Domingo, 16 de octubre de 2011
El presidente Hugo Chávez dijo en días recientes que hace diez años
debió "hacer alianzas con el pañuelo en la nariz y caminando con el
excremento hasta aquí" para poder garantizar su triunfo en las
elecciones de 1998, una confesión que abre varias interrogantes
La primera de ellas es a cuáles de los factores que lo acompañaron
inicialmente y que ya no están con él se les puede incluir en esa
escatológica categoría, y la otra, no menos obvia, si todavía continúa
acompañado por individualidades o grupos que también encuadran en tan
indeseable gama de aliados.
Tales precisiones son importantes para la sociedad venezolana, porque no
deja de ser preocupante que un jefe de Estado confiese, como si nada,
que acudió premeditadamente a un maridaje electoral con gente
supuestamente indeseable para hacer realidad aquello de que el fin
justifica los medios. Esa admisión por parte del Presidente de la
República nos indica que su política de alianzas no estuvo basada en
razones de principios sino de oportunismo político, y nos hace pensar en
la muy probable posibilidad de que todavía algunos de sus aliados o
compañeros de ruta sean considerados por él, ahora o en el futuro, como
parte del excremento que en algún momento lo acompañó.
Imagino que los camaradas del PCV deben estar al borde de la indignación
con el comandante presidente, quien no desperdicia la oportunidad para
recordarles que apoyaron a Rafael Caldera, como si eso se tratara de un
pecado mortal que obliga a los comunistas a obedecer en silencio perruno
las instrucciones que se les giren desde Miraflores o desde el cogollo
del Psuv.
Y, pensándolo bien, no sólo el PCV pudiera sentirse aludido, sino
también algunos dirigentes y militantes del Psuv que hasta hace poco
formaron parte del PPT, del MAS, de Podemos, e incluso de AD y Copei.
La incondicionalidad es uno de los requisitos que seguramente se exigen
para garantizar que mañana o pasado no los incluyan en la lista de
aliados olorosos a excremento.
Se supone que la política debe regirse por principios, y sobre todo
cuando se trata de una política en nombre de la revolución, de los más
humildes, de la justicia y la democracia.
Pero poco a poco vamos entendiendo. Lo que ha dicho el Presidente es
propio de la vieja política, seguimos gobernados por la vieja política,
por el cálculo electoral y por un apego postizo a los principios que se
dice defender, por la búsqueda del poder, aunque sea pactando con el
diablo o con su excremento.
Si ayer el Presidente, según él mismo lo admitió, anduvo con el
excremento para ganar las elecciones, no hay ninguna garantía de que hoy
no estemos ante la misma realidad, por eso la pertinencia de que el
propio Chávez aclare si ahora está rodeado sólo de gente químicamente
pura o si sigue rodeado de gente frente a la cual él anda con el pañuelo
en la nariz.
Pero aclárelo de una vez, antes de las elecciones, para que el
electorado no sea sorprendido en su buena fe, y sepa si está votando o
no por un candidato que anda en buenas juntas o aguanta el tufo de
algunos aliados con tal de ganar nuevamente el favor popular.
Y de paso, pregúntese en sus momentos de soledad, señor Presidente, si
la confección de un polo en el cual brillan por su ausencia la
diversidad, el pensamiento crítico y el liderazgo colectivo no son la
mejor muestra de que su política de alianzas ha fracasado y siguen
tomando cuerpo el sectarismo y la imposición de un pensamiento único
como forma de gobernar, lo cual se traduce en la exclusión y
estigmatización de la mitad del país.
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