Tuesday, August 21, 2012

¿Cuándo comenzó a apagarse la estrella de Chávez?

¿Cuándo comenzó a apagarse la estrella de Chávez?
Eliécer Calzadilla
Lunes, 20 de agosto de 2012

Ahora que todo el mundo la ve cada vez más cercana, debo admitir mi poco
interés por la casi segura derrota electoral del candidato Hugo Chávez.

En cambio tengo vivo interés en entender y desentrañar la causa de su
caída, de su derrumbe, de cómo su brillo se perdió de pronto y por qué
ahora aburre tanto, por qué tanta gente que ciegamente le creía ahora no
le cree y por qué se parece tanto a los ricos que de pronto se
empobrecen y entonces nada les luce, o lo que es lo mismo, todo lo que
hacen parece feo, desagradable y hasta ridículo.

Confieso que desde mi anarquismo pacífico pocas cosas me llaman la
atención como el abrupto final de un gobernante todopoderoso. Tengo mi
propia idea de por qué o cuándo se jodió Chávez, distinta a los lugares
comunes como el desgaste por los años de gobierno, la unidad de los
sectores democráticos o la inteligente y formidable campaña del
candidato Henrique Capriles Radonski. Tengo mi propia hipótesis, que es
simple, sencilla, y que voy a resumir de seguidas; pero antes permítanme
una explicación.

A Hugo Chávez la fortuna le permitió casi todo: cambiar la Constitución
dos veces, la última para instaurar su reelección perpetua; modificar el
nombre, el escudo y la bandera del país; sembrar el retrato de Fidel
Castro en las oficinas públicas, al lado de Bolívar, y desterrar la
figura de José Antonio Páez del papel moneda y de los homenajes
oficiales; otorgar categoría de héroes a Manuel Marulanda y Raúl Reyes,
dos bandoleros colombianos; la creación de una nueva jerga política y de
unos periodos históricos virtuales y falsos como la cuarta y quinta
repúblicas cuyos nombres repiten hasta sus adversarios y enemigos; la
glorificación del 4F y de los saqueos del Caracazo; legislar, él solo,
sobre todos los temas y materias, más que cualquier parlamento de
nuestra historia.

El prestigio y popularidad de Chávez parecían invulnerables. Ni la
inseguridad, con 150.000 venezolanos asesinados en sus 14 años de
mandato, ni la corrupción ni la inflación ni el alto costo de la vida
amellaban la fama y estima que le tenían vastos sectores del país,
Chávez lucía invencible y actuaba como si lo fuera. Los largos apagones
y las carreteras destruidas parecían estar ocurriendo en otro lugar, en
otro país, porque Chávez no era responsabilizado por ello. Chávez podía
hablar sin aburrir, y lo hizo, hasta ocho horas seguidas en cadenas de
radio y televisión en las que, además de su autobiografía, abordaba lo
que le viniera en ganas ante las arrobadas sonrisas y miradas de sus
seguidores que, como él, no parecían fatigarse. ¿Qué ocurrió entonces?

Sostengo que Chávez se equivocó ante los ciudadanos y la opinión pública
con el manejo del supuesto "cáncer en la zona pélvica" que dijo que
padecía, que se operó dos veces en Cuba, se trató allí con quimioterapia
y radioterapia y que, según dijo él mismo, se curó. Ciego de poder,
Chávez informó a medias y terminó confundiendo sobre la naturaleza,
localización exacta, grado de la enfermedad y el pronóstico de curación.
Al impedir que algún médico tratante informase sobre esos temas, como
corresponde y es lo políticamente correcto, arriesgó mucho y terminó
perdiendo credibilidad, que era uno de los ases con los que jugaba el
bizarro póker político que él mismo inventó y del que es único y sumo
sacerdote.

Es cierto que al comienzo, cuando habló del cáncer, su popularidad
creció. Para el imaginario venezolano una persona afectada por el cáncer
merece compasión, oraciones y cariño, pero la misma palabra, cáncer, se
pronuncia en voz baja y para muchos es tabú: no se juega con ella y a
nadie se le desea. Pero, al mismo tiempo, nadie espera que un paciente
con cáncer asuma la agresión, la amenaza, la grosería, la confrontación
gratuita y la rabia como elementos claves de su público quehacer…
"porque no debe estar ni estuvo enfermo de cáncer". A medida que
transcurren los días y los meses, cuando el misterio de la enfermedad
presidencial se solidifica, la sospecha de que Chávez no estuvo ni está
enfermo de cáncer y que se trató de un ardid, de un engaño, de un truco
barato, fue cobrando la fuerza de una convicción. Quienes aún sostenemos
que sí está enfermo somos desmentidos rotundamente.

Pocos creen hoy lo del cáncer presidencial. Muchos piensan que jugó con
lo que no se debe jugar, que trasgredió un límite y que nada se le puede
creer. Fue allí que comenzó a perder espacios y credibilidad. Por eso
sigue perdiendo. ¿Cómo le pega Chávez a la gallina las plumas que le
arrancó?

http://www.analitica.com/va/politica/opinion/2830647.asp

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