Beatriz de Majo
Miércoles, 30 de noviembre de 2011
Los venezolanos nos gastamos 7 millones de dólares en traer desde Europa
menos de 10 toneladas de nuestras reservas en oro en custodia fuera de
nuestra frontera.
El Gobierno revolucionario quiere hacer aparecer esta decisión como un
gesto de patriotismo, de soberanía, de fortaleza de cara al país y de
cara al mundo.
Hugo Chávez quiere hacernos ver que nuestras reservan pudieran estar en
peligro y que es necesario resguardarlas de manos ajenas, por demás
interesadas.
Una vez más echan mano del socorrido recurso izquierdoso de advertirles
a los ciudadanos que les acecha un enemigo externo que quiere apoderarse
de lo propio, todo con la finalidad de despertar sentimientos
nacionalistas y gregarios en torno al Gobierno que nos defiende, y,
justamente, en los momentos en que las cosas internamente no van bien y
que pudieran ir peor
Fue grotesco el espectáculo ofrecido al país en el que los emisarios del
Gobierno y del Partido Socialista Unido de Venezuela calificaron la
llegada de unos cuantos lingotes a Maiquetía, una mínima fracción de
nuestras reservas auríferas externas, de "hecho histórico", porque se le
estaba, en su opinión, devolviendo a la patria de Bolívar el oro que es
suyo. Como si estuviéramos recuperando, gracias a la acción
revolucionaria, un capital robado o perdido.
No es justificable el dispendio, ni el ridículo espectáculo logístico ni
la demostración de fortaleza montada ante las cámaras de televisión por
la recuperación de unas reservas que nunca han dejado de ser nuestras.
Unos números ilustran el asunto. De las reservas totales venezolanas
nominadas en oro que alcanzan a 365 toneladas, 165 están en el país
nunca han salido y 211 en el exterior. De éstas, custodiadas por
instituciones de primer orden, alrededor de 170 deberían retornar a
suelo patrio si la intención del Gobierno se hiciera realidad y si se
tomara la decisión de continuar gastando la fortuna que hay que
dedicarle al capricho de depositar la sagrada carga en la bóveda del
Banco Central.
¿Pero quién le va a quitar al Gobierno el gusto de convertir este asunto
de la repatriación del oro en todo un show mediático y político
encaminado a distraernos de lo que es esencial? La explicación que sí
debería proporcionar el presidente de nuestro ente emisor es la que
tiene que ver con el debilitamiento sensible de nuestras reservas
internacionales en los años revolucionarios, en que el petróleo ha
gozado de los precios más astronómicos. No sería malo saber del BCV por
qué las finanzas nacionales están tan deterioradas que no somos capaces
de agregarle un dólar de reservas adicionales a las que ya tenemos, y no
estaría de más de su parte, tampoco, una versión que ilustre sobre el
deterioro de la explotación de oro en el país, otro de esos entuertos
vergonzosos en los que el saqueo es rey y la vigilancia del Gobierno,
ninguna.
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