Sunday, August 26, 2012

Tragedia anunciada

Tragedia anunciada
JUAN CARLOS SOSA AZPÚRUA | ESPECIAL PARA EL UNIVERSAL
domingo 26 de agosto de 2012 12:00 AM

Recorrer Venezuela es desolador. Carreteras destruidas, puentes
derribados, ceroluz en las vías, con el peligro mortal de transitarlas;
lo que tiene que ver con infraestructura, seguridad y estética no
existe. Transitar por Venezuela es sentir en la piel cuán frío es el
desprecio de Chávez por los venezolanos.

¿Se iba a salvar PDVSA de este criminal desprecio?

Veintitrés mil de los más capacitados fueron despedidos sin importar que
eran necesarios para operar la industria más importante del país.
Caprichos de Chávez privaron sobre los intereses nacionales.

Una refinadora es una bomba peligrosísima que merece el cuidado dado a
un recién nacido. Necesita los niveles más exigentes, nada puede
escatimarse,ni el más mínimo detalle. Requiere atención total. La
explosión de Amuayno es un accidente, es un crimen que merece repudio.

Miles de millones de dólares ha regalado Chávez a Fidel Castro para que
los invierta en su refinería y para su caprichoso antojo; miles de
millones de los venezolanos les ha regalado a decenas de países por
comida producida por ellos, comida que ya no puede producirse en
Venezuela debido a medidas de Chávez.

Se le ha quitado el dinero a PDVSA para usarlo en la promoción de
Chávez. Todos esos millones dejaron de invertirse en áreas que son
neurálgicas para el sostenimiento del país y la seguridad.

En el mundo petrolero, la inversión en seguridad es muy elevada, porque
así lo exige el peligro implícito en este negocio. Pero en lugar de usar
el dinero para eso, lo utilizan para fines que nada tiene que ver con
los intereses nacionales.

Un niño de 10 años ha muerto por la explosión de Amuay, junto con otras
decenas de inocentes que no merecían la muerte (o heridas), y menos una
tan espantosa como la que produce la explosión de gases venenosos
cubiertos de un fuego que sancocha la piel.

Un accidente ocurre cuando el suceso no pudo evitarse y ocurre de
imprevisto. Lo de Amuay pudo evitarse con el mínimo de cuidado y
competencia que estuvieron ausentes. La explosión de Amuay fue un
delito, no un accidente. Fue un crimen que tiene que ser penalizado con
toda la fuerza de la ley y exigir responsabilidades.

Invito al país a unirse a este repudio, que también es esperanza por la
Venezuela diferente que está a la vuelta de la esquina. Expresemos el
duelo por los que han pagado con sus vidas la factura que cobra a diario
el régimen más incompetente y vil de la historia de nuestra nación.

http://www.eluniversal.com/economia/120826/tragedia-anunciada

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