Juan Carlos Apitz
Miércoles, 30 de noviembre de 2011
Definir el terrorismo como compatible con los fines del Estado supondría
negar la naturaleza del mismo, puesto que el terrorismo se opone al bien
común, que es el fin primario y fundamental del Estado como forma
organizada de la sociedad.
La pervivencia de grupos violentos progubernamentales en la UCV, como el
Frente Patria Universidad, el Frente Estudiantil "Voces por la Unidad",
el Movimiento Estudiantil "M-28", entre otros, demuestra que el
terrorismo de Estado tiene infinitas caras.
Ahora bien, el mínimo rigor intelectual exige acercarse a qué es el
terrorismo. Así, entre los rasgos distintivos del terrorismo habría que
admitir: 1º. Ejercicio de la violencia; 2º Acoso a una persona o
colectivo social; 3º.
Atemorizar a la población; 4º. Actuar al margen de la ley. Sin embargo,
definir el terrorismo como compatible con los fines del Estado supondría
negar la naturaleza del mismo, puesto que el terrorismo se opone al bien
común, que es el fin primario y fundamental del Estado como forma
organizada de la sociedad.
A esta incompatibilidad se acogen muchos para negar la posibilidad de un
Estado terrorista, que es nuestro caso, pero obvian que un Estado puede
interpretar como bien común propio el cercenamiento del bien común de
otro Estado o incluso una facción de la propia sociedad.
Si además añadimos que el Estado está gobernado por un grupo reducido de
personas que ejercen el poder, en la medida que su estructura sea más
opaca o autoritaria se darán más posibilidades de que desde el mismo se
ejerza el terror.
Luego, el acoso a un colectivo social desde el Estado tiene dos
vertientes: 1) El enemigo ideológico, y, 2) El enemigo existencial. El
primero es aquel que se constituye como tal porque la facción dominante
del Estado que suele coincidir con quien gobierna considera que esa
otra atenta contra la concepción de Estado concebido por el grupo
mayoritario.
El salto cualitativo de contrincante político a enemigo ideológico es
una de las consecuencias que se derivan de la personalización del Estado
en la ideología dominante. La referencia y el grado de acoso al enemigo
será proporcional al peligro de su inserción social.
Este tipo de terrorismo es el que ha conducido a muchos gobiernos al
acoso y represión del potencial enemigo político. A su vez, el enemigo
existencial es al que se le niega el derecho a ser. En este caso el
terror alcanza su máxima expresión. Aunque podría parecer absurda esta
referencia, en la historia se han sucedido casos con mucha mayor
frecuencia de lo que parece; por ejemplo: la persecución nazi al
sionismo, o la esclavización de refugiados.
El Estado, que debería ser el garante del bien común, a veces atemoriza
a la población para mantener sumisas y controladas las opciones
políticas divergentes a las que asume el poder que gobierna.
El terrorismo es una misma amenaza que procede de grupos revolucionarios
marginales, Estados dictatoriales, Estados revolucionarios o Estados
pseudodemocráticos. El fin no justifica los medios, incluso para quienes
soportados por un supuesto igualitarismo social pretenden imponer su
orden en la comunidad universitaria.
Finalmente, de todos los rasgos que con todo tipo de terrorismo comparte
el de Estado, el más grave es la actuación al margen de la ley.
Precisamente, la impunidad la logra desde la ausencia de justicia que el
Estado mismo desde sus entrañas se garantiza. Ante el terrorismo de
Estado, en la UCV no debe haber impunidad sino expulsión. ¡Cada quien
tiene la suerte que se merece!
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