Thursday, December 29, 2011

Chávez histérico por la creación de la FID

Chávez histérico por la creación de la FID
Eduardo Mackenzie
Jueves, 29 de diciembre de 2011

Si Juan Manuel Santos es el presidente de todos los colombianos ¿por qué
no defiende, desde su eminente posición, a todos los colombianos? El no
lo hace. No lo hace cuando deja desamparado e indefenso al colombiano
más ilustre. El ex presidente Álvaro Uribe fue insultado públicamente
por el jefe de Estado venezolano, en ceremonia oficial y en presencia
del presidente Santos.

¿Juan Manuel Santos es el presidente de todos los colombianos? El 7 de
agosto de 2010, él dijo que sería el presidente de la Unidad Nacional.
Lo que es otra cosa. No se encuentra en ese primer discurso como
presidente en ejercicio esa frase clave, esa noble promesa que suelen
hacer los presidentes democráticos al ser investidos. Supongamos, sin
embargo, que Juan Manuel Santos hizo ese anuncio, aunque lo haya hecho a
su manera, es decir, al evocar no tanto el principio constitucional que
todos conocemos, el del artículo 188, que dice que el presidente de la
República "simboliza la unidad nacional", sino un sistema de gobierno
que estaría basado en una coalición muy amplia, si no total, de partidos
políticos. No deberíamos olvidar ese matiz.

Si Juan Manuel Santos es el presidente de todos los colombianos ¿por qué
no defiende, desde su eminente posición, a todos los colombianos? El no
lo hace. No lo hace cuando deja desamparado e indefenso al colombiano
más ilustre. El ex presidente Álvaro Uribe fue insultado públicamente
por el jefe de Estado venezolano, en ceremonia oficial y en presencia
del presidente Santos, y éste no se atrevió a abrir la boca para
rechazar eso. A su vez, el títere que Chávez tiene en Quito insultó más
tarde al presidente Uribe en presencia del presidente Santos y éste, de
nuevo, guardó silencio. El presidente Santos no es el presidente de
todos los colombianos cuando hace eso.

Cuando Santos deja que Rafael Correa cometa, en Bogotá, la fechoría de
tildar al presidente Uribe de "paramilitar" y "mafioso" y cuando lo deja
injuriar a toda Colombia, desde una radio bogotana, no es el presidente
de todos los colombianos.

Santos tampoco es el presidente de todos los colombianos cuando permite
que otros distinguidos colombianos, como José Obdulio Gaviria y Alfredo
Rangel, entre otros, sean amenazados por el déspota venezolano. Hugo
Chávez, quien acoge en su país a los sanguinarios jefes de las Farc,
anuncia que meterá en la cárcel a dos intelectuales colombianos si
entran a Venezuela. Chávez no se había ridiculizado tanto como ahora.

Al eructar de esa manera, Hugo Chávez imita a su amigo sirio Bashar al
Assad quien mete a la cárcel a cuanto periodista, occidental o no,
encuentra pues cree que así logrará impedir que el mundo vea cómo sus
esbirros masacran al pueblo.

Como los demócratas del continente americano se están
organizando a escala internacional para hacerle frente al expansionismo
totalitario de Caracas, Hugo Chávez está al borde de una crisis de
nervios. La creación de la Fundación Internacionalismo Democrático, bajo
la dirección del ex presidente Álvaro Uribe, y los diálogos en Bogotá
con políticos venezolanos, exaspera a Chávez. Eso explica su violenta
rabieta contra José Obdulio Gaviria y Alfredo Rangel, y contra todos los
uribistas de la Tierra. Pero no solo es eso. Chávez sabe que ese
internacionalismo democrático podrá convertirse dentro de poco en
realidad palpitante y en hechos precisos.

Horas antes de dejar su cargo en manos de Juan Manuel
Santos, el presidente Álvaro Uribe presentó dos demandas contra el
régimen de Hugo Chávez ante la Corte Penal Internacional (CPI) y la
Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH), pues el Estado
colombiano había constatado varias veces la presencia de las FARC en ese
país. Un jefe opositor venezolano, Alejandro Peña Esclusa, estaba a
punto de presentar un informe en La Haya sobre ese mismo punto, antes de
ser encarcelado en Caracas por orden de Chávez.

Como todo el mundo sabe, el presidente de Venezuela tiene tres querellas
ante la Corte Penal Internacional, aparte de la que introdujo el
presidente Uribe. Esas demandas podrían cobrar toda su actualidad en los
próximos meses. Sobre todo a causa del hecho de que el nuevo jefe de las
FARC, tras la muerte en combate de Alfonso Cano, sigue escondido en
Venezuela, desde donde dicta órdenes para atacar a Colombia. Quien le da
refugio a tal personaje para que cometa crímenes en total impunidad
corre el riesgo de alertar a los jueces de La Haya. Estos podrían abrir
de nuevo esos expedientes y obligar a Chávez a responder por esos actos.
Y a explicar por qué, y en nombre de quién, un país soberano protege a
una organización reconocida como narcotraficante y terrorista por
Colombia, Estados Unidos y la Unión Europea.

El Presidente Santos debe decir qué piensa de la nueva amenaza de Chávez
contra los uribistas. Deberá decir cuál será su actitud ante las
entrevistas que realizará el presidente Uribe en territorio colombiano
con políticos del continente y del mundo. ¿Serán mal vistas? ¿Serán
obstruidas para no disgustar al "nuevo mejor amigo"? ¿Serán vetadas,
sobre todo cuando sea con líderes antichavistas? El divorcio entre el
presidente Santos y el uribismo es un hecho. Sin embargo, esa ruptura no
puede ser pretexto para que se le recorten las libertades, prerrogativas
y seguridades que la Constitución y las leyes colombianas le otorgan a
los ex presidentes de la República. Tampoco puede ser pretexto para
limitar las libertades de los uribistas.

También deberemos ver cómo se comporta la justicia ante esto. Hugo
Chávez quiere no sólo encarcelar en Venezuela a los uribistas. El quiere
que los encarcelen en Colombia. Ya lo está logrando con la ayuda de sus
agentes infiltrados en las cortes y sus montajes. A eso se quieren sumar
otros ahora.

Tras la gesticulación de Chávez contra José Obdulio
Gaviria y Alfredo Rangel saltó a la palestra un senador colombiano que,
en lugar de defender a sus compatriotas, se puso del lado del tirano
extranjero y dijo que era más conveniente que la justicia colombiana
¡les "abriera procesos" y se encargara de ellos! Ese personaje, que
deshonra la condición de senador, aplaude a Chávez y asegura que hablar
con la oprimida oposición venezolana es "interferir en asuntos internos
de Venezuela". Ese senador es de los que impulsa en estos momentos una
reforma que pretende no sólo otorgarle inmunidad a los jefes de las
Farc, sino el derecho de convertirse, tras una hipotética
"desmovilización", en senadores, representantes, alcaldes, gobernadores
y presidentes de la República. La miseria moral es una enfermedad
contagiosa.

eduardo.mackenzie@wanadoo.fr

http://www.analitica.com/va/internacionales/opinion/7105834.asp

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