José Antonio Rivas Leone
Sábado, 26 de noviembre de 2011
Cambalache como otras letras más refleja y encarna en la Venezuela
contemporánea al pícaro, al político que siempre anda en una jugada para
sacar partida o ventaja, al banquero prófugo, al empresario deshonesto,
al contratista que incrementa costos y baja la calidad de su trabajo, al
policía que se presta para fechorías, al mecánico que cobra repuestos
que nunca cambio, al médico que opera sin necesidad.
Venezuela se ha convertido en estos años en un laboratorio de cuanto
fenómeno pueda imaginarse en diversos campos de estudio. Algo destaca
abiertamente en esta última década y tiene que ver con la picardía, la
astucia, y hasta bajezas que comienzan a ser cultivadas por muchos. No
se le rinde respeto al pensamiento crítico, al trabajo, al talento sino
al arribista, al farsante y hablador. Algunos poetas, autores y músicos
han captado a lo largo de los tiempos a este tipo de personas que
describimos y que son simplemente un antivalor.
Nuestra reflexión y critica no tiene que confundirse con un vulgar
pesimismo creemos que no hay la menor duda de la vigencia del famoso
tango Cambalache, letra desgarradoramente cierta de Enrique Santos
Discépolo para describir y caracterizar al mundo de hoy, no regido a
veces por principios, ética, valores y demás atributos ciudadanos.
Certeramente dice la segunda estrofa de este tango escrito en la primera
mitad del siglo XX "Hoy resulta que es lo mismo ser derecho que
traidor, ignorante, sabio, chorro, generoso, estafador... Todo es
igual; nada es mejor; lo mismo un burro que un gran profesor. No hay
aplazaos, ni escalafón; los inmorales nos han igualado. Si uno vive en
la impostura y otro roba en su ambición, da lo mismo que si es cura,
colchonero, rey de bastos, caradura o polizón".
Cambalache como otras letras más refleja y encarna en la Venezuela
contemporánea al pícaro, al político que siempre anda en una jugada para
sacar partida o ventaja, al banquero prófugo, al empresario deshonesto,
al contratista que incrementa costos y baja la calidad de su trabajo, al
policía que se presta para fechorías, al mecánico que cobra repuestos
que nunca cambio, al médico que opera sin necesidad pudiendo tratar, al
alumno que se copia o chuletea, al profesor que se va de beca, no trae
título y además se le premia dejándolo sin carga horaria, al juez que no
es imparcial y para usted de contar amigo lector los ejemplos de tipos,
fiolos y personajes que de alguna manera falsean la verdad, hacen trampa
y representan un antivalor en la sociedad actual.
El gobierno ha sido errático en sus medidas, planes y decisiones porque
entre otras cosas improvisa, no tiene asesores calificados, además de la
corrupción campante en todos los cuadros y niveles. Eso explica la
crisis eléctrica y apagones en un país que antes exportaba energía, no
hay ni desarrollo ni mucho menos endógeno porque todo se importa, las
invasiones, confiscaciones y expropiaciones conforman conductas sólo
vistas en el Estado de naturaleza abolido hace siglos descrito por
Hobbes, y lo que han generado junto a las presiones del gobierno y una
terrible política económica y monetaria, es el deterioro del bolívar,
una sostenida inflación, la destrucción del aparato productivo, el
cierre prácticamente de las empresas básicas de Guayana. Con dolor y
pesar decimos que la cifras dejan reprobado al gobierno quien ratifica
una conducta errática porque no ataca el origen y las causas de los
males del país, o peor aún, ve los enemigos afuera cuando los tiene por
dentro.
El cambalache criollo da para todo. Tanto así de permitir sin empacho
alguno ni debido proceso de haberse confiscado y expropiado fábricas,
fundos productivos, haciendas, comercios variados, cementeras,
arroceras, torrefactoras, y de guinda el cierre Casas de Bolsa por ser
responsables de alza del dólar llamado permuta, y peor aún, haber
encarcelado a quienes como el caso de Herman Sifontes Tovar, Gabriel
Osio, Ernesto Rangel y otros, sólo han trabajado por el país.
Econoinvest permitió bajos patrones fijados por el gobierno nacional la
posibilidad de comprar bonos en la casa de bolsa, más allá de las
opiniones o distorsiones que puedan encontrarse quedó claro un macro
proyecto cultural, cívico e intelectual como fue la Fundación de la
Cultura Urbana con un centenar de libros publicados, colecciones y
series. Este altruismo y proyectos culturales son los que incomodan y
causan irá en los genuflexos y analfabetas que con una dosis de fascismo
terminan odiando la crítica, la cultura, las letras y todo aquello que
se traduzca en contribuir a tener cada día más ciudadanos y menos
borregos. En el fondo priva un desprecio por la cultura, por la
eficiencia, por el talento y el emprendimiento como valores centrales
del siglo XXI ausentes claro está en la agenda de Chávez y su proyecto.
Tal vez parte de la tragedia nacional que padecemos los venezolanos sea
no sólo la presencia de una casta amplia y variopinta de picaros,
sinvergüenzas y arribistas de calaje variado que incursionan y pululan
en todas partes, en el Estado, en la política, en la empresa, grupos,
gremios y hasta en la Universidad. Lo más repugnante está en que a veces
se les rinde pleitesía a estos macarras de la moral que lo que hacen es
minar los resortes morales de nuestra sociedad, son justamente esa casta
enquistada en el gobierno que trafica, negocia y asume a la política
como mercadería, esa misma que compra e importa productos alimenticios,
medicinas y demás casi vencidos y los revende al país no sólo ganando
millardos sino trayendo contaminación y daños materiales y de diversa
índole.
Joan Manuel Serrat impecablemente ha retratado a estos personajes
perversos que "te acosan de por vida azuzando el miedo, pescando en el
río turbio del pecado y la virtud, vendiendo gato por liebre a costa de
un credo que fabrica platos rotos que acabas pagando tú. Son la salsa de
la farsa. El meollo, del mal rollo. La mecha de la sospecha. La llama de
la jindama. Son el alma de la alarma, del recelo y del canguelo. Los
chulapos del gazapo" en fin los macarras de la moral. El país cambiara
cuando los venezolanos frenemos el facilismo, la trampa, la picardía, la
celebración sin mérito y sacrificio, y tengamos más ciudadanos y menos
ladinos. De lo contrario seguiremos dando bandazos entre cambalaches
revolucionarios y macarras de la moral. Veremos…
(*) Profesor de la Universidad de Los Andes
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