El petróleo, el agua y la sed
Raúl Rivero
Madrid 28-11-2011 - 8:40 am.
A toda velocidad, desesperado y ciego, Hugo Chávez arrastra al país
hacia su particular socialismo.
Hugo Chávez cree en lágrimas. El hombre va de frente, a toda velocidad,
desesperado y ciego como un suicida con el país a rastras hacia el
socialismo. Es decir, hacia el punto en el que los ciudadanos pierden
sus libertades y se convierten en unas mascotas del Estado que decide el
menú de los almuerzos y los horarios del odio, el amor y la melancolía.
Esa actuación clara, esa confesa vocación para el desastre, es su virtud
más elevada en una zona abarrotada de políticos taimados y léperos,
maestros de la simulación. Algunos le ponen cebos a la codicia de los
empresarios para que se hable de un populismo responsable, como en
Nicaragua. Otros se abrazan con ínfulas de pulpo a los sectores más
desfavorecidos para que los acompañen en el viaje a la catástrofe anunciada.
El venezolano es bullanguero. Actúa como un reyezuelo regional para
blindar la caravana enrumbada al precipicio. Esta semana puso en vigor
una ley para controlar el precio máximo dictado por el Gobierno para
unos veinte productos de aseo personal. Los superintendentes que harán
el trabajo —junto a 23.000 comités de lucha contra la especulación—
tienen un trabajo extra: vigilar las operaciones de las empresas
transnacionales que funcionan en el país.
Las compañías que no obedezcan la disposición podrán ser castigadas con
multas, penas de cárcel, cierre temporal y, desde luego, la expropiación.
Ese aparato policial no resolverá los problemas de la inflación. Va a
perseguir y a reprimir. Enfermará de los nervios a los dueños de las
firmas importantes. Y le subirá de golpe la velocidad a la máquina del
presidente Chávez. Él reconoce ya que se vive el momento en que el
Estado no sólo debe administrar la riqueza del petróleo. Hay que
apropiarse de todos los bienes para que el socialismo salga a la calle
en carne viva, se haga sentir y el líder aparezca como el enviado divino
que le da sentido político a la vida, administra el patrimonio de la
nación y distribuye con equidad los alimentos, el jabón, el champú, los
pañales, el agua (y la sed), los zumos de frutas, el detergente y los
desodorantes.
Chávez es audaz y es un fanático del poder de los resguardos.
Tiene siempre una taza de café escondida por si llega alguien de la Casa
Blanca.
http://www.ddcuba.com/internacional/8311-el-petroleo-el-agua-y-la-sed
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