Bandidos y Fariseos

Bandidos y Fariseos
Juan Antonio Muller
Lunes, 20 de agosto de 2012

El presidente se define como el candidato del futuro como si este infame
presente no le incumbiese. Como si no tuviese que rendir cuentas sobre
los múltiples problemas que aquejan a la nación: los muertos por la
violencia, el negociado de insumos para la construcción, las fortunas
mal habidas de funcionarios y amigos y el deterioro de la
infraestructura en hospitales y escuelas.

Henrique Capriles calificó como bandidos a ministros del gobierno
revolucionario. En mi opinión el candidato se quedó corto pues además de
bandidos quieren mostrar, como auténticos fariseos, una virtuosidad de
la cual carecen.

Este gobierno ha contado, en sus catorce años de despilfarro, con más
ingresos petroleros que todos los gobiernos juntos del siglo pasado
fuesen autoritarios o democráticos. Además ha traspasado las reservas
del banco central a fondos administrados a discreción por el presidente
sin que la contraloría ni los tribunales se pronuncien.

Nos vende el infierno socialista como un paraíso. Cuando ocurren
escándalos como el desplome del puente de Cúpira o el avión cargado con
una tonelada de cocaína que despegó del aeropuerto de Valencia se
apresuran a escurrir el bulto y acusan a las gobernaciones de Miranda y
Carabobo como sí no fuese responsabilidad del gobierno central.

No ha permitido la discusión en el parlamento de leyes beneficiosas para
el pueblo, presentadas por los diputados de la oposición, tales como la
ley sobre la seguridad, sobre el primer empleo o sobre las misiones.

El presidente se define como el candidato del futuro como si este infame
presente no le incumbiese. Como si no tuviese que rendir cuentas sobre
los múltiples problemas que aquejan a la nación: los muertos por la
violencia, el negociado de insumos para la construcción, las fortunas
mal habidas de funcionarios y amigos, las dificultades para conseguir
divisas, la falta de incentivos para producir alimentos, los contratos
colectivos vencidos, la demora en los puertos, el déficit de inversiones
en las empresas del estado, y el deterioro de la infraestructura en
hospitales y escuelas. Para colmo la revolución cierra el paso a los
jóvenes y su esperanza.

Juan Antonio Muller
juaamilq249@cantv.net

http://www.analitica.com/va/politica/opinion/7328369.asp