Rafael Marrón González
Miércoles, 30 de noviembre de 2011
Que el Estado tiene el deber de regular el mercado para impedir el abuso
de los fuertes contra los débiles es una responsabilidad que nadie
niega, sin embargo los excesos del Estado centralista y planificador de
la economía, en esa labor regularizadora, suelen generar efectos
contrarios como corrupción -sobre todas las cosas corrupción- mercado
negro, escasez y su perverso efecto que afecta solamente a los más
pobres: La inflación, que en Venezuela bate récords mundiales. El alerta
de un director del Banco Central no debe ser tomado a la ligera por el
gobierno, pues, a pesar de su filiación chavista, la lucidez lo obligó a
declarar que esta "es una Ley que hay que evaluar muy bien, hay que
aplicarla muy bien, porque si no se hace de esa manera puede convertirse
en un búmeran", es decir que existe preocupación en el propio entorno
gubernamental por la sanción de una ley de características ideológicas
-"una norma "vital" hacia el proyecto socialista"- que en lugar de
favorecer a los más pobres, como pretende justificar el discurso
político del régimen, puede derivar en un mamotreto arbitrario que
lesiones, precisamente, la calidad de vida de ese sector de la
población, ya de hecho deprimida por la ausencia de políticas públicas
coherentes, que logren abatir su precariedad existencial.
Y es que la obsesión por controlar, centralizar y planificar todo según
su convicción totalitaria, lleva a los comunistas a cometer dislates
risibles pero trágicos, que derivan irremediablemente en su fracaso
histórico, hacia donde dirige Chávez sus naves por el odio que destila
por la empresa privada y su capacidad productiva -aliada formidable del
éxito de Lula da Silva en Brasil y de todos los países citados por
Chávez en su declaración de guerra contra la producción nacional de
bienes y servicios- exponenciada por el estrepitoso fracaso de sus
intentos de emularla con sus confiscaciones, a la cual no le basta con
asfixiar con el control de cambio y su mercado paralelo forzado ni con
la aplicación de impuestos que ya alcanzan el 50% de los ingresos
empresariales, ni con las multas y cierres -doble y triple pena con el
escarnio público- sino que ahora, manipulando el sentimiento popular por
la dificultad para encontrar productos de primera necesidad en los
anaqueles de los mercados y el alza de precios derivados de la asfixia
gubernamental le atribuye la culpa de las consecuencias lógicas de su
mala praxis económica, sancionando una ley que impone precios mediante
la discrecionalidad de una Superintendencia ad hoc, que no revela los
mecanismos metodológicos -¿voluntad de los consejos comunales?- que
aplicará para configurar el precio final de un producto, sino que este
será fijado a ojo de buen cubero, con el garrote en la otra mano
-artículo 24: La Fuerza Armada Nacional Bolivariana y la Policía
Nacional Bolivariana, serán órganos auxiliares del Sistema Nacional
Integrado de Costos y Precios. Quiebra y cierre, o viceversa, con
desempleo es lo que se avizora en el horizonte empresarial criollo, para
alegría del capitalismo transnacional, que se frota las manos a la
espera de la inmensa masa de divisas que le llegará por obra y gracia de
la estupidez comunista, que no escarmienta en cabeza ajena, por lo que
será escarmiento para cabeza ajena a partir del próximo -cada día más
próximo para su desesperación- 7 de octubre de 2012.
Así lo creo yo
La experiencia obtenida a través de doce años de abundante legislación
inoperante -sobre todo por la comprobada ineficacia del funcionariado
chavista de todo orden y pelambre que a su conjuro oxida todo lo que cae
en sus manos o lo transmuta en ¿cuánto hay pa' eso?- nos permite
aseverar que esta ley es inaplicable y no pasará la prueba del tiempo,
ya que no existe capacidad técnica ni metodológica para emprender esta
gigantesca operación de detección de datos de millones de productos,
análisis de las estructuras de costos de producción con su ingrediente
de porcentaje de importación, o de capital en divisas, además de la
revisión de inventarios y nuevas facturaciones y comparación de precios
con los estándares internacionales, por lo que no trascenderá de un
abusivo congelamiento de precios que creará escasez; por lo tanto esta
es otra de las danzas del vientre de Hugo Chávez para encantar las masas
y conseguir sus voticos para su ansiada reelección -la palabra de la
Parca vaya adelante- endilgándole de paso su ineficiencia generadora de
inflación a un supuesto "poder monopólico o monopsónico" cartelizado,
acaparador y especulador, que debe ser bien "monopsónico" para que
Chávez admita que ha permanecido durante doce años en las sombras
especulando como le ha dado la gana produciendo casi 800% de inflación,
hasta que… ¡eureka!... la campaña electoral lo tumbó del caballo en el
camino hacia Cuba y zass… se la comió... Para 2012 no habrá inflación…
Sí, oh.
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