Monday, November 28, 2011

El cinismo de José Vicente Rangel

El cinismo de José Vicente Rangel
Fernando Ochoa Antich
Lunes, 28 de noviembre de 2011

La semana pasada, José Vicente Rangel se refirió al tema militar. El
artículo tenía un claro objetivo: sembrar preocupación en los miembros
de la Fuerza Armada sobre su futuro institucional, haciéndoles ver que
en los sectores de la oposición democrática existe un profundo
resentimiento contra la Institución Armada. Esa afirmación es
absolutamente falsa. Los sectores democráticos sienten un profundo
respeto por la Fuerza Armada

José Vicente Rangel ya no encuentra manera de congraciarse con Hugo
Chávez. Las adulancias, de otros tiempos, ya no tienen efecto. Para
colmo, sus artículos y sus programas de televisión son cada día menos
leídos y escuchados por la opinión pública. La causa es muy sencilla:
los periodistas al servicio de un régimen pierden total credibilidad. En
nuestra historia hay casos muy dolorosos de esa falta de integridad:
Laureano Vallenilla Lanz, un intelectual de vasta cultura e importante
obra escrita, no le importó defender la barbarie gomecista dirigiendo el
Nuevo Diario. Así será recordado José Vicente Rangel por las nuevas
generaciones: un periodista que no le importó servir a un régimen que
persiguió la libertad de opinión, cerró medios de comunicación,
encarceló periodistas y cometió todo tipo de abusos de poder.

La semana pasada, José Vicente Rangel se refirió al tema militar. El
artículo tenía un claro objetivo: sembrar preocupación en los miembros
de la Fuerza Armada sobre su futuro institucional, haciéndoles ver que
en los sectores de la oposición democrática existe un profundo
resentimiento contra la Institución Armada. Esa afirmación es
absolutamente falsa. Los sectores democráticos sienten un profundo
respeto por la Fuerza Armada. Esta verdad la han afirmado diferentes
voceros de la Mesa de la Unidad y últimamente lo ratificó Pablo Pérez,
de una manera clara y terminante. Las imprudentes y oportunistas
declaraciones de algunos jefes militares no indican, ni mucho menos, que
esa será la actuación de la mayoría institucional de la Fuerza Armada.
Sus miembros conocen perfectamente sus obligaciones constitucionales y
militares.

La polémica que ha surgido como consecuencia del aumento de sueldo de
los miembros de la Fuerza Armada no ha sido por el incremento salarial,
sino por la forma abusiva que lo planteó Hugo Chávez, en un acto
inconstitucional que realizó en la Academia Militar. Los venezolanos
conocen que los sueldos militares son comedidos, como en general son los
salarios en Venezuela. Nadie piensa, como mantiene José Vicente Rangel,
que los miembros de la Fuerza Armada tienen exagerados privilegios. Al
contrario, nuestro pueblo conoce las limitaciones con que viven los
militares y sus familiares. Lo que sí es verdad, es que en este gobierno
se ha constituido una camarilla militar que se beneficia de manera
indebida de los dineros públicos y abusa del poder. Los primeros que
conocen esta realidad son los propios miembros de la Fuerza Armada.

Los sectores democráticos no están conspirando. Nos preparamos para
derrotar electoralmente la pretensión reeleccionista de Hugo Chávez,
presentándoles a los venezolanos un proyecto de unidad nacional que
supere estos dolorosos y absurdos doce años de permanente siembra de
odios y resentimientos. Nadie tiene ningún interés de "socavar la
lealtad de los militares". Al contrario, lo que aspiran los sectores
democráticos es que la Fuerza Armada cumpla y haga cumplir cabalmente la
Constitución Nacional. En su desespero, ante la falta de argumentos,
Rangel se dedica a falsificar la historia al mantener que "durante la
concepción puntofijista sobre las Fuerzas Armadas, la de la hipócrita
institucionalidad -aséptica y tramposa- que sirvió para apuntalar
poderosos intereses corporativos y operar dentro del esquema
transnacional en que se hallaba inserta".

Definitivamente, este personajillo de Rangel, no conoce la historia de
las Fuerzas Armadas venezolanas: nuestra institución militar es
consecuencia de un largo proceso de transformación, iniciado desde
principios del siglo XX, que ha superado etapas perfectamente
determinadas en su proceso de modernización: el Ejército pretoriano, las
Fuerzas Armadas profesionales y las Fuerzas Armadas institucionales. La
subordinación de las Fuerzas Armadas al poder civil fue un largo y
complejo proceso que exigió de un amplio acuerdo nacional: el Pacto de
Punto Fijo, y una trascendente negociación con los cuadros militares
después del 23 de enero de 1958. Esta progresiva institucionalización va
a fortalecer de una manera muy importante su autonomía profesional y va
a impulsar profundas transformaciones en su organización y funcionamiento.

Este fortalecimiento profesional va a demostrarse con indiscutibles
éxitos militares: el control de algunos movimientos subversivos, contra
regímenes constitucionales, en las Fuerzas Armadas: el Carupanazo, el
Porteñazo, el 4 de Febrero y el 27 de Noviembre; la derrota de la
guerrilla izquierdista, respaldada militarmente por el régimen
fidelista; y la operación conjunta que se realizó con el objeto de
lograr el retiro de la corbeta Caldas de la Armada colombiana del Golfo
de Venezuela. En fin, unas Fuerzas Armadas que eran un ejemplo en la
América Latina y que, además, gozaban en Venezuela de un sólido
prestigio. Esta revolución de pacotilla, lo único que ha hecho es
destruir esos avances institucionales de las Fuerzas Armadas, al
politizarla, romper su meritocracia y debilitar su prestigio nacional.
Esa es la verdad. Lo demás son cuentos de camino.

fochpaantich@gmail.com.

http://www.analitica.com/va/politica/opinion/5034779.asp

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