Fausto Masó
Domingo, 27 de noviembre de 2011
¿Tropezaremos de nuevo con la misma piedra? El extremismo es la peor
trampa. Sirve para conseguir votos en las primarias, pero envía un
mensaje que le hace el juego a la campaña chavista, condena a la
oposición a ser una minoría
Los venezolanos que perdieron su finca, su vivienda, su empresa, su
empleo, emigraron o uno de sus hijos fue víctima de un sicario o de un
delincuente caen fácilmente en las provocaciones de Chávez.
Quieren una vía rápida para superar la tragedia que vive el país.
Hace diez años Chávez provocó maquiavélicamente un paro suicida al que
fueron arrastrados Carlos Ortega y los partidos porque millones creían
que una huelga petrolera haría caer el Gobierno.
¡Venezuela no sobrevive sin petróleo! Deliberadamente, Chávez despidió
por televisión a un grupo de ejecutivos de Pdvsa.
El paro no fue una huelga revolucionaria respaldada por grupos armados,
y para colmo enfrentaba a un gobierno buchón en dólares que importó
gasolina, además en el oeste de Caracas no cesó la actividad económica.
Más tarde, muchos venezolanos no aceptaron la derrota en el revocatorio,
tragaron las denuncias del fraude, creyeron y siguen creyendo tesis
peregrinas como que las máquinas de votar se manipulaban a distancia
para invertir los resultados, apoyaron la propuesta de no votar. La
abstención no deslegitimó a Chávez, sino a la oposición en América
Latina y le entregó las gobernaciones y la Asamblea al chavismo.
Ahora se promete enjuiciar a jefes militares, se olvida la lección de
las dictaduras de España, Chile y Argentina que asesinaron a millares de
civiles. La oposición democrática dictó una ley de olvido, en España no
se enjuició a los franquistas ni a los republicanos culpables de los
crímenes de la Guerra Civil. Esta ley de olvido fue revocada en
Argentina y Chile años más tarde.
Es fácil complacer la indignación, justificada, de tantos venezolanos,
denigrar de los que estos dos años han dirigido exitosamente a la oposición.
Se les acusa de blandengues, se les pide actitud es que impedirán el
triunfo electoral.
Critican por Internet a Ismael García, al PPT, cuyos votos hubieran sido
decisivos en las elecciones legislativas y sin los cuales no habrá
victoria en 2012. Odian a Baduel, envían el mensaje al Ejército de que
los oficiales que se opongan a Chávez no los acogerá la oposición con
los brazos abiertos, no se perdonarán sus errores, por tanto el sentido
común les aconsejará seguir respaldando al chavismo.
¿La gente no aprende? Algunos buscan aplausos fáciles para conseguir un
espacio político. Hay que oponerse frontalmente a Chávez, pero con un
discurso que divida el chavismo.
A corto plazo las últimas leyes le darán votos a Chávez en un país sin
cultura liberal, firme creyente en los controles de precios, Conacopresa
no impidió que Lusinchi terminara su período con una gran popularidad.
Muchos inquilinos aceptarán robarse literalmente el apartamento en el
que viven. Estas leyes, y otras que vienen, persiguen colocar a la
oposición del lado de los ricos, de los empresarios y al Gobierno de
lado de los pobres, aunque arruinen el país.
Chávez acusa a la oposición de querer resucitar el pasado, de estar
aliada con los poderosos. La tarea es crear un gran movimiento en el que
participen incluso algunos chavistas, no sólo derrotar a Chávez sino
aplastarlo electoralmente.
¿Tropezaremos de nuevo con la misma piedra? El extremismo es la peor
trampa. Sirve para conseguir votos en las primarias, pero envía un
mensaje que le hace el juego a la campaña chavista, condena a la
oposición a ser una minoría.
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