Sunday, October 9, 2011

Lo que pueden esperar los militares

Lo que pueden esperar los militares
Alberto Franceschi G
Domingo, 9 de octubre de 2011

Recuérdese siempre los políticos siempre pueden resucitar, pero los
pescuezos de militares no retoñan

¿Sobrevivirán estas FFAA? Vamos por parte. El título y esta pregunta
inicial, carecerían de sentido en un país normal, lo que no es el caso
de Venezuela en vísperas de una encrucijada histórica. A la muerte de
Chávez o de la declaratoria de su incapacidad para ejercer la Jefatura
del Estado, se supone que empiezan, casi automáticamente, las
convulsiones en el mundo militar, porque estará en juego su misma razón
de ser, su rediseño y el destino de estas FAB.

La razón para ello, es que sobre esos cuerpos uniformados se ejercerán
todas las presiones sociales políticas y geopolíticas, para dirimir cual
sello de intereses se impone en el nuevo régimen y a partir de allí
delinear el curso de los acontecimientos.

Esto es lo que en principio lanza las muchedumbres a las calles, pero
ellas no podrán, o no querrán resolver, arriesgándose a matazones y
menos aún en un escenario de confrontaciones desiguales entre los grupos
armados chavistas y manifestantes, que aunque pacíficos resulten
impacientes y a los que querrán devolver a sus casas.

Las presiones de las que hablo no son para nada abstractas. Existen
alineamientos automáticos y los que aún no se producen, pero que tendrán
lugar si ó si, al calor de las confrontaciones que se disfrazarán con
mantos ideológicos, aunque todos sabemos de sobra que solo serán
expresiones de intereses de grupos, de mafias, o de proyectos
delincuenciales o sus opuestos, que ya hierven en la trastienda.

Como siempre ha ocurrido en la historia universal, tras el lenguaje
altruista y rimbombante se esconden las mayores mezquindades humanas,
que más bien traman el reparto del botín y en Venezuela hay razones, a
pesar del fardo del endeudamiento, para que esa presa, que es muy
suculenta, despierte demasiados apetitos, sobre todo los de los ya muy
hartos y los de hambre demasiado atarazada. Y no hablo precisamente del
pueblo humilde de dieta constreñida, me refiero al hambre de gruesas
cuentas bancarias, sobre todo las depositadas en dólares.

De manera que si queremos un primer pronóstico, es dable en un primer
momento, un proceso de confrontación mayor que dirima, en muy breve
plazo, que puede ser hasta de horas, la primacía en beneficio de alguno
de los grupos de interés, o más propiamente de una coalición de varios
factores, aunque solo sea de coincidencias transitorias.

No creo que el pleito llegue a mayores. Se trata solo de mostrar los
colmillos y capacidades de destrucción de cada cual, tras algunos
escarceos. La sangre, si llegara al pavimento, sería la de algunos
pendejos "muertos en acción", que pasarán a esa lista de anónimos de los
que rinden su vida en tributo a la felonía de alguna ambición ajena,
pero con poder de mando. ( v.g. 4 de febrero de 1992 y 27 de Nov. del
mismo año)

Hasta este escenario véase que no nombro a Chávez y es que él es que
menos cuenta, aunque sea del que más se hable.

Nadie da la vida por un líder muerto o incapacitado. Pueden roncar
diciéndolo, pero en realidad estarán actuando más bien por cuenta del
que busque aparecer como caudillo sustituto.

Se habla mucho del apoyo militar eventual que tendría Diosdado Cabello
en medio de esas circunstancias de crisis y eventualmente puede ser
cierta esa presunción. Pero más probable aun es que, visualizándose el
ocaso obligado del chavismo en el poder, los eventualmente alineados con
esa figura del actual mando, dejen de estarlo ante la circunstancia del
fin de ese poder y más bien trabajen en función de nuevos líderes militares.

Para ser interlocutores válidos, estos emergentes deberán contar con
mando efectivo y real de tropas y con capacidad de fuego táctico y
estratégico o que resultaren, en medio del conflicto abierto, con un
piso político que se los genere.

Allí entran también, en ese escenario convulsionado del mundo militar,
los distintos portavoces civiles, para decantar los intérpretes
adecuados de esas coaliciones uniformadas y su interrelación con esos
también emergentes liderazgos civiles.

Las famosas Juntas Cívico-Militares están en el horizonte político
obligado, porque ellas son la conclusión lógica de una coalición de
intereses, que subsumen en una realidad distinta y mutuamente útil, las
incapacidades de cada sector para intentar reinar por separado.

Cada uno preferiría no contar con el otro, pero nada pueden el uno sin
el otro.

Los mejores propósitos, las más rimbombantes proclamas libertarias,
siempre requerirán de una contabilidad de guarniciones, tanques y
fusiles que las hagan sonoras, la más capaz de las juntas militares
pueden tener los pies de barro, si no cuentan con los factores
político-sociales que le den sustento y permanencia.

Quiéranlo o no, la primera gran tarea de esa Junta Cívico Militar, debe
ser desarmar a todos los irregulares, y si no es capaz de hacerlo,
sencillamente el poder caerá en manos de quien si esté dispuesto a
realizar esta elemental tarea de reconstrucción del poder coercitivo del
monopolio de la violencia en manos del Estado.

Si la coalición cívico-militar que asume el mando del país, al
producirse el vacío que deja Chávez, no asume esa crucial definición,
sobre si el Estado detenta o no el poder de coerción, entonces si
marcharíamos a una inevitable etapa de violencia de irregulares, que
terminarán a la postre siendo liquidados, pero a un precio que variará
según sean los fanatismos acumulados y sobre todo las prescindencias
irresponsables que lleven al vacío de poder de Estado, que con seguridad
lo llenarían tropas extranjeras, en primer lugar las Colombianas y
Brasileñas que deberemos pagar luego a un alto costo en soberanía sobre
nuestro suelo y recursos.

Ese puede ser el peor de los legados de Chávez, dejarnos una nación tan
fragmentada y unas FFAA tan vulnerables, por su descomposición interior,
que sencillamente nos hagan pasto fácil de un descuartizamiento de
nuestra nación a manos de naciones vecinas que tendrán la excusa de no
querer contagiarse con nuestra anarquía.

Les tengo la noticia señores militares, que antes, durante o
inmediatamente después - ya sea postergada o simultáneamente- de ese
periodo de confrontaciones internas, va a producirse una muy fuerte
purga de factores que estuvieron comprometidos directamente con el
coloniaje castrista y con el círculo de poder chavista dentro de las FFAA.

No hay recomposición posible del tejido social e institucional del
Estado venezolano, si previamente o se depura fuertemente a estas FFAA
de todos sus elementos disolventes, partidizados y sobre todo de esos
cuerpos ajenos de paramilitares y milicianos de nómina partidista y
Castrista.

Por si fuera poco y por primera vez desde que Chávez asumió el poder,
habría que asumir como prioritaria la tarea de limpiar nuestras estados
de fronteras de toda la plaga guerrilleras y de irregulares colombianos
coludidos con el hampa, el narcotráfico, la "industria del secuestro" y
el pago de impuestos de guerra (vacunas) a las FARC, ELN etc.

En ese escenario quizá lo más conveniente es asumir la fórmula del Dr.
Diego Arria de pedir ayuda a los cascos azules de la ONU, para una
limpieza de esa frontera o apelar a fondo a acuerdos mutuamente
beneficiosos con Colombia, para estructurar una fuerza binacional que
persiga en caliente a todo grupo irregular.

Permanecer en las FFAA venezolanas implica que se acaba la repartidera
de pollo en Mercal y la vagancia de vivir de desfile en desfile, con
pechos llenos de condecoraciones y uniformes más bien parecidos a
chinecos y arbolitos navideños insinuando mil batallas nunca hechas. Las
FFAA volverán a su mejor pasado, cuando pacificó los campos y montañas
de Venezuela y pudo hacer llegar la democracia real a todas las aldeas,
con los drásticos mejoramientos sociales.

Si las FFAA a través de liderazgos lúcidos convienen en ajustarse a los
cambios drásticos que implican los nuevos tiempos y asumen estos u otros
pronósticos de parecidos desarrollos o final, que son fruto de lo que
nos enseña la experiencia histórica, entonces saldremos de la tronera
adonde nos trajo el chavismo.

Si permanecen ciegos y sordos al reclamo del necesario viraje y se
mantienen en la abyecta hipocresía de disimular latrocinios y
despotismos militares con proclamas adulteradas del bolivarianismo,
entonces ocurriría lo peor para todos: Luego de un proceso de
desintegración político, social, económico, institucional y por supuesto
militar, con el país en riesgo de perder incluso vastos territorios
sobrevendrá seguramente con intervención extranjera regional, una
recomposición completa de las FFAA incluyendo hasta la probabilidad de
su pura y simple desaparición.

Un gran cuerpo armado policial especializado puede cumplir las funciones
necesarias del Estado en un mundo globalizado, que hace de los ejércitos
simples antiguallas solo aptas para imponer o mantener liderazgos
indeseables. Hay experiencia… Costa Rica y Panamá son sus últimos
ejemplos. La civilizada Suiza es el otro mejor modelo, pero para eso no
estamos preparados.

No se por cuantas décadas aún, y a pesar de vivir desde hace ya 200 años
bajo la admonición del Precursor Miranda: "Sois bochinche, bochinche,
solo bochinche", requeriremos de un cuerpo armado que establezca el
respeto a las reglas que se supone decidamos en común.

La falla estuvo en las FAB que resolvió que las reglas eran las de un
sector del país, que les incluía como beneficiarios en contra del resto.

El régimen constituido, al zozobrar por ausencia de su creador, caudillo
y déspota replantea todo. Veamos cómo nos ponemos de acuerdo en lugar de
entre devorarnos.

Recuérdese siempre que los políticos siempre pueden resucitar, pero los
pescuezos de militares no retoñan.

franceschi1947@gmail.com

http://www.analitica.com/va/politica/opinion/6848637.asp

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