Guillermo A. Zurga
Jueves, 6 de octubre de 2011
El colmo de esta política, llega al clímax, cuando se expropia a una
empresa exitosa, con la excusa de que vende caro, para ser administrada
por el gobierno con pérdidas, para subsidiar a la población que
usualmente compra en ésta empresa
Los gobiernos demagogos y populistas, tienen una forma muy efectiva,
pero cruel e infame, de ganarse la simpatía de los votantes de un país,
mediante programas de dadivas, con la excusa de auxiliar económicamente
a las poblaciones más pobres y necesitadas en diferentes ámbitos de sus
necesidades.
Estas prácticas jamás las habíamos experimentado antes en Venezuela, con
tanta intensidad como ha sucedido con la llegada del chavismo. Las mal
llamadas misiones, u otros tipos de programas de ayuda social, que
proliferan hoy día en Venezuela, son un ejemplo de ello.
En algunos casos se regalan, y en otros se subsidian: casas,
automóviles, plantas eléctricas, materiales de construcción, artefactos
eléctricos, bonos, pensiones, textos y útiles escolares, préstamos,
vestimentas, etc.
Estos regalos llegan a hacerse incluso a poblaciones y a gobiernos en
otros países, con la indudable intensión de ganarse la voluntad política
de las poblaciones y gobiernos a quienes van dirigidos tan especiales
tratos.
Si bien es cierto, que esto les da popularidad y simpatías a los
gobiernos que propician éstas prácticas, también es cierto que son
formas terribles de corromper y sembrar dependencia, flojera y apatía de
la población, al acostumbrarlas a recibir, sin necesidad de que aporten
o compensen a la nación por tales dádivas. Peor aún, llega un momento
que se creen con derecho a que les regalen todo. Obsérvese la crisis
chilena por la educación totalmente gratis.
El colmo de esta política, llega al clímax, cuando se expropia a una
empresa exitosa, con la excusa de que vende caro, para ser administrada
por el gobierno con pérdidas, para subsidiar a la población que
usualmente compra en ésta empresa.
Es usual en este tipo de políticas, expropiar a una finca productiva y
económicamente solvente, para regalarla a los campesinos de la región, y
ayudarles a que sean productivos y exitosos, cuando es sabido; que
mientras el gobierno no les auxilie por completo, con: herramientas de
trabajo, infraestructura, materias primas y tecnologías adecuadas,
éstos jamás podrán administrar los pedazos que les correspondieron del
botín mal adquirido. Es como intentar tapar un hueco, mientras ocasionas
la apertura de muchos otros huecos.
Son tantos los nefastos programas de corrupción social que ha emprendido
el gobierno chavista desde que se inició en esta perversa practica, que
aún con los precios del petróleo a los niveles altos que se encuentran
actualmente, los ingresos que percibimos por ventas petroleras son por
muy lejos insuficientes para tanto subsidio y regaladera.
Cuando la mayoría de los gobiernos del mundo hacen grandes esfuerzos
para enseñar a sus pueblos a desarrollarse, crecer y diversificarse
económicamente, a objeto de poder generar muchas riquezas para atender
"correctamente" a las necesidades de sus poblaciones; nuestro gobierno,
por el contrario, en lugar de enseñar al pueblo a pescar y a trabajar,
le enseña a flojear, a trampear y a mendingar.
Con esta política de corrupción social, se incentiva la flojera, se
destruye al aparato productivo y se malgastan infamemente los pocos
ingresos económicos que somos capaces de generar, guiándonos a un
despeñadero; al cual vamos inexorablemente, de no frenar en seco, esta
forma desquiciante de hacer política al dañino estilo, de malversar los
ingresos de la nación.
Los programas de corrupción social, no tienen controles administrativos
suficientes y efectivos, ni se les practican auditorias, debido que como
se les considera prioridad para ayudar al pueblo, y este gobierno se
dice que es del pueblo, gozan de inmunidad absoluta, razón por la que
los afortunados de ser designados para administrarlos de los mismos, lo
hacen según su libre albedrío. Es decir, son una especie de reyezuelos
en un reinado con mucha abundancia.
El régimen ha declarado públicamente, que ha distribuido algo cercano a
los 400 mil millones de dólares durante los 13 años que lleva en el
gobierno. Ese es su emblema y orgullo, ante el mundo, para mostrar que
está acabando con la pobreza, cuando lo que hace es acabar impunemente
con la riqueza de Venezuela a nombre de los programas sociales de
corrupción.
Para nadie es un secreto, que el régimen ha cambiado los procedimientos,
normas y mecanismos administrativos y de controles, de los recursos del
país, expropiándole tanto a PDVSA, como al Banco Central de Venezuela,
atribuciones y funciones, que antes garantizaban un manejo sano y
transparente de los fondos e ingresos, así como de los egresos de la nación.
Para ello, entre otras tantas argucias, ha creado instituciones,
diferentes a las existentes, a las cuales se les asignan recursos para
el manejo discrecional por la presidencia de la republica, quién los
distribuye según sus prioridades y preferencias personales.
Cuando en Venezuela se produzca un cambio de gobierno, lo cual esperamos
que suceda el próximo año de 2012, las auditorias administrativas que se
practiquen al régimen, arrojaran tantas sorpresas desagradables, que
lloraremos sangre, al ver tantas esperanzas frustradas por culpa de unos
pocos fanáticos marxistas leninistas, quienes han violado todas las
reglas de comportamiento decente que deben prevalecer en una
administración pública honesta.
Para que un programa social cumpla con su verdadero cometido, éste debe
ser creado con el propósito fundamental de que en lugar de ser una
simple ayuda ocasional, este se convierta en un verdadero proyecto de
inversión social, que genere destrezas, incentive a la población, le
enseñe a pescar, le ayude a resolver sus problemas de fondo, le levante
el orgullo de ser venezolano, y le permita soñar y pensar en grande. En
fin, el programa debe dejar huella.
Un programa social o proyecto de inversión social, tal como me gusta
denominarlo, debe programarse meticulosamente y a tiempo; no para salvar
a la población a que no se muera de hambre, o de una enfermedad
terminal, sino que se debe crear, para que esta población no llegue a
esos extremos de hambruna y de mala salud en la que se encuentra.
Ayuda social es otra cosa distinta. Esta si se presta para hacer
donaciones y dádivas diversas en forma de gasto. También se presta para
actividades de corrupción. Ayuda social, es la que el régimen chavista
practica actualmente, y pretende calificarla de programa social, cuando
no deja absolutamente nada perdurable en tiempo, como no sea el
agradecimiento del beneficiado al creador de la ayuda, ignorando, que le
han podido ayudar con mayor profundidad y efectividad, sin la
correspondiente malversación de fondos de la nación.
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