la presunta enfermedad no le
permite alejarse por mucho tiempo de su cotarro, por lo que no para de
maquinar para ver que se le ocurre para frenar o detener la marcha
vencedora de la oposición.
Los que deseamos que triunfe la alternativa democrática no podemos, ni
debemos regodearnos confiados en nuestras vacaciones. Para ganar todo
día cuenta y hay que estar muy alerta porque el 2012 va a ser mucho más
que una carrera con saltos de obstáculos. Hay que hacer todo lo que esté
en nuestras manos para apoyar y defender a aquellos que luchan por
restablecer la democracia en nuestro país. No es hora de cruzarse de
brazos y esperar que otros hagan lo que podemos hacer.
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