Friday, August 31, 2012

Amuay: la PDVSA socialista

Amuay: la PDVSA socialista
Trino Márquez
Viernes, 31 de agosto de 2012

En Amuay las humildes víctimas de la hecatombe sufrieron las
consecuencias de que la industria se haya politizado de las manos de
Hugo Chávez y Rafael Ramírez, se haya acabado con la meritocracia y la
gerencia sea ejercida por incondicionales del proyecto hegemónico
chavista, se haya distorsionado la misión y la función de PDVSA.

Lo dijo Teodoro Petkoff: para el teniente coronel, politizar la tragedia
de Amuay significa buscar responsables. Con ese chantaje sensiblero
busca controlar los daños, minimizar los efectos negativos de la
hecatombe sobre su candidatura y paralizar a la oposición.

El régimen sugiere que lo ocurrido en la refinería fue obra
del destino o de un sabotaje terrorista, como dice el lunático
intelectual de izquierda, James Petras. Si ese terrible accidente
hubiese sucedido durante la gestión "neoliberal" de Luis Giusti o de
Andrés Sosa, todos los cañones del fanatismo izquierdista habrían
apuntado hacia la destrucción de esos gerentes. Pero, la hecatombe
ocurrió estando al frente de la empresa Rafael Ramírez, pieza clave del
régimen, mano derecha del comandante, creador de la "nueva" PDVSA
socialista y responsable directo de que la petrolera se haya convertido
en la caja chica y grande del Gobierno y de partido oficialista. El
régimen no hará nada que comprometa al dirigente político. Al contrario,
de la mano del jefe supremo, tratará de convertirlo en héroe. Ya
Diosdado Cabello habló: a Rafael Ramírez, ni con el pétalo de una rosa.

Cuando se trata de Ramírez, el oficialismo tiende sobre él un
manto de protección que lo hace invulnerable. Los antecedentes que
garantizan su impunidad abundan: el maletín que partió de PDVSA con 800
mil dólares destinados a la campaña de Cristina Kirchner, la estafa
inmensa de pudreval, la contaminación de las aguas de río Guarapiche y
la represa San Vicente en Monagas. De todos esos eventos el protegido de
Chávez y, ahora, de Cabello, ha salido ileso. Ni sisiquiera un
traumatismo leve ha sufrido. La impunidad forma parte consustancial de
la patria socialista. La explosión de los depósitos de CAVIM en Maracay
flota en las nubes. Esa desgracia quedó con muchas víctimas, pero sin
responsables. En aquel momento también hablaron de sabotaje. La mentira
era tan endeble que se derrumbó. Optaron por dejar en el olvido el
episodio. Comprendieron que el verdadero estropicio es su infinita
incompetencia.

Los diagnósticos preliminares de los expertos en seguridad
industrial indican que en Amuay se incurrió en fallas graves en materia
de prevención. La propia memoria de la empresa correspondiente al año
2011 señala que de las nueve paradas programadas de mantenimiento que
debían realizarse, solo se cumplieron tres. Las seis restantes se harían
durante 2012, sin embargo, en lo que va del año no se ha efectuado
ninguna. Los protocolos de seguridad en la industria petrolera son
inviolables. Hay que cumplirlos de forma estricta. Los chavistas no
profesan esta fe.

En Amuay las humildes víctimas de la hecatombe sufrieron las
consecuencias de que la industria se haya politizado de las manos de
Hugo Chávez y Rafael Ramírez, se haya acabado con la meritocracia y la
gerencia sea ejercida por incondicionales del proyecto hegemónico
chavista, se haya distorsionado la misión y la función de PDVSA –columna
central de la economía nacional- poniendo a su personal a asistir a los
mitines de Chávez, a vender pollos, a construir viviendas y a ejecutar
políticas sociales que deberían desarrollar otros despachos
gubernamentales. En Paraguaná se vieron de manera dramática los efectos
de que el presidente de la petrolera, y de paso Ministro de Petróleo,
sea a la vez uno de los vicepresidentes del PSUV, responsable de la
región andina. Militante político de intensa actividad y máximo gerente
de una empresa que requiere, más que dedicación exclusiva, dedicación
obsesiva. Son tantas las demandas nacionales e internacionales que su
Presidente debe atender, que resulta imposible utilizar el tiempo en
otras tareas. En la república de quinta en que Hugo Chávez transformó a
Venezuela, ese señor concentra varios cargos, cada uno de los cuales
exige un compromiso total.

Lo ocurrido en Amuay es tan grave que el país no puede
permitir que el crimen quede impune. La Lopcymat fue aprobada por el
chavismo como parte del cerco comunista a la propiedad y a la iniciativa
privada. En esa ley se prevén sanciones drásticas a quienes quebranten
las normas de seguridad. En Amuay deben de haberse violado muchas de
esas reglas, ¿se les aplicarán esos castigos a los máximos responsables
de que la desidia desatase la conflagración? Solo la presión de la
opinión pública logrará que los hechos se aclaren y las
responsabilidades se establezcan.

La industria petrolera en manos del chavismo es una bomba de
tiempo. Los hechos lo demuestran. Salgamos de ellos el 7-0.

trino.marquez@gmail.com

http://www.analitica.com/va/economia/opinion/8064178.asp

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